Como se puede entender de lo publicado en estas páginas, el pasado miércoles, día de la Inmaculada Concepción, estuvimos en el teatro. (Bueno, algunos estuvieron en dos, pero lo que se dice ‘asistir a la función’, sólo en uno).
En tanto se hacía la hora oportuna, pude observar dos circunstancias que hablan bien a las claras de la lamentable educación que en la actualidad campa por este país. A dicho lamento, debe añadirse el que se desprende del hecho de que muchas de las actuaciones reprensibles las protagonizan personas que por edad no pueden excusarse en las últimas leyes, fueros o desafueros educativos.
El primer aspecto es el que motiva la existencia de un cartel en el mismo antevestíbulo del Teatro Principal de Valencia.
“Su móvil permanecerá sin cobertura dentro de este recinto”.
Es digno de agradecer que, merced a la falta de civismo de la gente, la administración deba destinar parte de su presupuesto a la instalación de inhibidores en locales públicos, habiendo tantos otros locales que sí los necesitan, y eso por no hablar de los famosos vehículos destacados en Afganistán. (Sí, parece demagogia, pero como ni me presento a elecciones ni busco más audiencia,… pues no lo es).
El segundo aspecto es el que se muestra en la foto. La gente, paciente, haciendo cola ante las taquillas, bien para comprar las entradas, bien para recogerlas (como había hecho yo minutos antes, por cierto, dos veces, porque las reservas a través de Atrápalo se pagan en efectivo… y no llevaba suficiente).
El problema ya no es que la gente haga cola, bastante bien definida, por otro lado, sino cómo se dispone la cola.
Puede verse perfectamente que la cola sale en recto desde las taquillas, en una dirección sensiblemente ortogonal a la línea de fachada del edificio, hasta que, cubierto el ancho completo de la acera, ya junto al bordillo, gira, también ortogonalmente, disponiéndose de este modo en paralelo con la antedicha línea de fachada (hay que reconocer que en esta zona la geometría ya es un poco difusa).
De esta manera se consigue que quienes tengan necesidad de transitar por la acera, deban bajar a la calzada, con el consiguiente riesgo, que entiendo que se considera menor que el derivado de discutir con la gente de la cola.
En el lateral izquierdo de la foto se observa, ya, la esquina del edificio, por lo que perfectamente la cola puede adaptarse a la fachada del edificio, girar y ocupar cuanto más mejor para el espectáculo, la calle lateral, la cual, además, es peatonal.
Pero bueno, será que me estoy haciendo mayor y me fijo ya en cosas sin importancia…
Créditos:
Fotografías del cartel y de la cola en el Teatro Principal de Valencia, del pasado día 8, del autor.
En tanto se hacía la hora oportuna, pude observar dos circunstancias que hablan bien a las claras de la lamentable educación que en la actualidad campa por este país. A dicho lamento, debe añadirse el que se desprende del hecho de que muchas de las actuaciones reprensibles las protagonizan personas que por edad no pueden excusarse en las últimas leyes, fueros o desafueros educativos.
El primer aspecto es el que motiva la existencia de un cartel en el mismo antevestíbulo del Teatro Principal de Valencia.
“Su móvil permanecerá sin cobertura dentro de este recinto”.
Es digno de agradecer que, merced a la falta de civismo de la gente, la administración deba destinar parte de su presupuesto a la instalación de inhibidores en locales públicos, habiendo tantos otros locales que sí los necesitan, y eso por no hablar de los famosos vehículos destacados en Afganistán. (Sí, parece demagogia, pero como ni me presento a elecciones ni busco más audiencia,… pues no lo es).
El segundo aspecto es el que se muestra en la foto. La gente, paciente, haciendo cola ante las taquillas, bien para comprar las entradas, bien para recogerlas (como había hecho yo minutos antes, por cierto, dos veces, porque las reservas a través de Atrápalo se pagan en efectivo… y no llevaba suficiente).
El problema ya no es que la gente haga cola, bastante bien definida, por otro lado, sino cómo se dispone la cola.
Puede verse perfectamente que la cola sale en recto desde las taquillas, en una dirección sensiblemente ortogonal a la línea de fachada del edificio, hasta que, cubierto el ancho completo de la acera, ya junto al bordillo, gira, también ortogonalmente, disponiéndose de este modo en paralelo con la antedicha línea de fachada (hay que reconocer que en esta zona la geometría ya es un poco difusa).
De esta manera se consigue que quienes tengan necesidad de transitar por la acera, deban bajar a la calzada, con el consiguiente riesgo, que entiendo que se considera menor que el derivado de discutir con la gente de la cola.
En el lateral izquierdo de la foto se observa, ya, la esquina del edificio, por lo que perfectamente la cola puede adaptarse a la fachada del edificio, girar y ocupar cuanto más mejor para el espectáculo, la calle lateral, la cual, además, es peatonal.
Pero bueno, será que me estoy haciendo mayor y me fijo ya en cosas sin importancia…
Créditos:
Fotografías del cartel y de la cola en el Teatro Principal de Valencia, del pasado día 8, del autor.
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