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miércoles, 31 de diciembre de 2014

Noticias actuales… del tiempo pasado

Hace poco me enteré, leyendo periódicos muy atrasados, de que este año el Kiosco España, en la calle Barcelonina, casi esquina con la Plaza del Ayuntamiento, y gestionado por Ángel Picazo, se había abierto en 1934, y por tanto, ha cumplido ya 80 años.


Enhorabuena.

Créditos:
Fotografía del Kiosco España, en diciembre de 2014, del autor.

domingo, 8 de enero de 2012

Un justo joyero de tamaño ajustado

Al inicio de la temporada 2009-10 publiqué una anotación en la que, entre otras cosas, hablaba del lanzamiento entonces de la colección Joyas literarias juveniles.

En los comentarios a la anotación se dijeron un par de cosas que quiero traer a colación ahora:

El problema de estas colecciones es la distribución. Como en algún momento el kiosco "falle", dejan de suministrarle y ya puede interesarte la entrega siguiente, que te quedas sin ella.

Esto decía yo en un comentario, y a las pruebas me remito: mi kiosquera de cabecera cierra durante el mes de agosto, semana arriba, semana abajo, según caiga el calendario; consecuencia de ello es que las entregas que le distribuyen quedan ‘suspendidas’ hasta que en septiembre se reanima la actividad.

En el caso de esta colección, es lo que me sucedió, con el resultado de que si bien compré los últimos números (60 y 61) el 13 de noviembre de 2010, no fue hasta después de Reyes (en concreto, hoy hace un año), cuando llegaron los atrasados del verano, aunque sólo casi todos, pues el último ejemplar lo conseguí el 5 de marzo de 2011.

Otro aspecto comentado que traigo aquí es el que hizo S.Cid:
Estuve sopesando la posibilidad de hacer la colección y en un tris de lanzarme a ello, pero me echó atrás el problema del que hablamos el otro día y cuyo nombre es "espacio", o mejor dicho: "falta de espacio".

Es cierto que una colección completa impone, pero ésta en concreto, no tanto: ocupa exactamente 75 cm, es decir, justo una balda de una estantería de las normales. En todo caso, más visual que este dato cuantitativo, es este otro visual: la colección completa cabe en ¡sólo una foto!

¡Y qué bien luce!

Nota final:
Entre las diversas joyas que me he estado encontrando estas semanas pasadas, hay un ejemplar de la colección original. Casualidad o no, el ejemplar es el correspondiente a David Copperfield, de Charles Dickens, con adaptación literaria de José Antonio Vidal Sales, puesta en ilustraciones por Alfonso Cerón Núñez. Se trata ya de la tercera edición de Bruguera, con fecha de hace casi 36 años (26 de enero de 1976).

¡Ah! Y es el número 8 de la colección. Como hoy, y como hace un año.

Créditos:
Fotografía de Joyas literarias juveniles, colección completa, en un estante de casa, del autor.
Portada del ejemplar David Copperfield, de la colección original, de 1976 (ilustración de Antonio Bernal Romero).

lunes, 31 de agosto de 2009

Pleno en el kiosco

Este domingo, en el kiosco observé, al intentar acercarme al mostrador abriéndome un camino entre todo lo que estaba expuesto, que ya había comenzado la campaña de septiembre de lanzamiento de coleccionables de kiosco. Me llamó la atención dos de ellos, no sé si intencionadamente colocados juntos por el kiosquero, aunque al no ser mi kiosco habitual me dio reparo hacer una foto, debiéndome remitir a las páginas de Internet de los editores.

Si no recuerdo mal, un domingo por la noche se emitió, hace treintaytantos, el episodio piloto de una atípica serie “del oeste”: en ese episodio le pasaba de todo, incluso un incendio nocturno en la pradera, a una familia en su camino a una tierra de promisión en el oeste. Hubo quien creyó que ya no les podía pasar más cosas, pero entonces, la tarde de los domingos,… empezó la serie propiamente dicha: “La casa de la pradera”. La sucesión de desdichas que se cebaban sobre la familia, a pesar de sus sonrisas, hizo que la serie fuera conocida como “La casa de la llorera”.

Por otro lado, es reconocido que Mario Moreno creó un arquetipo a través de su personaje de “Cantinflas” como persona con ideas estrambóticas, con facilidad para generar grandes líos, y con una capacidad casi cósmica para construir discursos en los que convincentemente… no decía nada.

Pues bien, estas dos series son las que me encontré en el kiosco.



Numerosas veces, en Madrid, al bajar por la Carrera de San Jerónimo, por la acera de la derecha, me quedaba con la duda de saber qué se ofrecía en una tienda que hay a la altura de la ampliación del Congreso. Como siempre estaba cerrada (suelo hacer los viajes en fin de semana) no he podido entrar. Sin embargo, ahora sospecho que parte de los productos la distribuyen este año a través de los kioscos. ¡Ah!, el establecimiento se llama “La tienda del Congreso”.

“La que se nos viene encima. ¡Corre, corre!”