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miércoles, 19 de junio de 2013

Sí, hay que controlar el gasto

DOMIN: Y fabricar trabajadores artifíciales es como fabricar motores. El proceso ha de ser de lo más sencillo, y el producto de lo mejor desde el punto de vista práctico. ¿Qué tipo de trabajador cree usted que es el mejor desde un punto de vista práctico?
ELENA: ¿El mejor? Quizá el más honrado y trabajador.
DOMIN: No, el más barato. Aquel cuyas necesidades son mínimas. El joven Rossum inventó un obrero que tiene un mínimo de exigencias. Lo tuvo que simplificar. Rechazó todo aquello que no contribuía directamente al progreso del trabajo. De esa forma rechazó todo aquello que hace al hombre más caro. En realidad lo que hizo fue rechazar al hombre y hacer el robot. (…)
¿Ve usted?, la fábrica de Robots Universales Rossum no produce un tipo uniforme de robots. Los hay mejores y peores. Los mejores pueden llegar a vivir unos veinte años.
ELENA: ¿Y después se mueren?
DOMIN: Sí, se gastan.

Y además, cuando se gastan, las unidades aún activas de ese mismo lote de fabricación no tienen derecho a días de permiso.

Créditos:
Extracto del Primer Acto de R.U.R.-Robots Universales Rossum, de Karel Čapek, según traducción de Consuelo Vázquez de Parga, tomado de la edición publicada por Minotauro en su colección Utopías, en octubre de 2003, de la hemeroteca del autor (pp.29-30).
Detalle de la página 2 del catálogo nº 91 de la Librería Peter Harrington, que recrea a su vez la sobrecubierta de la primera edición de I, Robot, de Isaac Asimov, realizada en 1950 por Gnomo Press, Inc.

martes, 18 de junio de 2013

Escribo, escribo. ¿Cómo escribes?: Con intriga y misterio

Carlo's appointment marked a turning point in Christie's compositional methods and her success as a writer. "As soon as Rosalind [Christie's daughter] started school I began to prepare to start dictating a story. I was so nervous about it that I put it off from day to day. Finally the time came: Charlotte and I sat down opposite each other, she with her notebook and pencil. I stared unhappily at the mantelpiece, and began uttering a few tentative sentences. They sounded dreadful. I could not say more than a word without hesitating and stopping. Nothing I said sounded natural. We persisted for an hour. Long afterwards Carlo told me that she herself had been dreading the moment when literary work should begin. Although she had taken a shorthand-typing course she had never had much practise in it, and indeed had tried to refresh her skills by taking down sermons."
However hesitant the technique, both women found their stride together within the year and used the method to produce the first Christie masterpiece, The Murder of Roger Ackroyd, published in 1926 by her new publishers, Collins.

Miss Fisher from Agatha Christie May 1926. In memory of commas, colons & full stops!

(Complaciendo el gusto que tienen estas páginas por las maravillosas coincidencias, la de hoy es que la obra en cuestión es la primera que leí de Agatha Christie.)

Créditos:
Extracto del texto introductorio al catálogo Agatha Christie. Inscribed books from the library of Charlotte ('Carlo') Fisher (“Agatha Christie's secretary, amanuensis, and close personal friend”), editado por la librería Peter Harrington (100 Fulham Road, Chelsea – Londres).
Fotografía de Agatha Christie y reseña de la dedicatoria tomadas del referido catálogo.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Y ahora, ¿dónde los pongo?: All those old friends

Con motivo de mi viaje a Londres hace seis años, tuve conocimiento de dos librerías, una anticuaria, y otra, digamos, normal, aunque mucho más antigua. El resultado es que en la anticuaria conseguí (aunque ya estaba comprobado antes por internet), una vida de Nelson en dos volúmenes, de 1814, y un Oliver Twist de 1846 (primera edición en un solo volumen). En la normal, pero en su sección anticuaria dedicada a Churchill, una recopilación de sus discursos en una fecha tan temprana como 1941, y que en plena guerra no podía titularse sino Blood, Sweet and Tears.



En esta ocasión, se repitió parte de la agenda.




Ya tenía controlado un libro en Peter Harrington (en Fulham Road, Chelsea), y como estaba suficientemente cerca del hotel, nos acercamos a poco de llegar. El libro estaba disponible, y es éste: una primera edición de The Wisdom of Father Brown, de G.K. Chesterton.

Días después, andando por Piccadilly, no pudimos sino entrar en Hatchard’s, proveedor de la Casa Real, y, más modestamente, mío.


Esta vez no me llamó la atención nada sobre Churchill, y me quedé con las novedades: una guía de Londres, con la referencia de las calles y los lugares con presencia, en un relato u otro, de Sherlock Holmes, ilustrándolo con grabados y fotografías de la época; y por otro ladouna novela, desarrollada también en Londres, e identificada como la primera novela de detectives propiamente dicha (según se desarrolla en la introducción, cuestión que no voy a discutir ni aquí ni ahora).

Como cosa curiosa, veo en su página de internet que esta librería ofrece un servicio alternativo a las clásicas Listas de Bodas, como librería. Tal vez sea sociológicamente interesante ver el uso de dicho servicio y la lista de libros implicados en él.

Y este viaje es lo que ha tenido con estos old friends.

(Bueno, hubo más cosas en estas librerías, pero ya tendrán su momento.)

Créditos:
Imágenes de la tarjeta comercial de Peter Harrington, y de un marcapáginas de Hatchard’s.
Imágenes de los libros en cuestión.