Cuando un relato se
titula El problema final, y dos de
los personajes principales se acercan mucho al borde de un precipio, especialmente
si éste se abre sobre las Cataratas de Reichenbach, está claro que algo
finaliza.
Ésta era la intención de
Arthur Conan Doyle en relación con su ¿personaje? de Sherlock Holmes, aunque
acabó rindiéndose ante el clamor popular, y recuperó las narraciones del famoso
detective. Eso sí, la cesión tardó en llegar (1901), y además, lo hizo con una
historia anterior al emocionante viaje a Suiza: El perro de los Baskerville.
La fama del binomio Conan
Doyle-Holmes ha acabado mostrándose de varias maneras:

- En un guiño humorístico,
como médico, ha sido el equivalente del doctor Watson en unas obras de Gyles
Brandreth (2007) en las que Sherlock Holmes es Oscar Wilde.


- Un personaje, en
principio secundario, es el ama de llaves, la señora Hudson, la cual se
convierte en el ‘detective’ que principalmente resuelve el misterio de los espíritus,
según nos relató Martin Davies (2004).

Por tanto, con esta vida
tan ajetreada, no es de extrañar que en algún momento acabara recalando en Madrid, aunque eso será el próximo viernes día 7.
Créditos:
Cubiertas de varios de
los libros mencionados.