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jueves, 19 de agosto de 2010

¡Por allí resopla… la adaptación!

La época
Muy lejos, en el futuro…
En la Tierra no quedan recursos y los seres humanos tienen que ir a buscar materias primas cada vez más lejos, a los confines del sistema solar, donde fuerzas atemporales desatan las pasiones humanas.


Lo que me llamó la atención de esta obra no fue esta introducción, sino la continuación.

La historia
Más allá del Gran Cinturón, en los límites de nuestra galacia, unos cazadores de asteroides arriesgan sus vidas en busca de valiosos minerales, partiendo de la gran estación espacial de New Bradford. Ismael, joven viajero en busca de aventuras, se enrola en una extraña nave: el
Pequod. Muy pronto navegará por rutas prohibidas tras las huellas del gran cometa blanco, Moby Dick, que Ahab, el capitán del Pequod, persigue sin descanso.

Hace unas semanas hice una fugaz referencia al hecho de la adaptación de una novela al cine. En este caso ya no es al cine, y ni siquiera al cómic o historia gráfica (antes, tebeo).

En este caso, el guión de Jean-Pierre Pécau es una adaptación libre de la famosa obra de Herman Melville en la que sólo mantiene, más o menos, los caracteres y relaciones de los personajes, pero desde luego, ni el entorno ni, mucho menos, la época.

Ilustrada la adaptación por Zeljko Pahek, la empresa tiene éxito.

Seguimos sin saber el nombre del narrador de la historia. Como en otras ocasiones, nos dice, simplemente: “Llamadme Ismael”, y sigue con la misma brusca forma de conocer a Queeqeg. También conoce al capitán de la nave, en esta ocasión Ahab (aunque en la rotulación se escapa algún 'Achab'), tanto sus desagradables formas de relacionarse con otras naves, como su taciturno carácter, con extraños comportamientos frente a los asteroides que cazan, y, sobre todo, su historia.



La historia mantiene el espíritu de aventura, de emoción en la caza de los asteroides, de peligro, de naufragios, de tristes recuerdos a las tripulaciones desaparecidas... salvo a uno.



A uno que, en su deseo de venganza, arrastra a los arponeros de la tripulación a un ritual mágico, de compromiso, con un bautizo de sangre de un arpón especial, con un diseño... a la antigua usanza.

El rastro del gran cometa blanco se va haciendo cada vez más intenso, hasta que el encuentro se produce.

Y por supuesto, Moby Dick, el gran cometa blanco... sopla.





Todo lo demás... es futuro.


Créditos:
Portadas, juntas, de los dos volúmenes de Moby Dick, con diseño de Manchu.

Diversas páginas y viñetas, con dibujo de Zeljko Pahek sobre guión de Jean-Pierre Pécau, según traducción de Aliénor Benoist y Pedro Riera.

Edición original en Guy Delcourt Productions, en 2005, y en España, de Ediciones Glénat España, en 2006.

sábado, 31 de julio de 2010

Comentarios ilustrados de ayer y hoy: Julio 2010 (I)

Una deficiente gestión de mi tiempo me ha impedido contestar varios de los comentarios que diversos lectores de este diario han tenido a bien realizar. Con ésta y futuras anotaciones, voy a intentar dar cumplida respuesta, hoy, a comentarios de ayer, empezando por, lógicamente, comentarios habidos este mes de julio.


1- Sobre el comentario de S.Cid en relación con la factura de la luz:
Al leerlo me vino en seguida a la memoria la historia de la factura de la luz. La leí en su día en la revista Trinca, casualmente, en el último número que publicaron, y se recogía en una historieta de las de Ventura&Nieto, cuyas viñetas en cuestión, adjunto.


2- Sobre los comentarios de S.Cid y bate en relación con la publicación de prensa los lunes:
Siempre ha habido prensa los lunes, lo que pasa que en su momento lo que se publicaba era la Hoja del Lunes, editada por la Asociación de Prensa local. Sin embargo, al cabo de un tiempo, se decidieron las cabeceras también a ello, dejando, por tanto de publicarse la Hoja del Lunes. Esta decisión tuvo sus críticas, ya que parte de los beneficios que se obtenían revertían a la Asociación, especialmente a la mutualidad de los periodistas, según recuerdo. Claro que eran otros tiempos.
Sobre la pregunta concreta de bate, acompaño el anuncio del ABC (edición de Madrid), correspondiente al domingo 2 de mayo de 1982; es decir, el ABC de Madrid pasó a publicarse los lunes el día 3 de mayo de 1982.

3- Sobre el comentario de S.Cid respecto de la sombrilla:
A mí no me gusta la playa, por lo que dispones por aquí de una sombrilla.
He comprobado que en la funda sí pone lo de Francis Montesinos, y en la imagen adjunta hay un detalle de la sombrilla.
También he comprobado que el objeto en cuestión se debe corresponder con una promoción de prensa (que ahora no recuerdo) de algún periódico local (supongo), porque en el plástico de la envoltura hay una pegatina de devolución de un kiosco a la distribuidora de prensa.
Pero bueno, aquí está la sombrilla para quien le pueda resultar útil.

De momento, esto es lo que hay. En próximas anotaciones, más.

Créditos:
Viñetas de la historieta La electricidad, esa cosa, de Ventura&Nieto, publicada en el nº 65, del 1 de julio de 1973, de la revista Trinca.

Anuncio del ABC del 2 de mayo de 1982, sobre la publicación del periódico los lunes, a partir del día siguiente, de la colección de recortes de prensa del autor.

Montaje fotográfico de la funda y de un detalle de la sombrilla recibida, como detalle con motivo de una cena de compañerismo, por el autor.

sábado, 18 de julio de 2009

Y hoy, sí, hace...

…tres meses que compré Pyongyang, novela gráfica (que se dice ahora), obra de 2003 de Guy Delisle, canadiense de Quebec. En el año 2006 tuvo las nominaciones (o sea, fue propuesta) a la mejor obra de no ficción y al mejor autor en los premios Eisner (los Oscar del cómic, que diría alguien, por ejemplo, yo: lo acabo de hacer, ¿no?). Y ciertamente, éxito sí tiene, pues están realizando una edición cada año desde 2005 (mi ejemplar es de la cuarta edición, de junio de 2009)

La primera referencia de la obra la tuve gracias a una anotación de elentir, allá por el mes de Enero (“grandes dosis de ironía y humor”, “el libro es como ver una versión dibujada de ″1984″, si bien lo que cuenta son cosas reales del país más opresivo de la tierra”) y luego, ya en abril, a través de un breve recordatorio de Urko de Azumendi (“hilarante”) al reseñar una novela que se desarrolla también en Corea del Norte.

En la obra se narra la estancia del autor en Corea del Norte por motivos profesionales, para supervisar los trabajos de dibujo y animación de una película (sí, la deslocalización llega incluso a esto, a Corea del Norte – sí, incluso Elipse, el estudio de Canal +, según cuenta).

En la novela se recoge una anécdota relativa a los receptores de radio (“todos los aparatos de radio del país están bloqueados en la emisoras oficiales”) y cómo intenta evitar el 'bloqueo' con un aparato que ha introducido ilegalmente.



Por muchas vueltas que diera en el dial, la realidad era única.



No sé si es una casualidad que este ejemplo de cómo se viola el derecho a la información, se quede en la página 38, es decir, el mismo número que el del paralelo que actuaba de frontera entre las dos Coreas y cuya violación en 1950 por Corea del Norte desencadenó la conocida como Guerra de Corea.



Guerra, en la cual, aunque se han preocupado mucho últimamente de ocultarlo, la ONU sí tuvo una participación activa en defensa de Corea del Sur, primero contra Corea del Norte, y luego contra la China continental, cuando ésta tomó la iniciativa en el conflicto (se ve que sólo veían M.A.S.H. para aprender a jugar al golf, o para apreciar a ‘Morritos Calientes’, pero no para aprender, aunque fuera de refilón, algo de Historia).

En resumen, que el 38 actúa como un impresionante muro que impide a la información fluir como debe, pero no sólo en Corea del Norte, como se ilustra en la novela gráfica.

También, durante mucho tiempo, en Europa hubo demasiados reacios a la información, como muestra Carlos Semprún Maura en su novela, ya conocida por aquí, Las aventuras prodigiosas:

La guerra de Corea ardía mientras Sofía y Lorenzo vivían en la calle de Sèvres. Él estaba totalmente convencido por la mentira comunista, o sea que Estados Unidos y Corea del Sur, el imperialismo y su lacayo, habían agredido militarmente a la pacífica Corea del Norte, y siguió convencido de ello durante casi cinco años, hasta 1956, año crucial, cuando tuvo que reconocer que había ocurrido lo contrario. Sofía tenía sus dudas, y además leía de vez en cuando la «prensa imperialista» (Herald Tribune, por ejemplo), pero no se atrevía a afirmarlo tajantemente ante Lorenzo y sus amigos, todos tan sectarios como él.” (pág. 15)

Más de cincuenta años después, todavía quedan contumaces rechazando la información y negando la realidad. Esto ya no es anécdota, esto ya es categoría. Y esto ya no es humorístico ni hilarante, sino grave y peligroso. Da lo mismo que sea por ignoracia o por convencimiento.