martes, 29 de junio de 2010

Sí, hace cerca de 200 años

En el calendario de sobremesa que se distribuye en la empresa, se puede leer, como frase del día de hoy, la siguiente:

"Una nación que no pide más que el orden, ya es esclava en el fondo de su corazón".

Figura como como autor, Alexis C. de Tocqueville.

Un día de éstos, tendré que leer La democracia en América, título en el que, de momento, me da la sensación, visto lo visto ayer, que resulta más pertinente la figura literaria de la coma como elipsis del verbo estar: La democracia, en América, porque aquí... va a ser que no.

lunes, 28 de junio de 2010

Los abajofirmantes, casi dos siglos después

Esta noche se ha conocido el fallo (¡qué riqueza la de la polisemia en la lengua española!) del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Cataluña, pendiente desde hace cuatro años.

Lo que no sé ahora mismo es si el fallo es relativo solamente al recurso del Partido Popular, o también al del Denfensor del Pueblo, y a los de un par de Comunidades Autónomas. En todo caso, eso no afecta a la magnitud del desastre.

Por cierto, que viene a cuento un hecho histórico sucedido en el ya conocido Palacio de Cervelló.

Y es que en dicho Palacio, quien pasó a la Historia como el Rey Felón, tras haber sido El Deseado, firmó la abolición de la Constitución de 1812.

Eso sí, aunque el Palacio de Cervelló es más bonito que el edificio del Tribunal Constitucional, el horror de los documentos firmados es el mismo.

Y el mismo día en el que se cumple el aniversario de un desastre mundial, con causa, al menos la inmediata, nacionalista.

La Historia, que no deja de enseñarnos,… y nosotros, de no aprender.

Créditos:
Grabado de T.Blanch representando la firma por Fernando VII de la abolición de la Constitución de 1812, tomado de El Palacio de Cervelló de Valencia Residencia Real en el Siglo XIX, de Encarna Furió y Rafaela Soriano.

Cuando el ayer desapareció… disparado

En la víspera de aquel 29 de junio, que la católica Austria celebraba siempre como la festividad de San Pedro y San Pablo, habían llegado muchos clientes de Viena. Ataviado con ropas claras de verano, alegre y despreocupada, la multitud se agitaba en el parque ante la banda de música. Hacía un tiempo espléndido; el cielo sin nubes se extendía sobre los grandes castaños y era un día para sentirse realmente feliz. Se acercaban las vacaciones para pequeños y mayores y, en aquella primera festividad estival, los veraneantes, con el olvido de sus preocupaciones diarias, anticipaban en cierto modo la estación entera del aire radiante y el verdor intenso. Yo estaba sentado lejos de la multitud del parque, leyendo un libro (todavía recuerdo cuál: Tolstói y Dostoievski de Merezhkovski); lo leía con atención e interés. Pero también era consciente del viento entre los árboles, de los trinos de los pájaros y de la música que llegaba a mis oídos desde el parque a oleadas. Oía claramente las melodías, sin que me molestaran, puesto que nuestro oído es tan adaptable, que un ruido continuado, una calle estrepitosa o un riachuelo susurrante al cabo de pocos minutos se amoldan completamente a nuestra conciencia y, al contrario, una interrupción inesperada del ritmo nos obliga a aguzar los oídos.
Y fue así como interrumpí sin querer la lectura cuando, de repente, la música paró en mitad de un compás. No sabía qué pieza estaba tocando la banda en aquel momento, sólo noté que la melodía había cesado de golpe. Instintivamente levanté los ojos del libro. La multitud, que como una sola masa de colores claros paseaba entre los árboles, también daba la impresión de que había sufrido un cambio: de repente había detenido sus evoluciones. Algo debía de haber pasado. Me levanté y vi que los músicos abandonaban el quiosco de la orquesta. También eso era extraño, pues el concierto solía durar una hora o más. Algo debía de haber causado aquella brusca interrupción; mientras me acercaba, observé que la gente se agolpaba en agitados grupos ante el quiosco de música, alrededor de un comunicado que, evidentemente, acababan de colgar allí.
Tal como supe al cabo de unos minutos, se trataba de un telegrama anunciando que Su Alteza Imperial, el heredero del trono y su esposa, que habían ido a Bosnia para asistir a unas maniobras militares, habían caído víctimas de un vil atentado político.
(…)
Recuerdo que en mi último día de estancia en Baden paseé con un amigo por los viñedos y un viejo leñador nos dijo:
- No hemos tenido un verano parecido desde hacía mucho tiempo. Si sigue así, tendremos una cosecha nunca vista. ¡La gente recordará este verano!
Aquel viejo con delantal blanco de tonelero no sabía qué verdad tan terrible encerraban sus palabras.


Y es que poco a poco, ese verano de 1914 se fue calentando hasta que en agosto llegó la deflagración conocida entonces como Gran Guerra y unos años más tarde, como I Guerra Mundial.

Como una broma de la Historia, o intencionado por los políticos, no lo sé, lo que empezó un 28 de junio, finalizó (formalmente) otro 28 de junio, cinco años más tarde, con la firma del Tratado de Versalles.

Sin embargo, nada sería como antes: como tituló Stefan Zweig, se trataba, ya, del mundo de ayer.

Créditos:
Transcripción parcial del inicio del capítulo Las primeras horas de la Guerra de 1914, de la obra El mundo de ayer. Memorias de un europeo de Stefan Zweig, según traducción de Joan Fontcuberta y Agata Orzeszek, en edición de Acantilado (pp. 275-277 y 280)

Ilustración del asesinato del Archiduque Francisco Fernando en Sarajevo, el 28 de junio de 1914, tomada de historiasiglo20.org

Nota: aunque sigo sin encontrar la foto a que hago referencia en la anotación de 2009, sí me ha localizado y entregado mi hermano el libro comentado en la de 2008 (la ausencia del ISBN se debe a que aún no estaba en aplicación).

sábado, 26 de junio de 2010

Ich bin ein Berliner

Hace 37 años (es decir, 15 años después del inicio de la anotación anterior), en una ciudad pujante y emprendedora, y sobre todo, libre, en presencia de su alcalde y del presidente de la república, un presidente estadounidense, lanzó su famosa frase de solidaridad con los ciudadanos que le oían, y de desafío con los tiranos que le escuchaban.

En la fotografía con que acompaño el párrafo (que, evidentemente, no se corresponde con el momento del discurso) se puede apreciar que la Puerta de Brandemburgo no está complementa visible (ni accesible), debido a la existencia del Muro de Berlín, levantado por el régimen comunista de la República Democrática (¡ja!) Alemana, casi dos años antes, en agosto de 1961.

Quien también proclamó que era berlinés libre, fue Conrad Schumann, casi dos años antes, el 15 de agosto de 1961, quien, si no tanto su nombre, sí hizo famosa su decidida acción de saltar (con armas y bagajes, que se decía) por encima de la barrera de alambre de espinos, cruzando al Berlín occidental sólo dos días después de haberse empezado (y casi acabado en una noche) el conocido como Muro de la Vergüenza.

Dos (o tres) generaciones mostrando, en la medida de sus posibilidades personales, una defensa firme ante el totalitarismo (y en el caso, al menos, de Kennedy, en su día, incluso combatiéndolo, aunque en el Pacífico no fuera nacionalsocialista sino imperial japonés).

A modo de balance, pues, podemos concluir, volviendo a la anotación precedente, que en España no hay berlineses, sino uno que se dice de León, otro de Pontevedra, y unos cuantos que de Berlín sólo les interesa que hablen en catalán en los vuelos de Air Berlin.

Así nos luce el pelo (no como a Kennedy que incluso revuelto por el aire, le quedaba bien).

Créditos:
Fotografía de Kennedy, Brandt y Adenauer el 26 de junio de 1963 en Berlín, tomada de German History in Documents and Images (Deutsche Geschichte in Dokumenten und Bildern).

Postal de Conrad Schumann saltando la alambrada hacia Berlín occidental en agosto de 1961, comprada en Berlín en el Museum Haus am Checkpoint Charlie – Mauer Museum, en Berlín, en enero de 2010, por el autor.

Un puente cercano… cuyos cascotes ya nos alcanzarán

El pasado 12 de mayo hice una anotación sobre el final del bloqueo de Berlín por parte del régimen soviético, y recordé cómo la ayuda occidental se consiguió organizar y mantener mediante un puente aéreo.

Dicho puente aéreo se inició tal día como hoy, un 26 de junio de 1948, como respuesta al bloqueo impuesto a Berlín por el régimen comunista soviético de ocupación de la luego Alemania Oriental.

Ese bloqueo se había establecido el día 24.

Precisamente, el día 24 de junio de este año 2010, nos hemos enterado de otra bizarra decisión en relación con otro puente aéreo (o similar).

En su día, el puente aéreo a Berlín salvó a una ciudad, aunque molestara a los comunistas.

En este día, la anulación del puente aéreo con el Peñón de Alhucemas no molesta al Sultán, aunque suponga el hundimiento de una nación.

Y eso que estamos a punto de celebrar los ocho años de “lo de Perejil”.

O tempora, o mores.

Créditos:
Fotografía del izado de la bandera de España en el islote de Perejil, tomada de no sé qué sitio de internet, en julio de 2002.

viernes, 25 de junio de 2010

Con 38 ya es fiebre, y la guerra fría, caliente

Hace sesenta años se demostró que la llamada por Bernard M. Baruch, un 16 de abril de 1947, Guerra Fría, no era sino una tensa espera para determinar cuál era el mejor escenario para convertirla en Guerra Caliente.

Tal día como hoy, de 1950, tropas del régimen comunista de Corea del Norte traspasaban la tenue frontera con Corea del Sur marcada por el paralelo 38 y establecida por las Naciones Unidas en su día, e invadían este país.

Curiosamente, la reacción fue inmediata, incluso por parte de las Naciones Unidas. Éste fue el primer caso en el que, para lo que se estila en la diplomacia de esta Organización, se declaró por parte de la comunidad de naciones la guerra a un país.

Bajo el liderazgo de Estados Unidos, una fuerza multinacional se organizó para repeler el ataque y defender a Corea del Sur de la agresión. La evolución de la contienda fue muy dispar, llegando en una primera fase incluso no ya a ser tomada por el enemigo la capital, Seúl (que está muy cerca de la frontera), sino la práctica totalidad del país.

Sin embargo, una contraofensiva casi desesperada lanzada por el Comandante Supremo de las tropas de las Naciones Unidas (Douglas MacArthur) contra la retaguadia norcoreana, en Inchón, a escasos tres meses del inicio de las hostilidades, consiguió dar la vuelta a la situación y reconquistar la totalidad del territorio surcoreano, con unas tropas bajo la bandera de las Naciones Unidas.

No obstante, ello no supuso el final de la guerra sino sólo una estabilización del frente, pues poco después entraba en acción la China roja, también en una agresión a Corea del Sur y a las Naciones Unidas, prolongándose el conflicto no hasta su finalización, sino hasta que se decretó un armisticio en 1953. En el archivo de The Times se dispone de un abanico de diversas noticas que marcan la evolución del conflicto, desde el inicio, hasta el armisticio.

Aunque por parte de los regímenes comunistas no se consiguieron los objetivos buscados en la agresión a Corea del Sur, sí averiguaron algo: las tropas de las Naciones Unidas no estaban tan unidas al cabo de unos años de guerra (de hecho, MacArthur fue destituido por unas rencillas internas, incluso ‘celosas’, de Truman, quien le veía como oponente suyo en las elecciones de 1952 – en realidad lo fue otro vencedor de la II Guerra Mundial, Ike Eisenhower, y ganó), y las democracias occidentales tampoco estaban por la labor de entrar en nuevas guerras tras el recuerdo de la II Guerra Mundial, fuera cual fuese el motivo de ello. Por tanto, era cuestión de ir probando en distintos sitios.

De esta manera, tras los éxitos conseguidos justo al acabar la II Guerra Mundial en Europa, los regímenes comunistas no se encontraron problemas en Hungría en 1956, ni en Checoslovaquia en 1968; en Vietnam en los sesenta los tuvieron hasta que descubrieron el eficaz uso de la propaganda… en la televisión estadounidense, mostrando, una y otra vez, el regreso de los soldados muertos o heridos, hasta que la acomodada sociedad no pudo aguantar más y exigió la retirada de “sus chicos” (los de Vietnam y luego los de Camboya, que se apañaran como pudieran); en América consolidaron Cuba como cabeza de puente en el continente con fortuna variada hasta ahora, y en África aprovecharon la descolonización portuguesa de Angola y Mozambique para aumentar su presencia.

La conclusión que podría sacarse de este ejemplo histórico es que el mal no descansa, y que entre los buenos, enseguida aparecen los desganados, agotados, pusilánimes y demás “defensores de la libertad” de boquilla. Y así nos va.

Créditos:
Fotogramas del documental La batalla de Inchón de la serie Decisiones de mando, de History Channel, que forma parte del volumen nº 23 de la colección Grandes batallas de la Historia en DVD, editada por Planeta DeAgostini en 2007-08.

jueves, 24 de junio de 2010

Lo siento… por el olvidado

Las celebraciones de este año de la Noche de San Juan se han visto marcadas por la tragedia sucedida en Castelldefels.

Esta tarde me ha costado más de una hora conseguir aparcar en una zona de Valencia, periodo de tiempo en el que he podido escuchar, íntegra, la tertulia de En casa de Herrero, en ((esRadio, en la que se han vertido diversas opiniones sobre el accidente.

Mientras daba vueltas y más vueltas, he tenido que frenar en numerosas ocasiones porque por la calzada andaban personas. Dichas personas no eran niños celebrando el final del curso, ni jóvenes prontos a la reacción; no, se trataba de ancianos, que apenas podían andar, y que ni siquiera estaban cruzando por donde no debían (que también): no, circulaban, directa e inconscientemente, por la calzada, a menos de dos metros de la acera correspondiente, pero que, tal vez, les resultaba más incómoda.

Con este ejemplo, creo que ya he manifestado mi opinión sobre lo sucedido anoche. Ahora, hablemos de los comentarios.

A nadie, ni en esa hora de tertulia, ni en el resto del día, ni en comentarios en el trabajo, a nadie, repito, le he oído el menor recuerdo sobre cómo se encontrará el maquinista del tren, quien, él sí, hacía lo que tenía que hacer,… y sin ninguna culpa, se ha encontrado con una docena de muertes cargando sobre él para toda su vida.

Créditos:
Fotografía tomada en la Estación del Norte de Valencia, el 20 de marzo de 2009, por el autor.

miércoles, 23 de junio de 2010

¿Por qué siempre deciden que lo que nos conviene es que nos maten?

En The Christian Almanac (obra ya conocida en estas páginas) me entero de que el aniversario destacado del día es la publicación en 1789 de An Essay of the Principle of Population, obra de Thomas Malthus.

Los autores se limitan a reproducir pasajes de su obra para calificar sus planteamientos, y en una traducción aproximada, tenemos:
Todos los niños nacidos, más allá de los que se requirirían para mantener la población en un nivel deseado, deben necesariamente perecer, a menos que se les haga sitio por la muerte de personas adultas… Por tanto… tendríamos que facilitar, en vez de esforzarnos loca y vanamente por impedirlo, las operaciones de la naturaleza que producen su mortalidad; y si nos aterroriza la demasiado frecuente visita de la horrible forma del hambre, deberíamos alentar las otras formas de destrucción, obligando a la naturaleza a utilizarlas. En vez de recomendar la limpieza a los pobres, deberíamos alentar hábitos contrarios. En nuestras ciudades deberíamos hacer las calles más estrechas, acumular más gente en las casas, y recortar el período de retorno de las plagas. En el campo, deberíamos construir nuestos pueblos cerca de aguas estancadas, y especialmente alentar los establecimientos en todos los pantanos y lugares insalubles. Pero sobre todo, deberíamos reprobar los remedios específicos contra las enfermedades y sus estragos; y disuadir a aquellos benevolentes, pero muy equivocados, que piensan que están haciendo un servicio a la humanidad con proyectos para la total eliminación de las enfermedades.

Los autores finalizan la reseña, tras este extracto, comentando sobre cómo se aplican en la actualidad estos principios excesivamente ‘sinceros’: “his disciples felt than the subtler and ‘more’ scientific approaches of education, contraception, sterilization, and abortion were more practical and acceptable ways to ease the pressures of the supposed overpopulation”.

En efecto, son más “aceptables”, y constituyen varios de los métodos defendidos por los ecologistas o similares.

Sin ir más lejos, no es decartable que en Leganés haya habido una especie de “Círculo Neomalthusiano Aplicado”, con intento de abrir sucursales incluso en Luxemburgo.

Por otro lado, el verano pasado, con la excusa de la nueva gripe, me enteré (no sé cómo) de la denuncia del planteamiento de un tal Ezekiel Emanuel en el sentido de que “las personas entre los 13 y 40 años deben tener prioridad porque sus vidas tienen más valor; los viejos ya dieron lo suyo, y los muy jóvenes, todavía no se ha invertido mucho en ellos”.

Claro que ya esa primavera hubo quien directamente propuso acabar con la población suficiente para el bien del planeta, y como eso no parece que tenga el apoyo de los afectados, el siguiente paso en esta evolución es la constitución de un gobierno mundial (elegido entre los que sí saben del tema, y por ellos mismos, no por la población, así en general) para gestionar el problema.

Uno de los criterios de aplicación de los neomaltusianos es el de la incompetencia mental. Es evidente que, aunque ellos se consideran muy competentes, no aprenden de la Historia y de barbaridades similares (por no entrar en otros calificativos, tales como criminales, miserables and so on).

Créditos:
Retrato de Thomas Malthus tomado de la Wikipedia.

martes, 22 de junio de 2010

Cuando se pacta con asesinos, los honrados pierden

Hace casi un año, recordábamos en estas páginas el conocido como Pacto Molotov-Ribbentrop, o Tratado de No Agresión tal y tal y tal, entre el régimen nacional-socialista impuesto en Alemania y el régimen comunista (soviético) impuesto en Rusia y repúblicas anexionadas.

Una escena literaria que recuerdo sobre tal pacto se encuentra en Ha estallado la paz, de José María Gironella. Dicha escena muestra la extrañeza y confusión que causó en la España de la inmediata posguerra (agosto del mismísimo 1939, Año de la Victoria), personificada en la familia Alvear (y en concreto en la madre), el conocimiento de la alianza entre Hitler y Stalin, cuando hasta hacía escasamente medio año antes habían dado evidentes muestras de, digamos, desafecto, a través de sus apoyos en un caso, y sus peones y títeres en el otro, aquí, en España.

A mediados del pasado mes de noviembre, mientras regresaba en taxi de una reunión de trabajo, pude escuchar la parte final de la reseña o comentario que se estaba haciendo en el programa de Carlos Herrera, sobre un libro recién publicado en España, cuyo título hacía referencia precisamente a dicho pacto, a través de su otro nombre bajo es que también era bien conocido (y mejor calificado), El pacto de los asesinos, siendo su autor Max Gallo. No recuerdo ahora qué dijeron en esos comentarios, pero el caso es que, fuera lo que fuese, me resultó suficiente como para comprar el libro en la primera ocasión, que fue a principios de diciembre (sobre su lectura, lo haré en cuanto acabe con Eichmann).

En la contraportada del libro se dice: “Max Gallo se ha inspirado en la vida de Margarete Buber-Neumann, la dirigente comunista alemana que, perseguida y recluida en Siberia por Stalin, entregada a Hitler e internada en Ravensbrück tras el pacto germano-soviético, se convirtió después de la Segunda Guerra Mundial en una de las principales voces en contra del totalitarismo nazi y comunista, después de descubrir –y padecerlo en su propia carne– que debajo de las utopías y las esperanzas de cambio juveniles se hallaban agazapados el terror y la barbarie”.

Fuera de las referencias literarias, el Pacto de los Asesinos fue recordado, intencionadamente, bajo el título “¿Cuándo arrancan las tragedias?”en la Tercera de ABC por Hermann Tertsch con motivo del septuagésimo aniversario de la ‘fecha oficial’ del inicio de la Segunda Guerra Mundial:

Se suele olvidar que al mismo tiempo el Ejército Rojo de Stalin iniciaba la ocupación de toda Polonia oriental, hasta el río Bug. Y algunos no quieren recordar que aquello respondía a un acuerdo entre los caudillos de las dos grandes ideologías totalitarias que habían surgido en Europa durante el primer tercio del siglo XX. El 23 de agosto, el nazismo alemán y el comunismo soviético firmaron un Pacto de Amistad cuyo primer objetivo era la repartición de Polonia y la posterior ocupación soviética de los estados independientes bálticos.

Tertsch recuerda también otro aspecto que es olvidado general e intencionadamente:

La segunda [guerra mundial] estuvo dominada por unas ideologías totalitarias surgidas durante la falsaria Paz de Versalles. Mientras las democracias fracasaban estrepitosamente. La otra diferencia, no menor, [y por eso mismo] está en que la primera habría sido evitable y la segunda no.

Por desgracia, “el terror y la barbarie” no parece tener una identificación unívoca, clara e indubitada, y sobre el fracaso de las democracias…

Y es que como recordé en su día, no sólo el nieto de Stalin quiere impedir que se difunda la verdad sobre su abuelo: también el PSOE encuentra reparos a ello:
La réplica socialista sostuvo que su grupo y su partido aprueban todas las resoluciones de Naciones Unidas de condena de los crímenes del estalinismo... pero, también se escudaron en las diferente interpretaciones que se dan sobre los hechos y que dividen drásticamente a rusos y ucranios aún en la actualidad.

El caso es que finalmente, como era de prever, el mundo no resultó lo suficientemente grande para estos dos genocidas, y acabaron enfrentándose: tal día como hoy, pero de 1941, se inició la Operación Barbarroja, invadiendo Alemania la zona polaca bajo ocupación soviética, ante el desconcierto de Stalin (quien, según leí no sé dónde, estaba en esas fechas preparando justo lo contrario).

Tras la guerra, vencido uno de los genocidas, las democracias volvieron a fallar, y dejaron tranquilo (¡y con buena imagen pública!) al otro.

Créditos:
Fotografía del Pacto Molotov-Ribbentrop tomada de la Wikipedia.

Portada y transcripción de la contraportada, de El pacto de los asesinos, de Max Gallo, editado por alianza Editorial, en 2009, con traducción de Wenceslao-Carlos Lozano.

Fotografía de Adolf Hitler tomada de la Wikipedia ["This image was provided to Wikimedia Commons by the German Federal Archive (Deutsches Bundesarchiv) as part of a cooperation project. The German Federal Archive guarantees an authentic representation only using the originals (negative and/or positive"]

Fotografía de Stalin tomada de Libertad Digital.

lunes, 21 de junio de 2010

El recuerdo que vino del frío




Hace exactamente cinco meses, aterrizábamos mi hermano y yo en Berlín. En el curso de los paseos que dimos por sus calles, avenidas y puentes, pudimos apreciar diversos ejemplos del momento en que estábamos.





Hoy ha entrado el verano, como bien nos ha recordado Google, y naturalmente, me he acordado del fresquillo que hacía en Berlín.

Créditos:
Fotografías tomadas entre el 21 y el 24 de enero de 2010, en Berlín, por el autor.
Logotipo de Google de hoy, 21 de junio de 2010, celebrando la entrada del verano en el hemisferio boreal.

domingo, 20 de junio de 2010

Cuando el tiempo pasa volando

Uno de los objetos recogidos en la pasada exposición que recordaba la realizada un siglo antes, en 1909, era una maqueta del avión con el que se realizó el primer vuelo de un aeroplano en España, en septiembre de ese año, en Paterna, población en lo alto de las colinas cercanas a Valencia, situadas al noroeste (las noticias publicadas por cada diario el año pasado es literalmente la misma, aunque lleven firma diferente, cosas del periodismo).

No estuve presente en dicho acontecimiento. Sin embargo, para compensar dicha ausencia, el domingo pasado pude presenciar parte del VII Festival Aéreo de Valencia, de cuya celebración me enteré… de oídas,… quiero decir, de pronto oí el silbido de un caza al pasar cerca de casa.

Como no era cosa de acercarse a la Malvarrosa a esas horas, opté por coger mi veterana cámara analógica, es decir, con carrete fotográfico, para la que dispongo de un teleobjetivo de 300 mm,
... y hacer alguna que otra foto.

Quien quiera ver otras fotos, las puede apreciar en las galerías preparadas al día siguiente por dos periódicos de Valencia: Las Provincias y Levante.

Créditos:
Fotografía de la maqueta del avión Olivert/Brunet, de 1909 y “expuesto en el Palacio de la Industria (Tabacalera) de la Exposición Regional de 1909. Fue el primer aeroplano que vieron los valencianos. Voló en Paterna, por vez primera, en septiembre de 1909” (texto que acompañaba a la maqueta), tomada en agosto de 2009, en la Exposición Valencia 1909-2009, del autor.

Fotografías del VII Festival Aéreo de Valencia, del 13 de junio de 2010, del autor.

Nota: puede observarse que la leyenda de la exposición habla del “primer aeroplano que vieron los valencianos”, y que en la noticia del Ayuntamiento de Valencia, se dice que el Premio Juan Olivert “evoca el primer vuelo a motor de un piloto valenciano en el año 1909”. Menos mal que el Coronel Fernando Luis Horcada Rubio (o sea, un militar), “ha recordado que el valenciano Olivert «fue el primer aviador a motor en España»”. Y menos mal que el Ayuntamiento de Valencia lo gobierna el Partido Popular…

sábado, 19 de junio de 2010

Una visita histórica y real, sacada del archivo

Hace tiempo que caragüevo nos habló del libro El Palacio de Cervelló de Valencia. Residencia Real en el Siglo XIX, anunciando una visita por su parte. Él la hizo en su día, y éste ha sido el día en el que yo he podido por fin hacerla.

Como se desprende del título del libro, el Palacio de Cervelló se vio beneficiado de las circunstancias para ser Residencia Real. En efecto, durante la “Guerra del Francés”, o sea, la Guerra de la Independencia, consideraciones militares para la defensa de la Ciudad condujeron a “despejar” la zona extramuros, fuera de las murallas, para evitar que el francés pudiera aprovecharse de cualquier construcción para organizar el ataque. El problema es que “cualquier construcción” incluyó el Palacio Real, que fue derruido en agosto de 1811.

Curiosamente, excepción hecha del Capitán General “Luis Alejandro de Bassecourt que lo habitó por un corto espacio de tiempo y de forma intermitente”, el primer residente histórico del edificio fue… “una vez ganada Valencia por los franceses, el 14 de enero de 1812, el Mariscal del Imperio Louis Gabriel Suchet, nombrado por Napoleón Duque de la Albufera”.


El Palacio pasó a ser propiedad del Ayuntamiento de Valencia en 1987, y una vez que se pasó de “precario estado de conservación” a “ruinoso estado de conservación”, se procedió a su restauración, finalizada en 2003.

En la planta baja se ha dispuesto la exposición “El Palacio de Cervelló Sede de Personajes Ilustres durante el siglo XIX”, en la que mediante un recorrido por cinco estancias, se muestra los cinco periodos en que ha sido Residencia Real: “la muestra está concebida con una cierta estética decimonónica, tratando de acercar al visitante a los personajes que vivieron y a los acontecimientos que transcurrieron en el palacio a través de documentos originales, como medallas, grabados, óleos, libros, cartas etc.”.

Un reparo a cómo “está concebida” la exposición. Como puede observarse en las imágenes correspondientes a la Sala de la “Guerra del Francés” (donde figura el retrato que de Suchet hizo Vicente López), la iluminación es más bien escasa, dificultando notablemente la lectura de los panelesy apreciación del conjunto. De hecho, en la foto inferior no se aprecia en el cuadro, que representa la declaración de la guerra al francés, la figura que se encuentra a la derecha que es la de Vicente Doménech El Palleter.

Las otras cuatro salas son relativas a los periodos de Fernando VII, la Reina Regente María Cristina, Isabel II y Amadeo de Saboya.

Se completa la planta baja, con un pequeño espacio dedicado a la exposición “El Tresor de la Memoria”, en la que se “exhibe una parte de los ricos fondos del Archivo Histórico Municipal, uno de los más antiguos, completos y mejor conservados de los Municipales de Europa, creado en 1238, año en el que el Rey D. Jaime I ocupa Valencia, instituyéndola cabeza de un estado cristiano”.

Además de ejemplares legales (como el libro de Los Fueros -siglo XIII- o el del Consulado del Mar -siglo XV-), se expone la primera letra de cambio europea, emitida en el siglo XIV contra la municipalidad de Valencia (los Jurados).

En la planta primera o noble, se recrea el ambiente de época (salón de baile isabelino) o se muestran restauradas las pinturas al fresco de la torre sur. La galería pictórica es, mayoritariamente, la denominada Galería Borbónica, es decir, los retratos de los distintos reyes (y algunas reinas consortes o regentes) de la Casa de Borbón.

Sin embargo, lo primero que se encuentra uno cuando llega a esta planta noble es la estancia que recoge la biblioteca que en 1909 legó a la ciudad José Enrique Serrano Morales. Ignoro el número de volúmenes que la constituyen; por el aspecto, muchos encuadernados en piel y pergamino del XVIII. Entre ellos pude apreciar una colección de obras de Lope de Vega (las obras completas sólo las ha leído, según manifestación propia, Alfonso Guerra) y una edición de no sé qué documentación “inédita” que ocupa, sólo, 123 tomos, creo recordar.

En la planta segunda junto con un edificio adosado al Palacio, se encuentran las intalaciones propiamente dichas del Archivo Histórico Municipal.

Se trata de una visita curiosa, si bien no se disponía de folletos descriptivos (sólo el libro en cuestión, que tampoco se extiende mucho aunque sí está muy bien ilustrado,… y que compré al final). Además, una ventaja con que se cuenta es que el Palacio apenas es conocido, por lo que estuvimos todo el rato solos. De acuerdo con no sé qué criterio, no está permitido realizar fotografías de las exposiciones ni en la planta noble, sólo del patio.

Créditos:
Fotografías del Palacio de Cervelló, de junio de 2010, del autor.

Portada, transcripciones e imágenes tomadas de El Palacio de Cervelló de Valencia. Residencia Real en el Siglo XIX, de Encarna Furió Martínez y Rafaela Soriano Sánchez, editado en el Domingo de Ramos de 2006 por el Ayuntamiento de Valencia.

viernes, 18 de junio de 2010

Aun de noche, aún tienen brillo

A ellos, españoles de lenguas y tierras diferentes entre sí, pero solidarios en la ambición, la soberbia y el sufrimiento, y no a los figurones retratados en primer término del lienzo, era a quien el holandés entregaba su maldita llave. A aquella tropa sin nombre ni rostro, que el pintor dejaba sólo entrever en la falda de una colina que nunca existió; donde a las diez de la mañana del día 5 de junio del año veinticinco del siglo, reinando el España nuestro rey don Felipe Cuarto, yo presencié la rendición de Breda junto al capitán Alatriste, Sebastián Copons, Curro Garrote y los demás supervivientes de su diezmada escuadra. Y nueve años después, en Madrid, de pie ante el cuadro pintado por Diego Velázquez, me parecía de nuevo escuchar el tambor mientras veía moverse despacio, entre los fuertes y trincheras humeantes en la distancia, frente a Breda, los viejos escuadrones impasibles, las picas y las banderas de la que fue la última y mejor infantería del mundo: españoles odiados, crueles, arrogantes, sólo disciplinados bajo el fuego, que todo lo sufrían en cualquier asalto, pero no sufrían que les hablaran alto.

MANDER.– (Cinismo frío.)
Como queráis. Hoy termina,
de todas suertes, la guerra.
Vos con amor, yo con odio,
veremos hoy quién acierta.
(…)
Decid…: ¿no encendéis, Juan Pablo,
esta noche las hogueras
para festejar el triunfo?
¡Toda Flandes hace fiesta!
JUAN PABLO.–
(Con dignidad.)
Olvidáis que ésta es la casa
de un español; si yo en ella
me encuentro, es para mostrar
cuánto me obligan noblezas
que conmigo se tuvieron
en los días de la guerra.
(…)
MAGDALENA.– ¿Qué hay de vil en mis brazos,
Que te los tendí al llegar
Y sólo una sombra hallaron?
DON DIEGO.–
¿Pues esperabas tú luces
si vuelvo con el ocaso?


Es conocida la expresión relativa al Imperio de Felipe II en el sentido de que en él “no se ponía el sol”. Aunque ambientadas en una época bajo otro monarca, estas dos obras hacen el correspondiente juego de palabras: una recuerda el momento en que todavía lucía el sol de los triunfos; la otra, recoge el momento en que dejó de hacerlo.

No lejos de Flandes, en Brabante, donde en realidad se sitúa la obra de teatro, se produjo otro ocaso, también de gran importancia. Las lluviosas circunstancias meteorológicas hicieron que los caminos enfangados dificultaran la oportuna llegada de unos convenientes refuerzos, de tal suerte que el Emperador, Napoléon I, acabó vencido por el ejército enemigo, a cuyo mando se encontraba el Duque de Wellington, quien de esta manera rememoraba los triunfos ya obtenidos en España, especialmente, en Vitoria.

En esta ocasión, fue cerca de Bruselas, en Waterloo, también en junio, como en Breda, pero no el cinco, sino tal día como hoy, de hace 195 años, en 1815.

Créditos:
Portada y transcripción del párrafo final de El sol de Breda, de Arturo Pérez-Reverte, en edición de 1998 de Alfaguara (pág. 246)

Portada y transcripción parcial del IV Acto La Paz de En Flandes se ha puesto el sol, de Eduardo Marquina, según edición de 1962 de Editorial Juventud (pp. 175 y 182)

Fotografía del sol, el 15 de mayo de 2010, en Valencia, del autor.

Imagen tomada de Google Earth.

jueves, 17 de junio de 2010

Ya son públicos los enchufes

Hace algo más de dos meses publiqué una anotación sobre una reciente noticia relativa a los coches eléctricos.

Ayer se inauguró el primer enchufe en la vía pública de Valencia, de lo que se da cuenta en los dos diarios principales de la ciudad, además de en la página del Ayuntamiento. Bien para echarse flores o bien para aprovechar la ocasión para lo contrario, cada artículo cuenta sobre el caso.

Esta tarde he tenido ocasión de pasarme junto al enchufe en cuestión.

Efectivamente, es elogiable la integración de la infraestructura en un elemento del mobiliario urbano ya existente como es una cabina telefónica. En este caso, no hay pérdida pues bien que luce la publicidad de Endesa, que es la compañía eléctrica que está detrás de la novedad.

Lo que ya no tiene tanta publicidad es cómo debe realizarse la operación. El enchufe está claro dónde se encuentra, sin embargo, la forma de pagar no se ve a la primera, hasta que se sospecha que debe ser a través del teléfono.

Sin embargo, tampoco se anuncia de una forma clara. Al final, por lo menos en mi caso, he conseguido una secuencia que, en principio, funciona: se descuelga, se aprieta una tecla sobre la que hay algo que parece una ‘i’, a la izquierda, y aparece un menú en el que se puede leer (con permiso del Sol y de los reflejos) que una de las opciones es “Recarga de vehículo”, y a través de ella, consigues llegar finalmente al momento en el que te piden dinero. Y hasta aquí puedo leer... porque naturalmente no introduje monedas al no tener ningún vehículo que recargar.



Según una de las noticias, la tarifa es de un euro para una recarga completa de ¡tres horas!, aunque, ¡menos mal!, con media hora ya se tiene una recarga suficiente para circular. En todo caso, menudo plantón, porque claro, no veo yo que el dueño del vehículo lo deje ahí solo, repostando, al alcance del primero que llegue.

Ignoro si la tarifa (aparte del plantón) resulta cara o barata, pero seguro que con el tiempo, se establecerán puntos de recarga de distintas empresas, que competirán tanto en calidad de la energía eléctrica, como, sobre todo, en el precio, como ya sucede en las gasolineras de Valencia, sobre todo, cuando están muy cerca entre ellas, como es el caso de las de las fotos.



Bueno, de acuerdo, que el precio de la gasolina de 95 sea exactamente el mismo debe ser una coincidencia de esas que pasan, o a lo mejor se diferencian en el quincuagésimo decimal, o algo de eso. Nada extraño, puede estar uno seguro.

Créditos:
Fotografías del punto de recarga en la Plaza del Ayuntamiento, casi esquina con Lauria, en Valencia, de esta fecha, 17 de junio de 2010, del autor.

Fotografías de los paneles de precios de dos gasolineras vecinas en el Polígono Vara de Quart, de Valencia, de 16 junio de 2010, del autor.

miércoles, 16 de junio de 2010

El espectáculo de la Historia

Hace prácticamente dos años, César Vidal publicaba en su blog una anotación tomando como pie el triunfo de la Selección Española de Fútbol en la Eurocopa. Lamentablemente, y aun tratándose de un acontecimiento deportivo, al producirse en el contexto en que se produjo, no pudo referirse a las Olímpicas de Píndaro, sino a las Sátiras de Juvenal, en particular a una frase de la Sátira X, frase que, abreviadamente, es conocida como “panem et circenses”.

Antes de esta consulta, no recordaba dónde se encontraba el pasaje en cuestión, por lo que tuve que hojear el ejemplar de que dispongo (en edición traducida, eso sí),… sin encontrarlo. Y es que, curiosamente, la famosa frase no mereció ninguna anotación o apostilla en opinión de los comentaristas de la edición, aunque sí la parte en que se encuentra.

La frase en cuestión forma parte de “una poderosa secuencia, el instante justo de la caída, la degradación y la ejecución por orden de Tiberio, del que hasta entonces había sido su favorito, Seyano (…) Desde luego, la situación se debe matizar, porque en la sociedad debe haber quien gobierne, y el político que lo es con honradez ejerce una función muy noble (…) La caída definitiva de Seyano nos causa horror, y palpamos aquel estado general de la sociedad que vive en régimen de dictadura, paraíso de la clandestinidad y regocijo de la desgracia ajena cuando ésta se ceba en el personaje más odiado.

Como podemos ver, la frase se enmarca en un contexto nada deportivo.

«Puedes creerme; este hombre jamás fue de mi agrado. Pero, ¿qué crimen le ha derribado? ¿Quién le ha delatado? ¿De qué pruebas, de qué testigos se ha valido?». «Nada de eso: ha llegado de Capri una carta prolija y elocuente». «Bien, ya no te pregunto más»

Al hilo de la terrible realidad, algunos de los abominables aspectos de la caída de Sejano ya fueron objeto de recuerdo en estas páginas. En esta ocasión vamos a comentar sólo lo que se nos muestra por parte de Juvenal.

Situémonos antes. Tiberio, sucesor de Augusto, se ha retirado a Capri, desconectándose del gobierno del Imperio, labor que ha dejado en manos de Sejano (o Seyano, según se traduzca la ‘i’ latina). Las cualidades de Sejano no eran precisamente del tipo al que Manuel Balasch se refiere en su anotación, y las funciones ejercidas lo eran todo menos nobles. Pieza clave en ello fue la consolidación de una eficaz red de espías y delatores.

En todo régimen dictatorial, la caída de los malvados se produce no por los crímenes cometidos, sino, simplemente, porque colisionan con otro malvado que en ese momento tiene más poder. En este caso, Tiberio aún mantenía el poder que le otorgaba el reconocimiento que un suficiente número de personas le tributaba como Emperador. De tal manera que cuando, tras numerosos fracasos, consiguieron burlar las defensas que Sejano había dispuesto en torno a Tiberio para que permaneciera ignorante de todo, el Emperador, airado porque el poder de Sejano era en detrimento del suyo (sobre qué hacía con el poder, a Tiberio no le causó problemas de conciencia), decidió hacerlo caer, y permitir, por tanto, que fuera derribado por todos aquellos cuya ansia de venganza (que no justicia) no había ido sino en continuo crecimiento. Y para eso no se precisó de ningún tribunal: bastó “una carta”.

En este momento es cuando Juvenal entiende que procede criticar, no a los déspotas como Sejano, no al poder dictatorial de Tiberio, sino a quienes se limitan a “ir en auxilio del vencedor”, que diríamos ahora.

“¿Y qué, las turbas de Remo? Como siempre: van en pos de los afortunados y odian a los condenados. Si Norcia hubiese favorecido al toscano [Sejano era de allí, donde había un templo dedicado a Norcia, diosa del destino], si algo imprevisto al anciano príncipe [Tiberio] le hubiera costado la vida, este mismo pueblo y en esta misma hora aclamaría a Seyano como emperador. Desde hace tiempo –exactamente desde que no tenemos a quien vender el voto [Tiberio había suprimido los comicios]–, este pueblo ha perdido su interés por la política, y si antes concedía mandos, haces, legiones, en fin todo, ahora deja hacer y sólo desea con avidez dos cosas: pan y juegos en el Circo.
«(…) Mucho me temo que el Emperador nos castigue por haberle defendido tan mal. Corramos a pisotear el cadáver del enemigo del César mientras está aún tirado en la orilla. Pero que lo vean los esclavos, no fuera que alguno de ellos lo negara y condujera a su asustado dueño con una soga al cuello ante los tribunales
[vamos, que lo delatara]». Hete aquí los diálogos sobre Seyano, las murmuraciones secretas del vulgo.

Hace diecinueve siglos publicó Juvenal estas palabras. La memoria consigue recordar la expresión panem et circenses, pero como muestra evidente de vergüenza, ha decidido olvidar el resto del párrafo, los hechos que motivaron dicha expresión.

Y es que mientras haya pan y circo, mientras haya pan y toros, mientras haya pan y fútbol, la actitud es, en otra afortunada expresión, mucho más reciente, un “¡vivan las caenas!”.

Así, tendremos las cadenas, porque del pan ya veremos, y del fútbol, hemos empezado perdiendo contra… ¡Suiza! (¿pero no eran neutrales?).

Créditos:
Imagen del ejemplar, anotaciones de Manuel Balasch de 1990 a las Sátiras de Juvenal (pp. 320-321), y transcripción parcial de la Sátira X (vv.68-89), según traducción de Manuel Balasch, tomadas de la edición de 2008 de Gredos (grupo RBA).
Fotografía de una estatua de Tiberio existente en el Museo del Louvre, tomada de la Wikipedia.