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domingo, 24 de junio de 2012

Memoria gráfica de la Historia

Hace unos días recordamos la gesta del Regimiento de Alcántara durante los días del Desastre de Annual. Sin embargo, no fue la única acción de la Caballería española digna de ser recordada expresamente.

Durante los episodios de la guerra de Marruecos de 1909, en una acción junto a Taxdirt, el 20 de septiembre, una brigada de Infantería se vio hostigada por unos 1.500 rifeños, y uno de sus batallones, el Tarifa, quedó seriamente comprometido bajo el fuego enemigo.

La única fuerza que podía actuar rápidamente en aquel momento era la Caballería, de la que sólo se encontraba presente un escuadrón, el cuarto, del 21º Regimiento de Cazadores Alfonso XII. Y allá que fueron.

A pesar de las importantes bajas, el escuadrón dio hasta tres cargas contra los rifeños, quienes, ante lo inesperado (y desesperado) de la acción, acabaron replegándose, y aunque el escuadrón quedó diezmado, el batallón Tarifa pudo salvarse.

Esta heroica acción, premiada con la Laureada, aunque a su debido momento (no como le sucedió al Alcántara), naturalmente, apenas ha tenido mayor difusión en España, aunque, como en el caso del Cabo Noval, sí mereció un pequeño homenaje en las páginas de la Revista Trinca, de la pluma de Antonio Hernández Palacios.

También existe el llamado Himno de Taxdirt, y he encontrado una interesante reseña en el blog Espacio Cusachs.

Créditos:
Portada e imágenes de las planas de la aventura gráfica La paga del soldado-La carga de Taxdirt, tomadas de la Revista Trinca (nº 48, del 15 de octubre de 1972), de la biblioteca del autor.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Saber usar la mano izquierda

D. Antonio Ripoll Sauvalle, nació en Cartagena el 22 de enero de 1881. Ingresado con la edad mínima permitida en la Academia de Infantería, es promovido a Alférez y destinado a Cartagena desde donde marcha voluntariamente a Filipinas, y en Manila se le destina al mando de una sección indígena, a la defensa de la plaza. El 13 de agosto de 1898 a las 8 de la mañana empezó la Escuadra americana el bombardeo…
(...)
Solicita el Capitán Ripoll una audiencia con Su Majestad la Reina Regente. No sólo consigue de la Señora que se le permita seguir en activo, sino que le encarga un brazo y una mano articulada, de aluminio.
(...)
Surge en el verano de 1909 la campaña de Melilla, y el Capitán Ripoll pide inmediatamente un destino en alguna de las unidades que iban a tomar parte de ella, y lo consigue. Los compañeros le despiden de Cartagena con una comida que él acepta como anticipio de la que le darán cuando regrese con la Laureada, pues sin ella, no volverá.
(...)
Llega el 30 de septiembre del año 1909 y el mando decide un reconocimiento desde Zeluán hacia el Zoco de Senis de la Kábila de Beni-Bu-Ifrur, en las faldas del norte del Macizo del Gurugú. Esta acción se ejecuta con toda la columna al mando del General Díaz Vicario, que muere en el avance. Detenido éste, hacia las tres de la tarde, con la caballería que ha llegado al Zoco, pero ha encontrado mucho enemigo, se ordena el repliegue escalonado. La compañía de Ripoll queda la última para retirarse, en el lugar que había alcanzado, terreno llano, con ligera pendiente hacia la vanguardia, cerrado en campo por la ligera altura donde se ve una casa entre chumberas, y algunos arbolillos sobre el alto de la loma. Todo esto es ocupado por el enemigo, que hace mucho fuego, sobre todo desde la casa. El Capitán Ripoll decide desalojarlo de allí, manda armar la bayoneta y ordena que la compañía desplegada le siga cuando él lo ordene. Se avanzan varios pasos hacia el enemigo y ordena la carga, pero él cae acribillado, y la compañía no le sigue y retrocede. Hay alguno que se destaca y quiere llegar hasta el cuerpo del Capitán pero el fuego enemigo se lo impide.


Las tentativas que venía realizando el batallón de Cazadores de Figueras para encontrar el cadáver del heroico Capitán Ripoll, muerto gloriosamente el 30 de septiembre en el combate del zoco El Jemis, han tenido el éxito apetecido.
(…)
Anteanoche los guías indígenas hallaron un esqueleto, casi descarnado ya, que conservaba el uniforme de nuestras tropas.
Seguros de que se trataba de los restos que se buscaba, los depositaron en una camilla , conduciéndolos por sitios resguardados de todo peligro á la alcazaba de Zeluán.
El médico de Figueras identificó en el acto los restos del capitán Ripoll, destruyendo toda duda el brazo amputado, en el que ajustaba la mano artifical de aluminio.
En la mañana de hoy han recibido cristiana sepultura los heroicos restos en el cementerio inmediato á la alcazaba.


Le faltaba una mano y el antebrazo de aluminio, en substitución del que le fue amputado al bravo oficial en la campaña de Filipinas.
Se supone que los moros le quitaron el guante que tenía puesto para ver si llevaba sortijas, y al ver brillar la mano de metal creyeron que sería de plata y se la llevaron.


La famosa “mano de plata” fue recuperada tiempo después, a cambio de un rescate, según parece. Donada por su sobrino D. Juan Ripoll, tras un periodo en el Museo del Ejército de Madrid, ahora se encuentra en el Museo Histórico Militar de Valencia.

El seis de octubre, S.M. el Rey firmó un decreto concediendo al Capitán Ripoll, junto al Capitán Bermejo Sánchez-Caro y al Segundo Teniente Odoriz Domínguez, “el empleo superior inmediato por el bizarro comportamiento que observaron en el combate sostenido el día 30 de septiembre último en las inmediaciones de Zeluán, encontrando gloriosa muerte en el campo de batalla.

Sin embargo, para la Laureada, el Capitán Ripoll tuvo que esperar un poco más.

Con otros Rey y Gabinete distintos a aquéllos, en cambio, posiblemente hubiera sido juzgado en Consejo de Guerra por traidor a la Alianza de las Civilizaciones.

Créditos:
Planchas del episodio dedicado al Capitán Ripoll, de la serie La paga del soldado, con textos y dibujos de Antonio Hernández Palacios, publicada en el número 50, del 15 de noviembre de 1972, de la revista Trinca.
Transcripción parcial de la ficha que se ofrece en el Museo Histórico Militar de Valencia, relativa al Capitán Ripoll.
Transcripción parcial de la noticia publicada en ABC el 15 de noviembre de 1909, aunque fechada el 14 a las 11 de la noche, bajo el título El cadáver de un héroe.
Transcripción parcial de la noticia publicada en ABC el 16 de noviembre de 1909, aunque fechada el 15 a las 5 de la tarde.
Transcripción parcial de la noticia publicada en ABC el 7 de octubre de 1909.
Imagen de la noticia publicada el 7 de junio de 1911 en ABC acerca de la concesión al Capitán Ripoll de la Laureada de San Fernando.
Imagen que figura en la guía del Museo Histórico Militar de Valencia.
Las noticias de ABC han sido tomadas de su hemeroteca en intenet.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Si no es por él...

El otro día comenté una colección de planos de ciudades muy prácticos, y mencioné el de Madrid. De éste, traigo un detalle del plano de la zona céntrica, junto al Palacio Real.

En este detalle podemos ver, justo encima de la Plaza de Oriente, en un lateral del trayecto que normalmente se seguiría para llegar al Convento de la Encarnación, quedando, por ello, un tanto relegados, los Jardines del Cabo Noval.

Como otros muchos nombres de los lugares de las ciudades, salvo para los vecinos más inmediatos, ya es una suerte que se sepa de su existencia; más aún saber del quién y del porqué del nombre.

Yo supe de la historia del cabo Noval, no por los libros de historia ni, mucho menos, porque lo explicaran en clase: lo supe por un tebeo, o cómic, como era la revista Trinca.

Entre otras series, como “Manos” Kelly y El Cid, el dibujante Antonio Hernández Palacios desarrollaba la titulada La paga del soldado, mediante la que ilustraba diversos hechos heroicos habidos en la milicia española. En concreto, en el número 46, del 15 de septiembre de 1972, relataba lo sucedido la noche del 28 de septiembre de 1909, es decir, hace un siglo, durante esa nueva guerra de Marruecos, más centrada entonces en El Rif y Melilla.

Esa noche no tenía por qué haber sucedido nada de especial, más allá de los nervios de unas guardias en puestos entre alambradas, ligeramente avanzados respecto a la posición principal. Cierta rutina, pues, en aguantar la imaginaria sin que nada suceda, y esperar el relevo; mientras, las rondas de los mandos para evitar distracciones y sustos.


Sin embargo, la posición se convirtió, sin quererlo ni esperarlo, en el objetivo de un ataque sorpresa. Los puestos avanzados se vieron obligados a replegarse hacia la posición, y entre ellos, el mando que se encontraba en plena ronda de inspección: el Cabo Noval.



Tras ayudar a unos soldados, se queda rezagado intentando cruzar la alambrada por otro lado. En el intento, es capturado. Sólo que en vez de ser hecho prisionero y como tal llevado a la retaguardia, se ve utilizado como “llave” para cruzar las líneas, al ser, lógicamente, conocedor del santo, seña y contraseña.

Así sucede, y tras el grito de “¿Quién vive?”, el cabo contesta con el ‘santo’ que esa noche y a él, correspondía gritar: “¡Fuego aquí amigos, que son los moros!”.

Y él fue el primero en caer bajo su propia orden.




En 1912, el Ayuntamiento de Madrid no parece que pusiera muchos problemas a que se erigiera el monumento, cuya importancia se refleja en que fue obra de Mariano Benlliure. En el monumento hay dos lápidas principales: en la peana, al frente, se puede leer “Iniciado por mujeres españolas, se eleva este monumento a la gloria del soldado Luis Noval. Patria, no olvides nunca a los que por ti mueren”; en la segunda, nos resumen lo sucedido, y que tuvo como recompensa la Cruz Laureada de San Fernando.

Es famoso el adagio latino de “Dulce et decorum est pro patria mori”. Pero, como acaba la historia gráfica, “aquel «si no es por él…» es, ellos lo saben bien, la mejor paga para el soldado”.

Así pues, quien se acerque por estos jardines, aunque sea un momento, puede recordar al Cabo Luis Noval y a todos los que, por su profesión o movilizados obligatoriamente, decidieron cumplir con su obligación moral más allá de lo que les exigía el deber.

Sobre todo ahora que los que rigen la Patria encuentran como primera obligación (inmoral), la de olvidar.