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martes, 22 de abril de 2014

Sobre la pura razón de la anotación

Alemania, 1780. En medio de una batalla entre mentes ilustradas, sectas y bandas criminales, el joven médico Nicolai Röschlaub es el encargado de investigar una serie de muertes enigmáticas. Mientras tanto, los carruajes del servicio de correos están siendo atacados de forma arbitraria: no se roba nada ni se mata a nadie; sencillamente se les prende fuego, con todo lo que transportan, tras obligar a abandonarlos a quienes viajan en ellos. ¿Pueden estos dos fenómenos estar conectados?
Nicolai se dará cuenta de que el caso es más siniestro de lo que había sospechado cuando descubra que lo que los asaltantes pretenden evitar es la publicación de la Crítica de la razón pura, de Immanuel Kant. A partir de entonces, la misión del joven médico será salvar de las llamas el libro, una expresión del pensamiento ilustrado llamada a abrir el camino hacia la modernidad.

Hace un par de días comencé a leer esta novela, aunque el objeto de la anotación no es hablar de ella.

Tampoco es objeto hablar sobre si efectivamente hubo o no problemas de tal envergadura para la publicación de la obra de Kant; o si se trata sólo de una licencia literaria para elogiar esa “expresión del pensamiento ilustrado llamada a abrir el camino hacia la modernidad”.

Menos aún sobre si efectivamente la obra se trata de un “pensamiento ilustrado” o sobre cuál es el concepto de “modernidad” que se generara tras ella. Entre otros motivos, dos fundamentales: no recuerdo nada de cuando lo estudié (y no voy a molestar a mi hija para que me lo explique); y no he leído la obra.

El motivo de la anotación es mucho más sencillo, aprovechando la coincidencia (o no) de la lectura:

Hoy se cumplen 290 años del nacimiento de Immanuel Kant.

(Tampoco es motivo de la anotación proponerme leer la obra para celebrar el tercer centenario. Pero no prometo nada. Tampoco.)

Créditos:
Extracto del texto de la contraportada de El libro en el que desapareció el mundo, de Wolfram Fleischhauer (novela publicada en 2003), tomado de la primera edición realizada en noviembre de 2011 por Ediciones B, de la biblioteca del autor.

martes, 31 de diciembre de 2013

Y ahora, ¿dónde los pongo?: Sí, los últimos estantes de 2013

Y, creo, con esta anotación tenemos actualizada la biblioteca por este año.

Desde el oeste hasta el este.





En plena Inglaterra, victorina o más reciente.









O en Centroeuropa, ilustrada o destrozada.









O, sencillamente, aquí,... perdidos.

Créditos:
Cubiertas y sobrecubiertas de los libros en cuestión.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Para críticas estaban

También el otro día estuve ojeando las mesas y estantes de novedades. Entre ellas vi una que novelaba intentos de evitar la publicación de la Crítica de la razón pura, de Inmanuel Kant. Ni en este momento, ni creo que lo haga en ningún otro, recuerdo ni título ni autor de la obra.

Tampoco recuerdo, pero eso es más normal, gran cosa de la filosofía de Kant (bueno, ni grande ni pequeña), aunque formara parte del temario de aquella Filosofía de COU de hace, ya, cerca de 35 años.

La Crítica de la razón pura fue publicada en tres volúmenes en 1781, en 1788 se publicó la Crítica de la razón práctica, y, finalmente, en 1790, la Crítica del juicio.

Pues bien, no sé cuáles serían las razones esgrimidas, pero desde luego no parecen muy puras, ni juiciosas, aunque sí excesivamente prácticas, las que se argumentaron dos ciudadanos rusos en un local comercial de la ciudad de Rostov del Don.

No quiero imaginar la que se podría armar si en el nuevo curso que ahora ha empezado, éste fuera el método de corrección de exámenes.

Créditos:
Retrato de Inmanuel Kant, tomado de la edición de Nueva crítica de la razón pura, realizada por Sarpe en 1984 en su colección de kiosco Los grandes pensadores, de la biblioteca del autor.

jueves, 21 de abril de 2011

They kan’t read

La pasada semana terminó una colección kioscoperiodística, Los clásicos del pensamiento libre, de las que se venden ‘conjunta e inseparablemente con este periódico’, en este caso, El Mundo.

El pasado 18 de marzo, como ya sabemos, nos apuntamos/ron a un bombardeo, con el argumento humanitario de evitar que un bando masacrara al otro.

Precisamente el título puesto a la venta de la antedicha colección ese mismo 18 de marzo fue Hacia la paz perpetua, de Immanuel Kant.

La estructura del librito tiene un primer apartado “Que contiene los artículos preliminares para la paz perpetua entre los Estados”, entre los que se encuentra, sí, el quinto:

«Ningún Estado debe inmiscuirse por la fuerza en la constitución y en el gobierno de otro»
Pues, ¿qué le daría derecho a ello? ¿Tal vez el escándalo que da a los súbditos de otro Estado? Pero este escándalo puede servir más bien de advertencia, al mostrar la gran desgracia que se ha atraído sobre sí un pueblo por su ilegalidad; además el mal ejemplo que una persona libre da a otra (como
scandalum acceptum) no es en absoluto ninguna lesión. Sin embargo, no habría que incluir aquí el caso de un Estado que se dividiera en dos partes a consecuencia de disensiones internas, representándose cada una de ellas como un Estado particular que pretende ser el todo; que un tercer Estado prestara entonces ayuda a una de las partes no podría ser considerado como injerencia en la constitución de otro Estado (pues sólo existe anarquía). Sin embargo, mientras esta lucha no esté decidida, la injerencia de potencias extranjeras sería una violación de los derechos de un pueblo independiente que combate una enfermedad interna; sería, incluso, un escándalo y convertiría en insegura la autonomía de todos los Estados.



Está claro que algunos de los lanzados no han leído nunca a Kant, pero también está claro que los demás, no han terminado de leer el párrafo.

Y aquí estamos, todavía, un mes después de empezar. Aunque eso sí, podremos celebrar el cumpleaños de Kant este Viernes Santo.

Créditos:
Portadas de ABC de los días 19 y 20 de marzo de 2011 (de este día, también de la edición de Valencia).
Transcripción del artículo preliminar nº 5 de Hacia la Paz perpetua, de Immanuel Kant, según traducción de Jacobo Muñoz Veiga, en edición para la Biblioteca El Mundo, como nº 6 de su colección Los clásicos del pensamiento libre.