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jueves, 7 de febrero de 2013

Un buen dibujo… es para grabarlo

La inédita y cuidada colección de estampas reunida por Mariano Moret se compone por más de un centenar de piezas de los siglos XV, XVI y XVII. Estas obras en papel, fruto resultante del arte del grabado, muestran la influencia ejercida por dos de los maestros más importantes en la historia de este arte, Durero y Lucas van Leyden, en el grabado centroeuropeo coetáneo y posterior. Todas las estampas proceden de grabados en hueco sobre metal, en su mayoría abiertos a buril sobre cobre, y salvo contadas excepciones fueron realizados por artistas pertenecientes al ámbito alemán o al flamenco-holandés. Obras de temas variados cuyo recorrido e interpretación otorgan interés y atractivo a la muestra y crean pequeños hilos conductores en el discurso expositivo. La violencia, la espiritualidad, el mito, lo popular, el amor, la pasión,… curiosidades iconográficas y mensajes velados a través de las historias de los dioses y de los hombres.

A finales de diciembre pude visitar una muestra de grabados de artistas que aprendieron de Durero y van Leyden (muestra que aún sigue, hasta el próximo 17 de febrero). Resulta interesante y curiosa, tanto por la precisión y detalles de los dibujos, como por las temáticas de éstos.

Lo que no recuerdo es que se distinguiera entre el artista del dibujo y el grabador propiamente dicho, por lo que ahora tengo la duda de si, en general, entonces, ambas funciones las hacía el mismo artista.

Los pequeños maestros alemanes. Desde mediados del siglo XVII se denomina así, Kleinmeister, a un grupo de grabadores alemanes que hicieron láminas reducidas, incluso diminutas, de técnica refinada y detalles precisos. Pertenecen a la generación inmediatamente posterior a Durero, al que trataron de imitar y del que tanto aprendieron. Existe la hipótesis de que, ante su maestría técnica y originalidad iconográfica, sus contemporáneos y sucesores, en especial los de Núremberg, sólo pudieron conseguir una clientela y protagonismo a través de estos grabados pequeños, casi siempre en metal, con representaciones de temas variados, asuntos mitológicos, de género y hasta eróticos, que fueron objetos codiciados por gobernantes y acaudalados, y causaron algunos problemas legales a sus autores.

Desde luego, lo de “reducidas, incluso diminutas” es cierto, y el cartel que hay en la entrada bien que avisa de ello.

Y con lupa o sin ella, es una oportunidad de abrir boca para la exposición de Durero en la Biblioteca Nacional, en Madrid, que, precisamente hoy, ha abierto sus puertas.

Créditos:
Portada y extractos del texto de Felipe Jerez Moliner y Nuria Blaya Estrada (comisarios de la muestra), tomados del folleto de la muestra Gravats mestres. L’empremta d’Albrecht Dürer i Lucas van Leyden en la col·lecció Mariano Moret, expuesta en el edificio de la antigua Universidad Literaria, ahora Centre Cultural La Nau, en Valencia.
Imagen del grabado representando Lucha entre Hércules y Anteo, de Heinrich Aldegrever, tomado del referido folleto (hay que señalar que en el folleto, además de no indicar la autoría, la imagen no está completa, faltando un poco de los laterales superiores, derecho e inferior, lateral éste donde figura, precisamente, la firma).
Fotografía del cartel referido, en diciembre de 2012, del autor.