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martes, 9 de julio de 2013

Cambiando de/la calle

Según parece, el callejero ha sufrido una pequeña alteración, de modo que ha pasado de estar en pleno centro a situarse cabe el río Manzanares la...


Esto ha sucedido, naturalmente, en la Villa de Madrid.

Créditos:
Fotografía de la placa de la calle Maestro Villa, en Madrid, en junio de 2009, del autor.

sábado, 19 de mayo de 2012

El futuro no está escrito…

… pero hay quien tiene un ojo…

Créditos:
Fotografía del local ocupado por una sucursal de CajaMadrid, actualmente Disponible, de ayer, 18 de mayo, del autor, en Valencia, en la calle República… Argentina.

domingo, 30 de octubre de 2011

Aunque calle, tiene razón

Uno de los aspectos menos divulgados de la gastronomía de Toledo es el azúcar. No me refiero a que en sus campos cercanos se produzca en grandes cantidades que luego se apliquen en las cocinas y obradores; ni al resultado, ya propiamente gastronómico, de estas aplicaciones; ni siquiera, en sentido metafórico, a la dulzura de algunos de sus habitantes (aunque podría hacerlo). Me refiero a su mera y sencilla necesidad. Nutricional y de metabolismo, vaya.

Y es el caso que Toledo no engaña, y se sirve de su propio callejero para ello.

Ya comentó Caragüevo la verdad en el nombre de cierta calle de la Ciudad, y es momento de hablar de otra calle, también muy cierta y verdadera.

Hace dos semanas que iniciábamos viaje de regreso desde Toledo, y entre los recuerdos físicos que nos trajimos se encontraba cierta extraña sensación en las piernas.

Y es que no se trataba durante nuestra estancia del clásico «Ahora, vamos para allá», o del no menos habitual «Ahora, es hacia allí», que también. El problema es que además, tuvieron presencia incesante entre estos Ahoras, doña Cuesta Para Arriba y doña Cuesta Para Abajo, primas, como se ve, de padre… sí, de padre y muy señor mío.

Esto, en toda tierra de cristianos, es conocido como agujetas. Pero en Toledo, Ciudad Imperial, la elegancia y señorío han sentado sus reales, y no se pueden rebajar a hablar como todo el mundo: ellos, sencillamente, lo llaman, aunque es cierto que están por la labor, alfileritos.

Y muy educadamente, te avisan a través del nombre de una calle.

Luego alguien dirá que ese nombre viene de no sé qué y de no sé cuándo. Pero, de momento, esto es lo que hay.

O había, porque se me pasaron en seguida gracias a los otros buenos recuerdos y amistades que me traje de allí.

Créditos:
Imagen de diversos sobrecillos de azúcar, también recuerdo del viaje a Toledo.
Fotografía de la placa de la calle Alfileritos, de Toledo, en octubre de 2011, del autor.

sábado, 12 de febrero de 2011

Buenas costumbres marianas

En una exposición celebrada en Valencia y de la que aíun no he comentado nada, vi un cuadro que me llamó la atención por varias cosas: el tema que representaba, el objeto material del mismo, las características de los personajes, y, finalmente, la personalidad de éstos.

En resumen: la escena mostraba a una persona enseñando a otra a leer, lógicamente, un libro; las personas eran mujeres, y las mujeres eran Santa Ana y su hija, es decir, la Virgen María.

Como no estaba permitido, no pude hacerle una foto, pero para solucionar los problemas está el ingenio, y unas semanas después estábamos en Sevilla, y en el Museo de Bellas Artes exponen un cuadro de Juan de Roelas, fechado sobre 1615, titulado Santa Ana enseñando a leer a la Virgen. Y esta vez, sí hice la foto.

Es normal que tan buena costumbre se enseñe de padres a hijos, por lo que, lógicamente, también se dio el caso de que la Virgen María enseñara a leer al Niño Jesús, aunque no sea éste el título del cuadro de Marcelo Coffermans, sino Virgen con el Niño, fechado sobre 1560 y también en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.

Por todo lo visto, es totalmente coherente que en Sevilla se encuentra la calle Virgen de los Buenos Libros, y encima… ¡con una librería!

Créditos:
Fotografías de los cuadros reseñados, del Museo de Bellas Artes de Sevilla, de enero de 2011, del autor.
Fotografía de la calle Virgen de los Buenos Libros, de Sevilla, de enero de 2011, del autor.