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miércoles, 22 de agosto de 2012

Quedarse en cuadro por quedarse sin cuadro

Hoy es un día curioso en el mundo del arte, o por mejor decir, de los museos de arte. Pero no es para sonreírse, precisamente.

A poco de estrenarse el pasado siglo, en concreto, hace 101 años, se descubrió por la mañanita que el cuadro de Leonardo da Vinci, poco famoso entonces, conocido como la Mona Lisa o la Gioconda, no estaba colgado en el hueco de pared que le correspondía en el Museo del Louvre. Una vez finalizada la búsqueda en el Museo, y visto que no lo veían, concluyeron que lo habían robado. Tras reconocer el correspondiente marrón (muy apropiado dado el origen de la palabra), el cuadro sí empezó a ser famoso.

Cincuenta años después, se dieron cuenta, aunque en esta ocasión en la National Gallery de Londres de otro hueco. Esta vez tampoco el pintor era del país, pues se trataba de Francisco de Goya, aunque el retratado, a efectos prácticos, sí: Arthur Wellesley, primer Duque de Wellington.

Y por último, esta vez sí, en este mismo día, la cosa fue más descarada: un atraco a plena luz en el Munch Museum de Oslo, para robar dos, a falta de uno, cuadros del titular del Museo, Edvard Munch: la Madonna, y, lógicamente, El grito, versión de 1910, es decir, un año antes de que comenzara esta serie.


¿Es o no es para dar un grito?

Créditos:
Fotografía del conjunto de dos imanes mostrando por separado la mirada y la sonrisa de la Mona Lisa, del autor.
Imágenes de los cuadros referidos, tomadas de la Wikipedia.