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domingo, 15 de marzo de 2015

Illic sedimus et flevimus

Del mismo modo, todos los jefes de los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, según todas las costumbres abominables de las gentes, y mancharon el templo de Yahvé, que él se había consagrado en Jerusalén. Yahvé, el Dios de sus padres, les envió desde el principio avisos por medio de sus mensajeros, porque tenía compasión de su pueblo y de su Morada. Pero ellos se burlaron de los mensajeros de Dios, despreciaron sus palabras y se mofaron de sus profetas, hasta que subió la ira de Yahvé contra su pueblo a tal punto que ya no hubo remedio.
Entonces hizo subir contra ellos al rey de los caldeos, que mató a espada a los mejores en el edificio de su santuario, sin perdonar a joven ni a doncella, a viejo ni a canoso; a todos los entregó Dios en su mano. Todos los objetos del templo de Dios, grandes y pequeños, los tesoros del templo de Yahvé y los tesoros del rey y de sus jefes, todo se lo llevó a Babilonia. Incendiaron el templo de Dios y derribaron las murallas de Jerusalén, pegaron fuego a todos sus palacios y destruyeron todos sus objetos preciosos. Y a los que escaparon de la espada los llevó cautivos a Babilonia, donde fueron esclavos de él y de sus hijos.

Este IV Domingo de Cuaresma hemos podido oír en la primera de las lecturas la causa de la ruina del reino de Judá y del consiguiente destierro de Babilonia.

Igualmente, en la lectura de los Salmos, se nos ha recordado los lamentos de los desterrados:
A orillas de los ríos de Babilonia,
estábamos sentados llorando,
acordándonos de Sión.
En los álamos de la orilla
colgábamos nuestras cítaras.
(…)
¿Cómo podríamos cantar
un canto de Yahvé
en un país extranjero?

El caso es que unos 2.300 años después sí pudieron…


..., aunque fuera merced a un gentil.

Y si recordaban las cítaras, o arpas, mudas colgadas de los árboles, también recordaban “un suono di crudo lamento” por el destino de Jerusalén, y con ella, de todo el pueblo judío.

Pero, eso, como se dice, es llorar por la leche (y miel) derramada. Porque también hay que recordar cómo había comenzado todo:
Sed et universi principes sacerdotum, et populus, praevaricati sunt inique iuxta abominaciones gentium

Palabra (praevaricati) muy actual que nos llega desde el antiguo latín, teniendo en cuenta que no sólo la practicaban las jefaturas, sino también el populus.

Aunque queramos creer que ahora sea mucho jefe y poco pueblo quien la practique.

Créditos:
Extractos del Libro Segundo de las Crónicas (36, 14-20), y del Salmo 137 (136) (1-2, 4), tomados de la Nueva Biblia de Jerusalén, revisada y aumentada, editada en 1998 por Desclée De Brouwer, de la biblioteca del autor.
En el título, fragmento final del versículo 1 del Psalmus 136, y extracto del libro 2 Paralipomenon (36, 14), tomados de la Biblia Vulgata, en edición de Colunga-Turrado, publicada por Biblioteca de Autores Cristianos (duodécima edición, de 2005), de la biblioteca del autor.

viernes, 4 de abril de 2014

Este sueño ya está cantado

ADELA.- Entonces, ¿qué miradas te preocupan?
JULIÁN.- Otras, las que le envías a cierto tenor.
ADELA.- Pero ¿es posible que digas eso?
JULIÁN.- Te crees que soy tonto.
ADELA.- ¿Que yo miro a Anselmi?
JULIÁN.- La otra noche no le perdiste de los ojos.
ADELA.- ¿Dónde?
JULIÁN.- En el Real.
ADELA.- Pero, majadero, ¿a quién iba a mirar si estaba cantando?
JULIÁN.- Podías haber mirado a unos y a otros.
ADELA.- A la lámpara del techo, a los acomodadores, a ti, que estabas descosiendo una silla para ver si encontrabas chinches; a Pedro, que se había dormido e iniciaba un solo de ronquidos que desarrolló durante la romanza... Miraba a Anselmi, claro, porque
cantaba.

Es una pena que Pedro, en 1900, no hubiera llegado a conocer al doctor Bremón, del que se decía, allá por 1860:
LUISA.- ¡Una de las cosas que dicen que ha inventado es unas píldoras para no dormirse en la ópera!
CORUJEDO.- ¡Qué cerebro!
EMILIANO.-  Eso es más grande que lo del seguro de vida, señor Corujedo.

(Bueno, también puede ser porque la obra de aquél se estrenó dieciséis años más tarde que la de éste.)

El caso es que quien se ha ‘dormido’ he sido yo, y hasta hace unos días no he comprobado que la nueva temporada de ópera del Teatro Real de Madrid ya está anunciada.

Aunque lo único (nuevo) que encuentro en ella es, paradójicamente, la traviata.

Créditos:
Extracto del Acto Primero de El baile, obra incluida en Obras selectas, de Edgar Neville, edición preparada por él mismo, y publicada por Biblioteca nueva, en enero de 1969, tomado de una edición facsimilar (pág. 207), de la biblioteca del autor.
Extracto del primer acto de Cuatro corazones con freno y marcha atrás, tomado de Obras completas de Enrique Jardiel Poncela, Tomo I, según la séptima edición de AHR, de 1973 (pp. 889-890), de la bibliteca del autor.
Fotografía del publico, en patio de butacas y palcos, en el estreno de Fidelio, en el Teatro Real de Madrid, en abril de 2008, del autor.

jueves, 31 de octubre de 2013

T'ispiri il Signore un concento

Cuando el pensamiento vuela hacia praderas cercanas a otras riberas distintas de las habituales, suelen padecerse despistes.

En mi caso, el de recordar debidamente el bicentenario de Giuseppe Verdi, que fue este pasado día 10 de octubre, es decir, hace tres semanas.

Por tanto, ¿qué mejor que recurrir al tercer acto de su tercera ópera?


El coro de esclavos de Nabucco pronto devino en un canto patriótico italiano (era la época de la unificación italiana), pero de inmediato, fue un ruego cumplido: en efecto, el Señor inspiró a Verdi un magnífico concento.

Lo triste es que siga estando vigente el verso de “Oh mia patria sì bella e perduta!”, y no sólo en Italia.

Nota:
Para los poco habituados a la ópera, el bis no es por tratarse de la segunda escena, sino que ya es algo habitual ante la representación de este coro.

lunes, 3 de junio de 2013

¿Gloria all’Egitto?

La famosa Marcha triunfal con la que se abre la segunda escena del Acto II de Aida se inicia proclamando la gloria a Egipto (y a Isis).

Sin embargo, hace ya un tiempo que esa gloria está ausente, y ahora, incluso, ni siquiera se ha llegado a cantar.

En esta situación, ¿quién retornará vencedor?

Créditos:
Detalle de la mano y la batuta, de Director de orquesta, escultura de Lucas Carrión Vázquez, Karrvaz, existente en el Tramo XIV del Jardín del Turia, enfrente del Palau de les Arts, en Valencia, de febrero de 2013, del autor.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Encontrada la ex-traviata

Y es que, como bien saben los seguidores de estas páginas, La Traviata se estrenó, en La Fenice de Venecia, tal día como hoy… ahora hace 160 años.

Y aunque no fuera así, por el teatro, por ella y por Verdi, brindemos

martes, 1 de enero de 2013

Sempre libero il pensiero… dell’amore

Este año se celebra el bicentenario del nacimiento de Giuseppe Verdi, y aunque falte aún bastante para el aniversario propiamente dicho, no está de más tenerlo presente, y qué mejor que con una obra suya.


La elección de la misma, además de por el hecho de que Rigoletto sea una ópera que me encante, y de por el otro hecho de demostrar que contiene mucho más que La donna è mobile, es debida a que este cuarteto formaba parte del recital que, como señaló caraguevo, se nos ofreció durante el “Viaje al interior de la Cultura” que tuvo lugar en el Palau de les Arts de Valencia.


Otro motivo de la elección es que si en la representación del video figura Plácido Domingo como Duque de Mantua, quienes ofrecieron el recital fueron alumnos del Centro de Perfeccionamiento Plácido Domingo, que tiene la sede en el antedicho Palau de les Arts. En concreto, el cuarteto lo constituyeron, muy dignamente, Mireia Dolç (Gilda) [tal vez quien mejor me impresionó del grupo], Marina Pinchuk (Maddalena), Valentino Buzza (Duque de Mantua) y Daniel Stefanov (Rigoletto).

Y cerrando así un círculo, no le demos más vueltas, y a ver cómo aprovechamos este año Verdi.

Créditos:
Doble fotografía del momento de la representación del cuarteto, en octubre de 2012, del autor.

viernes, 11 de junio de 2010

Las obras más hermosas

Hace tres semanas nos quedamos con que “en la charla, sobre el proceso de redacción de la novela, expuso que «llega un momento en que se atasca la novela». Y así le pasó.

En esta situación, Marta leyó un reportaje en el periódico sobre el legado de Verdi para un asilo en Milán, y la frase con la que lo resumió Verdi:“esta casa será mi obra más hermosa”.

En la página de internet de la ‘Casa Verdi’ puede leerse:
Il 16 dicembre 1899 nella casa di via Manzoni 29 a Milano, Giuseppe Verdi istituisce la Casa di Riposo per Musicisti - Fondazione Giuseppe Verdi «nella quale raccogliere e mantenere persone dell’uno o dell’altro sesso addette all’Arte Musicale, che siano cittadini italiani e si trovino in stato di povertà».
Unica al mondo nel suo genere, la Casa di Riposo è considerata l’ultimo capolavoro del Maestro di Busseto che dedica a questo progetto gli ultimi due anni della sua vita, prima di morire nel 1901 a 88 anni.
«Delle mie opere, quella che mi piace di più è la Casa che ho fatto costruire a Milano per accogliervi i vecchi artisti di canto non favoriti dalla fortuna, o che non possedettero da giovani la virtù del risparmio. Poveri e cari compagni della mia vita! Credimi, amico, quella Casa è veramente l’opera mia più bella». Così scrive Giuseppe Verdi in una lettera all’amico Giulio Monteverde.


Como resultado del reportaje, allá que se fue Marta, para conocerla: “se oía música de lejos”, había “una exposición de fotos de los residentes”. Entabló conversación con varios de ellos, y quedó muy afectada cuando se enteró de que una de las residentes, pocos meses después, padecía una modalidad ‘acelerada’ de Alzheimer.

Situada en la plaza de Michelangelo Buonarroti, la Casa Verdi era un imponente edificio pintado de blanco y cuajado de ventanas de ojiva que lo hacían semejante a una mansión veneciana. Costaba pensar en que aquel remedo de palazzo de los Dogos era en realidad un asilo, a pesar incluso del letrero de la fachada: «Casa di Riposo per Musicisti Giuseppe Verdi».
En cuanto atravesaron el portalón de entrada, Beatriz y Mario tuvieron la impresión de entrar en una abadía: fuera, el ruido del tráfico era casi insoportable, pero el amplio vestíbulo de la casa parecía estar concebido para poner el lugar a salvo del guirigay del mundo exterior. El vestíbulo flotaba en un silencio multiplicado por el pequeño jardín delantero, salpicado de rosales floridos. (…) La Casa Verdi parecía un lugar suspendido en alguna región indefinida del tiempo de los dioses. Avanzaron mecidos por las notas lejanas de un violín y una tuba, y por las escalas que cantaba una voz apagada que se resistía a dejar de ser hermosa. La atmósfera de extrema quietud debería haber sido turbada por el sonido de los instrumentos y los ejercicios de canto, pero eera como si todos los ruidos naciesen con el objetivo de apuntalar la paz sobrenatural de aquel refugio.


Esto le posibilitó desbloquear la novela, y afianzar en ella los aspectos de las cosas como forma de los recuerdos, de la historia de nuestra vida.

Sobre La importancia de las cosas, Marta comentó que es la que “más me gusta y creo que es la mejor, rematada, estructurada, escrita”.

Y sobre el mundo del escritor, en general:
Pensar en la destrucción de un libro es algo terrible”.
Hay que reconocer “la importancia que tiene la suerte”.
A los escritores hay que desearles lectores.

Sobre el éxito de un escritor tuvo varios comentarios:
Es bueno probar el fracaso y saber a qué sabe.
Habló de que, así como en el teatro existe el “veneno de taquillas”, también existe el “veneno editorial, aquel qu no vende sin saber por qué”.

En el plano personal, su peor momento profesional fue cuando le ofrecieron ser un negro de un no escritor. Pensó que algo mal estaba haciendo si le ofrecían eso.

Finalmente, recordó dos consejos de autores consagrados:
Hay que valorar los “trabajos alternativos”, según expresión de Vargas Llosa (él, por ejemplo, fue un tiempo ‘catalogador de lápidas’).
Y en opinión de Cabrera Infante, toda tu vida es útil para tu trabajo si eres escritor

Por último, nos anunció su próximo trabajo, una “novela juvenil, en otoño, de misterio, para unos 7 años, en clave adolescente”. Aunque eso sí, “necesito saber que tengo un mes sin salir”.

En resumen, una charla muy amena, muy interesante y que no me defraudó las buenas expectativas que tenía a partir de su novela.

En los saludos posteriores la felicité, le comenté que en mi opinión trataba demasiados libros en su sección de La linterna de Juan Pablo Colmenarejos, a lo que dijo que ya se lo trasladaría “al jefe”, y conseguí una dedicatoria en el libro.

¡Ah! Y con una semana de retraso, feliz cumpleaños, Marta.

Créditos:

Texto y fotografía de la Casa Verdi, tomados de su página oficial.

Fotografía de la placa existente en el Grand Hotel et de Milan, en el 29 de la Via Manzoni de Milán, en abril de 2007, del autor.

Fragmento de La importancia de las cosas, de Marta Rivera de la Cruz (pág. 319 y 322)

Dedicatoria de Marta Rivera de la Cruz, en mi ejemplar de La importancia de las cosas.

sábado, 6 de marzo de 2010

Renacer (encarrilada) de las cenizas

Este otoño pasado, con el patrocinio de Telefónica, se organizaron en diversos “centros de la cultura” de España, visitas guiadas para conocer las interiordades de los mismos. En el caso de Valencia, el centro visitado era el Palau de les Arts Reina Sofía. A través de la pertinente página de Internet me apunté para la visita, aunque sin éxito, consiguiendo sólo un premio de consolación, por así decirlo.

Las visitas eran nocturnas, dentro de esta tendencia tan moderna de hacer las cosas de noche para así gastar más en iluminación, horas extraordinarias, y otras menudencias. Tal vez así, alguien crea que podemos salir de la crisis, renaciendo de las cenizas en que nos hemos convertido.

Sin embargo, esa virtud, como todo el mundo sabe, sólo la tenía el Ave Fénix, aunque a veces, la cedía, como hizo en 1837 en Venecia, cuando a finales del año se pudo inaugurar la reconstrucción de un teatro totalmente destruido por un incendio en diciembre de 1836. Lógicamente, tras dicha proeza, el teatro pasó a ser llamado como el Ave, en italiano, claro, es decir, “La Fenice”.

En nuestro viaje a Venecia estuvimos junto al Gran Teatro La Fenice, aunque, ni de día, ni de noche, entramos a verlo. De haber podido estar algo más de siglo y medio antes, hubéramos podido presenciar, fuera, toda la agitación de la sociedad veneciana entrando en el teatro, y dentro, la experiencia de un estreno.


Y es que en el Gran Teatro La Fenice, con libreto de Francesco Maria Piave y música de Giuseppe Verdi, “expresamente composta per questo Teatro”, la tarde de un 6 de marzo como hoy, pero de 1853 (“si alza la Tela alle ore 8 precise”) tenía lugar la “prima rappresentazione dell’opera nuova”: La Traviata.

Tal vez esta circunstancia sea la que convierta esta ópera de Verdi en una presencia casi constante en las calles de Venecia. Pudimos apreciar que eran numerosos los lugares dondes se ofrecían representaciones de la obra. Naturalmente, no asistimos a ninguna de ellas (pues hay que dejar cosas para el siguiente viaje).





Como ilustraciones musicales de esta anotación, enlazo con una escena de mediado el primer Acto, “Un di felice”, en la que Alfredo aprovecha un momento en que se queda a solas con Violetta, durante la fiesta en casa de ella (tras el famoso brindis y un pequeño baile), y le declara su amor por ella, reconociéndole ésta que, incapaz de amar, sólo le puede ofrecer amistad.

En segundo lugar, enlazo con el final de la última escena del segundo Acto: “Alfredo, Alfredo, di questo core”. En esta escena, Alfredo, celoso y totalmente ignorante de los motivos de cuanto ha sucedido, afrenta a Violetta ante todos los invitados de la fiesta, haciéndole decir, incluso a su padre también presente, “Di sprezzo degno se estesso rende / Chi pur nell’ira la donna offende. / Dov’è mio figlio? / Più non lo vedo; / In te più Alfredo / Trovar non so.”. La escena acaba con el lamento de Violetta, viéndose despreciada por aquel a quien ama, a causa del sacrificio que, por ese amor, está haciendo: “Alfredo, Alfredo, di questo core / Non puoi comprendere tutto l’amore, / Tu non conoscí che fino a prezzo / Del tuo disprezzo provato io l’ho”

Las grabaciones enlazadas son de la representación realizada en 1955 en el Teatro alla Scala de Milán, bajo la dirección de Carlo Maria Giulini, con Giuseppe di Stefano interpretando a Alfredo Germont, y Maria Callas a Violetta Valèry.



¡Ah, por cierto! El regalo de consolación que recibí a principios de noviembre era una grabación de… La Traviata.




Créditos:
Foto del autor de la entrada al Gran Teatro La Fenice, de Venecia (septiembre de 2009)

Carátula de la edición de la grabación histórica de La Traviata en el Teatro della Scala de Milán, en 1955, editada por Membran Internacional GMBH

Carátula de la edición de La Traviata de la grabación de la obra en junio de 1991, con Cheryl Lauder y Luciano Pavarotti bajo la dirección de James Levine, editada por Deutsche Grammophon GmbH.

Grabado representando el interior de La Fenice, y cartel del estreno de La Traviata, en el libro que acompaña la edición de DGG.

Folletos varios recogidos en Venecia, en septiembre de 2009.

sábado, 27 de junio de 2009

No ha sido sólo un bis

A principios de 2005 Planeta DeAgostini lanzó a través de los kioscos una colección de DVD bajo el nombre La gran ópera, de la cual adquirí algunos títulos. El tercero en adquirir, y sexto de la colección, fue Rigoletto.

Esta grabación se correspondía con la representación que tuvo lugar en la Arena de Verona, el 21 de julio de 2001. El Duque de Mantua era interpretado por Aquiles Machado y Gilda por Inva Mula.

Un día, hablando con un compañero del trabajo sobre esta ópera, le comenté que la fama la tenía ‘La donna è mobile’, aunque yo prefería ‘Bella figlia dell’amore’ (aunque no era propiamente un aria), ambas en el tercer acto. Sin embargo, sobre esta grabación, le comenté que me había llamado la atención que se produjera un bis, no sobre estas melodías más populares (como también el ‘Caro nome’) sino sobre el dúo de la escena final del segundo Acto, el ‘Vendetta, tremenda vendetta’.

Poco antes de entrar a la representación de Die Walküre, mi hermano me comentó que dos días atrás se había producido un bis en el Teatro Real, en la representación de Rigoletto, lo que me recordó lo que acabo de comentar.

Además del hecho histórico de tratarse del primer bis en el Teatro Real de Madrid (como se recoge en la noticia de Aurora Intxausti en El País), resulta curioso que ambos bises en Rigoletto se produzcan en un dúo, y en una escena cuya melodía no es especialmente conocida por el llamado “gran público”. Para quien no la conozca, enlazo el vídeo (también de El País, al igual que la foto de Cristóbal Manuel) del bis en cuestión.

Aunque siempre queda la duda sobre si las ovaciones ante estas escenas no estarán catalizadas, además de por la grandísima calidad de la interpretación, por la identificación de una gran parte del público, si no toda, ante lo que se canta.

Es fácil hablar del ansia de libertad ante el coro de esclavos de Nabucco con su ‘Va pensiero, sul ali dorati’: ni los esclavos ni el público van a hacer nada que preocupe al tirano.

Pero cuando ante el tirano, ante el déspota, alguien clama ‘Vendetta, tremenda vendetta’ y el público le ovaciona, a pesar de saber, como sabe, que el mismo ejecutor de la venganza va a resultar perjudicado por ella,… entonces, se puede quedar uno pensando sobre qué es en realidad lo que ese público (o parte de él) ovaciona: la interpretación, la acción del protagonista contra un déspota (aunque sea mediante un acto equivocado), ¿o una acción que aplauden en otros al ser incapaces de realizarla ellos mismos, por mucho que lo deseen?

Prohibida la obra de teatro de Víctor Hugo, con problemas también de censura los libretos iniciales de Piave, Le roi s’amuse/Rigoletto forman parte de esas grandes obras que, en su momento, veinte años después, o casi dos siglos más tarde, son continuamente actuales porque las personas, a pesar de los déspotas que malgobiernan, son seres humanos. Y, egoístas o altruistas, con acciones equivocadas o no, más tarde que temprano, eso sí, acaban actuando.

Por cierto, el barítono, Rigoletto, en ambos casos ha sido Leo Nucci, y a eso me refería, que han sido dos, que no ha sido sólo un bis, ¿no?

jueves, 25 de junio de 2009

Una pesada carga a la espalda

Hace mucho tiempo leí que una figura importante en la obra de Verdi era la del padre. No lo he vuelto a leer más ni he estudiado el tema, por lo que no sé hasta dónde era algo personal, más allá de lo dramático.

Entre los padres, se destacaban al padre de Aída (Aída), y al padre de Alfredo (La Traviata). Padre uno de una hija, y el otro de un hijo, sí tienen ambos una cosa en común: con independencia de la importancia de su intervención en el desarrollo del drama, ninguno es protagonista en él.

El tercer padre no sólo es protagonista del drama, sino que lo es tanto, que hace cambiar el enfoque de la obra literaria en que se basa la ópera, y le da su propio nombre. Estamos hablando de Rigoletto.

Considerada pronto una obra maestra que abría nuevos caminos al género lírico, el principal valor de Rigoletto es que en ella la música alcanza una fusión perfecta con el drama, al mismo tiempo que logra traducir con acierto los recovecos psicológicos de unos personajes que son creíbles, no ya marionetas de cartón-piedra como muchos de los héroes románticos de ópera anteriores. La tesitura vocal, las melodías, el tipo de canto, la instrumentación que los acompaña, ilustran a la perfección esos mismos caracteres, la volubilidad un tanto cínica del duque (tenor), la rabia y el amor paterno del bufón (barítono), o la fragilidad de Gilda (soprano), sin por ello perder un ápice de lirismo.

Con estas palabras inicia Juan Carlos Moreno el capítulo Comentario musical. Música para una maldición, del volumen libro-CD con que se abría la colección Grandes óperas, editada por RBA coleccionables en 2007, y distribuida por el diario ABC.

La producción presentada en el Teatro Real es una adaptación de la elaborada originalmente por De Nederlandse Opera de Ámsterdam. En el libro editado por el Teatro Real figura una entrevista que Rafael Banús realiza a Monique Wagemakers, directora de escena. En relación con la propia escenografía, podemos leer:
- Su producción tiene un decorado abstracto, minimalista. Visualmente posee mucha fuerza, pero pienso que no ayuda mucho a los cantantes.
- La imagen es muy limpia, y creo que los cantantes se desenvuelven muy bien en él. El escenario refleja la atmósfera opresiva, sofocante, de una corte: una comunidad muy exclusiva, formada únicamente por hombres. Un caldo de cultivo ideal para la conspiración. Un mundo de poder, decadencia, rivalidad y vendetta. Cada escena tiene su propia y poderosa imagen y está marcada por el sentido de la prisión. Todos los lugares están cerrados. Nunca vemos a nadie entrar o salir del escenario.
- El coro va vestido de época. ¿Es un homenaje a la escena isabelina o shakesperiana?
- El tiempo y el lugar no están definidos en esta producción (…). Sandy Powell es una diseñadora fantástica (…). Todos los cortesanos van vestidos exactamente igual. Llevan largas túnicas y ajustados corsés. Buscan la protección del grupo, con sus reglas y rituales. (…)
- ¿Cuál es el papel del coro en esta producción?
- El coro desempeña un papel muy importante. (…) Los cortesanos están consagrados al Duque y se arrastran a sus pies. Los cortesanos están consagrados al Duque y se arrastran a sus pies. Son prisioneros del mundo del Duque. Esta producción habla del poder contra los indefensos. Sobre el encarcelamiento y lo que el miedo puede hacer con un ser humano. La identidad es una palabra clave en este montaje: nadie es quien pretende ser, la identidad no existe en esta corte. No ser visto significa seguridad.


Tras leer esto último viene a la memoria que la ópera fue el resultado de un encargo del teatro veneciano de La Fenice para ser estrenada en 1851, precisamente durante el carnaval. Sin embargo, el carnaval no evitó que también sufriera los efectos de la censura, aunque menos que la obra en que se basa (El rey se divierte). En este caso se resolvió, aparte de con algunas variaciones en el texto, degradando (más aún) al Rey: se convierte en Duque.

Los intérpretes de la representación a la que asistimos fueron los mismos que en el estreno, por lo que, dado además el escaso tiempo transcurrido desde éste, sólo dos días, son totalmente pertinentes las críticas publicadas en prensa, ABC y El País.

Un componente esencial de la escenografía minimalista es el uso del color, tanto en la iluminación como en el vestuario. Dada la prohibición de realizar fotos durante la representación, que se auto-relaja en los aplausos, sólo puedo trasladar una tímida aproximación a ello con estas dos fotos de los saludos finales.





Patrizia Ciofi volvió a ser la triunfadora de la noche, y de hecho fue la que más aplausos generó cuando nos cruzamos con el elenco en su veloz camino desde la escena hasta la terraza del Teatro para saludar al público del exterior.

Volviendo al principio de esta anotación, y enlazando con la crítica de ABC, tal vez no sea casual que la primera vez que se pronuncia la palabra “padre” en la ópera es al final del cuadro I del primer Acto, dirigiéndose precisamente un padre (Monterone) a otro (Rigoletto):
tu che d’un padre ridi al dolore,
sii maledetto!

miércoles, 24 de junio de 2009

La Real de Oriente

Salimos del Cuartel del Conde-Duque, y fuimos, paseando con tranquilidad, hacia la Plaza de España, y, por Leganitos, alcanzamos finalmente la Plaza de Oriente.

La real, ya que la proyectada por Isidro Velázquez fue asolada a poco de iniciadas las obras, como ya hemos comentado.

Entre dos Reales (Palacio y Teatro), sentamos momentáneamente nuestros reales en una cafetería de la plaza para un breve refrigerio, y poco después, pudimos apreciar un montaje sobre el que carecíamos de información.



El caso es que la representación iba a ser ofrecida en pantalla gigante a un provisional “patio de butacas”, una “platea” con entrada gratuita, circunstancia que no se daba en las butacas a cuyo derecho nos daban las entradas que llevábamos en el bolsillo.

Al salir, finalizada la representación, en esa provisional “platea”, por lo que apreciamos, debió de haber estado funcionando más de lo deseado el “aire acondicionado” natural de Madrid.

Ello, no obstante, no impidió que se manifestara un muy importante calor cuando los intérpretes salieron a la terraza del Teatro a saludar al público externo… aunque no llegamos a tiempo de verlos.



De verlos… fuera, porque dentro, aunque de lado, sí los vimos y los oímos, a ellos y a la orquesta, a la letra y a la música, a Hugo, a Piave y a Verdi.

Y a la tragedia: al despotismo y a la justicia, al amor… y a la venganza.