Cuando el pensamiento vuela hacia praderas
cercanas a otras riberas distintas de las habituales, suelen padecerse
despistes.
En mi caso, el de recordar debidamente el
bicentenario de Giuseppe Verdi, que fue este pasado día 10 de octubre, es
decir, hace tres semanas.
Por tanto, ¿qué mejor que recurrir al
tercer acto de su tercera ópera?
El coro de esclavos de
Nabucco pronto devino en un canto patriótico italiano (era la época de la
unificación italiana), pero de inmediato, fue un ruego cumplido: en efecto, el
Señor inspiró a Verdi un magnífico concento.
Lo triste es que siga
estando vigente el verso de “Oh mia patria sì bella e perduta!”, y
no sólo en Italia.
Nota:
Para los poco habituados
a la ópera, el bis no es por tratarse de la segunda escena, sino que ya es algo
habitual ante la representación de este coro.
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