“Seríamos demasiados felices, hijo mío, si jamás tuviéramos que obligar
y conceder gracias. Pero Dios mismo, cuya bondad no tiene límites, no siempre
tiene que recompensar y algunas veces se ve obligado a castigar. (…) Exterminar
los homicidas y los malhechores no es derramar sangre de nuestros súbditos,
sino más bien economizarla y conservarla: es conmoverse de compasión, más por
un número infinito de inocentes que por un pequeño número de culpables. La
indulgencia ante estos desgraciados particulares sería una crueldad universal y
pública.”
“Todo el mundo conviene, hijo mío, en que no hay nada menos honorable
que desdecirse de lo que se había anticipado.”
Créditos:
Extractos de Memorias sobre el arte de gobernar, de
Luis XIV, escritos dirigidos a su hijo Luis, el Gran Delfín, según traducción
de Manuel Granell, tomados de la segunda edición, de 30 de septiembre de 1947, de
la selección realizado por él mismo, y publicada por Espasa-Calpe Argentina, como
número 705 de su colección Austral (pp.
75-76 y 81), de la biblioteca del autor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario