miércoles, 23 de octubre de 2013

Unos comentarios… ya nublados

Seríamos demasiados felices, hijo mío, si jamás tuviéramos que obligar y conceder gracias. Pero Dios mismo, cuya bondad no tiene límites, no siempre tiene que recompensar y algunas veces se ve obligado a castigar. (…) Exterminar los homicidas y los malhechores no es derramar sangre de nuestros súbditos, sino más bien economizarla y conservarla: es conmoverse de compasión, más por un número infinito de inocentes que por un pequeño número de culpables. La indulgencia ante estos desgraciados particulares sería una crueldad universal y pública.

Todo el mundo conviene, hijo mío, en que no hay nada menos honorable que desdecirse de lo que se había anticipado.

Créditos:
Extractos de Memorias sobre el arte de gobernar, de Luis XIV, escritos dirigidos a su hijo Luis, el Gran Delfín, según traducción de Manuel Granell, tomados de la segunda edición, de 30 de septiembre de 1947, de la selección realizado por él mismo, y publicada por Espasa-Calpe Argentina, como número 705 de su colección Austral (pp. 75-76 y 81), de la biblioteca del autor.

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