“A ball fired from her mizentop [del buque
francés Redoutable], which, in the then situation of the two vessels,
was not more than fifteen yards from that part of the deck where he [Almirante
Horacio Nelson] was standing, struck the epaulette on his left shoulder, about a
quarter after one, just in the heat of action. He fell upon his face, on the
spot which was covered with his poor secretary's blood. Hardy, who was a few steps
from him, turning round, saw three men raising him up.–«They have done for me
at last, Hardy!» said he.–«I hope not!» cried Hardy.–«Yes!» he replied; «my
back-bone is shot through.»”
“Presently, calling Hardy back, he said to
him in a low voice, «Don’t throw me overboard:» and he desired that he might be
buried by his parents, unless it should please the king to order otherwise.
Then reverting to private feelings: «Take care of my dear Lady Hamilton, Hardy:
take care of poor Lady Hamilton. –Kiss me, Hardy.» said he. Hardy knelt down and
kissed his cheek: and Nelson said, «Now I am satisfied. Thank God, I have done
my duty.» Hardy stood over him in silence for a moment or two, then knelt
again, and kissed his forehead. «Who is that?» said Nelson; and being informed,
he replied, «God bless you, Hardy.» And Hardy then left him–for ever.
(...) He said to the chaplain: «Doctor, I have not been a great sinner:» and
after a short pause, «Remember that I leave Lady Hamilton, and my daughter
Horatia, as a legacy to my country.» His articulation now became difficult; but
he was distinctly heard to say, «Thank God, I have done my duty!» These words he
repeatedly pronounced; and they were the last words which he uttered. He
expired at thirty minutes after four,–three hours and a quarter after he had
received his wound.”
En los libros de historia
suelen quedar reflejados los nombres, actos y palabras de pocas personas, y de
menos aún, como es el caso de Nelson, se prodigan biografías. Los demás, sin
los que los hechos históricos no hubieran tenido lugar, quedan, en el mejor de
los casos, en los archivos, y, con más suerte aún, hasta pueden ser identificados.
Con nombre conocido o
sencillamente anónimos, una gran mayoría, especialmente de éstos últimos, «cumplieron
su deber».
Por eso, resulta más impresionante
el balance realizado por el entonces Mayor General de la Armada don Antonio de Escaño
y García de Cáceres, segundo jefe de la escuadra española en la “acción del día 21 de octubre”, de los muertos
y heridos habidos en los quince buques españoles.
En tres de ellos (el San Agustín, el San Juan [Nepomuceno] y
el Argonauta) el balance es, lacónicamente,
un “se ignora”.
Poco más de dos siglos
después, lamentablemente, también podemos decir que “se ignora” cuántos de los
que pueden, de momento, figurar en futuros libros de historia, están «cumpliendo
su deber».
Créditos:
Extractos del capítulo IX
(que figura en el segundo volumen) de The
life of Nelson, obra de Robert Southey, tomados de la segunda edición realizada
en Londres, por John Murray, en 1814 (pp. 262-263, 267-269), de la biblioteca
del autor.
Fotografía de Combate de Trafalgar, óleo sobre lienzo
de 1870 de Rafael Monleón y Torres, en el Museo Naval, en Madrid, en octubre de
2013, del autor.
Fotografía de la Noticia en guarismo de los muertos y heridos
que ha tenido cada buque en la acción del 21 de octubre, según las que se han
podido adquirir, manuscrita y firmada, en Cádiz el 5 de noviembre de 1805,
por don Antonio de Escaño, en el Museo Naval, en Madrid, en octubre de 2013,
del autor.
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ResponderEliminarBienvenido, Manuel Barrera Romero, y gracias por el ánimo.
ResponderEliminarLo malo es que el viento no fue el único elemento que tuvo en contra la flota hispano-francesa.
Un saludo.