“La armada otomana salió del golfo de Lepanto donde habia entrado, y se componia de doscientas y
sesenta galeras, seguidas de otros muchos buques de diversas formas. Estaban
discordes entre sí los capitanes turcos; pero habiéndose publicado una cédula
del sultan, venció el dictámen de que se diese la batalla. Ordenáronse pues
para la pelea con admirable ardor en aquel fatal golfo, tan célebre por otros
combates navales, animando á unos y otros la esperanza de la victoria. Ocupaba
Doria el ala derecha, Agustín Barbarigo la izquierda, y don Juan de Austria el
centro. En el frente se colocaron las seis galeazas al mando de don Francisco
Duodo, capitan esperimentado, para que con la multitud de la artillería que
llevaban destrozasen y desordenasen la armada enemiga. Don Alvaro de Bazán, á
quien el rey don Felipe habia condecorado con el título de Marqués de Santa
Cruz, iba con treinta galeras auxiliares para acudir adonde lo exigiese el
peligro.
Luego que don Juan de Austria dió vista á la armada
enemiga, mandó enarbolar en lo mas alto de su galera la bandera de la santa
cruz, y con un cañonazo hizo la señal de que se previniesen todos á la batalla.
Inmediatamente entró en una galera mas pequeña, y recorriendo toda la armada,
exhortó á todos á pelear valerosamente, diciéndoles, que en aquel dia se
trataba de la suerte de la religion y de la patria, y de los padres y
parientes: que en su diestra llevaban la victoria; y que el no conseguirla seria
ignominioso á unos hombres tan fuertes; por lo cual era preciso vencer valerosamente,
ó perder la vida con honra. Habló en particular á cada una de las naciones, las
recordó sus más heróicas hazañas, y las animó a la pelea. Otro tanto hicieron
los generales de las armadas; y al mismo tiempo se publicó por los sacerdotes
la indulgencia plenaria concedida por el pontífice a todos los que muriesen en
tan piadosa empresa. La armada otomana navegaba en forma de media luna con
viento en popa; pero la incomodaban mucho los rayos del sol que les daba de
frente. (...) Al mismo tiempo de dar el combate, advirtió don Miguel de Moncada
al Austriaco que en aquel dia se celebraba con mucha devocion la fiesta de
nuestra Señora de los Remedios en la iglesia de los trinitarios de Valencia.
Como aquel principe era tan devoto de la Madre de Dios, se encomendó á ella con
fervorosa piedad, y habiendo hecho el enemigo la señal de la batalla, le correspondió
con un cañonazo; y dispuestas ya todas las cosas, se encaminaron á la pelea. Luego
que estuvieron á tiro de cañon, las seis galeazas venecianas descargaron su artilleria
sobre la armada enemiga, y la desordenaron, haciendo en ella grande estrago,
echando á fondo algunas galeras, y destrozando otras.
(…) El humo de la pólvora formó una niebla tan
espesa, que oscureció enteramente el sol, y el dia parecia noche. Acaeció
entonces una cosa admirable, y fue que de repente calmó el viento que soplaba á
los turcos por la popa, y levantándose el de Poniente, que era favorable á los
nuestros, arrojó el humo hácia el enemigo. En el espacio de hora y media fueron
rechazados por tres veces los genízaros por los españoles de la capitana,
haciendo en ellos mucha mortandad; pero entrando por la popa otros de refresco
en lugar de los heridos, rechazaron á los españoles otras tres veces. Cayó el
almirante Alí herido en la frente de un balazo, y los españoles renovaron el
combate con mucha gritería; derribaron y destrozaron todo cuanto les servia de
estorbo para la victoria, y se apoderaron de la capitana enemiga. (…) Levantóse
en toda la armada un gran clamor de los que con ánimo alegre proclamaban la
victoria, aunque todavia se peleaba atrozmente en muchos parajes.”
Créditos:
Extracto del capítulo XIV
Dispone el Turco una grande armada contra
los venecianos, y pierden estos á Nicosia y Famagusta en la isla de Chipre.
Alianza de los principes cristianos contra el Otomano. Derrota de la armada de
este en la célebre batalla de Lepanto, del Libro Sesto, de la obra del
Padre Mariana Historia general de España,
en la edición publicada por la Imprenta y Librería de Gaspar y Roig (en Madrid,
calle del Príncipe, 4), en el año de Nuestro Señor de 1852, de la biblioteca
del autor (Tomo 2 – pp. 451-452).
Fotografía del fresco
sobre la Batalla de Lepanto, con representación del Papa San Pío V, en la
Capital de la Virgen del Rosario, en la Iglesia de Santa María, de Requena, en abril
de 2009,el autor.
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