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sábado, 7 de marzo de 2015

Tiempo de juegos (y libros) antiguos

El pasado verano traje a estas páginas un ejemplo de publicidad en el que se mostraba la práctica de un juego que ya no sé si se sigue practicando en algún sitio. Posiblemente, no, por aquello no tanto de las nuevas tecnologías sino, tal vez, por la sobreprotección que existe actualmente hacia los niños.

La verdad es que los juegos de los niños (excepción hecha del fútbol), han cambiado mucho de hace unos años para acá. Y no por eso han dejado de jugar. Y lo mismo puede decirse de la lectura.


Que no se conozca quién es Sandokán dice más de quienes no lo enseñan (familias, editores y colegios) que de quienes no lo leen. Porque en realidad, sí se lee mucho, más de lo que se piensa (recordemos no sólo Harry Potter sino el ejemplo de Laura Gallego y su Idhún); pero se trata ya de otros autores, otras aventuras, otros héroes, y quienes se quejan más bien recuerdan (o recordamos) el aroma de las antiguas lecturas.

Pero sí es cierto y hay que reconocer que la lectura exige una disciplina para la que no se suele educar a la infancia actual. Resulta más cómoda la disciplina de un juego de videoconsola.

Créditos:
Tira de Mafalda, de Quino, tomada de Todo Mafalda, editado por Lumen en 1992 (reimpresión de 1996), de la biblioteca del autor.

lunes, 10 de septiembre de 2012

¿El paraíso perdido?

¿La infancia, cierta infancia, cierto ambiente de la infancia,…?

Créditos:
Tira de Mafalda, tomada de Todo Mafalda, recopilatorio editado por Lumen en 1992 (pág. 320 de la edición de 1996).

martes, 21 de agosto de 2012

Siete mares eran pocos

Uno de los primeros libros que recuerdo haber leído es Un drama en el océano Pacífico, de Emilio Salgari, en edición de Ediciones Petronio, de allá por el año 1972. En esas fechas, también publicaron en la misma colección Los piratas de Malasia, obra que se integró en la biblioteca de mi hermano, y en la que descubrimos a Sandokán.

Una idea, más allá del volumen de ventas o lecturas, de la importancia de Emilio Salgari en la literatura juvenil del último siglo (salvo, por desgracia, estos años más cercanos), es que en la reciente colección Joyas literarias juveniles, en la que cada volumen recoge, en forma de tebeo, tres novelas de la literatura universal, el primero está dedicado a Julio Verne, el segundo a Robert Louis Stevenson, y el tercero es, ya, para Emilio Salgari.

Curiosamente, la primera novela de ese volumen, que figura con el título de Sandokán, y que en realidad es Los tigres de Mompracem, es la única que tengo de Salgari en El Libro de Bolsillo, casi diez años después de las que he comentado (fue un regalo de los Reyes en 1982).

Curiosamente también, otro día de Reyes, pero de 2001, tuve como regalo una edición de El Rey del Mar, que es la continuación de la ya mencionada Los piratas de Malasia, y que, salvo error, es el último libro de Salgari que he adquirido.

Y una vez cerrado el círculo, podemos celebrar hoy el sesquicentenario del nacimiento en Verona de Emilio Salgari.

Aunque no está claro que conociera nada de los escenarios y caracteres que reflejaba en sus novelas, éstas han conseguido entretenernos y divertirnos, haciéndonos olvidar, y tal vez también a él, que su vida sí fue una aventura personal y familiar… pero triste.

Créditos:
Cubierta del volumen número 3 de la nueva colección Joyas literarias juveniles, publicada por Editorial Planeta entre 2009 y 2010, reproduciendo la de Antonio Bernal Romero para el número independiente de Sandokán, en la colección original, en 1976.
Cubierta (de Daniel Gil) de Los tigres de Mompracem, de Emilio Salgari, publicado en 1981 como número 809 de la colección El Libro de Bolsillo, de Alianza Editorial.
Fotografía de Emilio Salgari, tomada de la Wikipedia.