sábado, 23 de abril de 2016

Pues no, pero sí, aunque tampoco.

Mientras mira al cielo, preguntándose si lloverá o no durante estos días.

Este comentario se leyó en la noticia de Las Provincias sobre la inauguración de la 51ª Feria del Libro en Valencia. Y al final, fue que no.


Que no llovió, digo; inauguración sí hubo (incluso con su pequeña 'lluvia' de autoridades).

Pero hoy, Día del Libro, sí, aunque, para compensar, no nos hemos quedado sin Sol.


Sin embargo, no ha quedado registrada lluvia en la página de AEMET. Y como la Feria está cerca del Observatorio, es señal de que las nubes que haya habido por ahí no son escritoras.

Créditos:
‘Pantallazo’ del registro gráfico pluviométrico en el Observatorio Meteorológico de Valencia, tomado el jueves 21 por la mañana de la página de AEMET, relativo a las veinticuatro horas anteriores.
Fotografía de la lluvia en Valencia, sobre las ocho y cuarto de esta tarde, luciendo el Sol, del autor.

God save the King

«Antes de la guerra y durante el período de pasividad militar se había hecho muy poco -o, mejor, nada- para preparar reductos a prueba de bomba en los que pudiera sentar sus reales el gobierno central. Se habían, en trueque, elaborado planes muy minuciosos para el traslado del gobierno a un lugar distinto a Londres. (…) Pero, ahora que nos veíamos bombardeados, gobierno y Parlamento estaban resueltos a continuar en Londres, y yo compartía el sentir común. Como otros, yo no había dejado de imaginar una destrucción tan abrumadora que nos forzase a realizar un traslado y una dispersión generales. Mas en contacto con los hechos reales nuestras reacciones siguieron una dirección contraria.»

«Si se quería resistir y permanecer en Londres, era menester construir, bajo tierra o en la superficie, toda clase de locales fortificados donde el poder ejecutivo y sus miles de funcionarios pudieran desempeñar sus tareas.»

«Primer Ministro a sir Edward Bridges.                                   22-X-40
1. Ahora conocemos ya los límites del ataque enemigo a Londres y nos consta que será tan severo como prolongado. Es muy verosímil que prosiga el bombardeo de Whitehall y demás centros de gobierno hasta que todos los edificios viejos o inseguros hayan sido demolidos.
En consecuencia, es preciso organizar, lo antes posible, acomodos en las casas más fuertes que existan, o que sean susceptibles de fortificación, a fin de que sirvan para acoger a los muy numerosos núcleos de personal superior y subalterno relacionado con los organismos gubernativos y con los ministerios y departamentos esenciales para la dirección de la guerra.
Esto se hace inevitable en virtud de nuestra decisión de no abandonar Londres (…)»

«El domingo 29 de diciembre volvió a abatirse sobre Londres el más grave de los ataques de aquellas semanas. En esa ocasión los alemanes hicieron uso de la mucha experiencia tan penosamente ganada. Fue una operación incendiaria clásica. El peso del ataque se concentró en la City de Londres. Se sincronizó el asalto con el momento de la marea baja. Las conducciones de agua fueron destruidas desde el principio por unas minas de gran potencia explosiva soltadas en paracaídas. Hubo que luchar con cerca de mil quinientos incendios. Las estaciones de ferrocarril y los muelles sufrieron daños. Ocho iglesias fueron destruidas o quedaron malparadas. El fuego y las explosiones afectaron al Ayuntamiento y costó heroicos esfuerzos salvar la catedral de San Pablo. Aun hoy sigue existiendo una zona de vacío, ruina y desolación en el mismo centro del mundo británico. Pero cuando el rey y la reina visitaron aquella zona de muerte, se les acogió con un entusiasmo mucho mayor que el usual en las fiestas reales.
Durante aquella dura y prolongada prueba, que aún debía persistir por varios meses, el monarca habitó constantemente el palacio de Buckingham. Se construyeron en los sótanos refugios adecuados, mas eso costó su correspondiente tiempo. Varias veces aconteció también que Su Majestad llegara de Windsor en el curso de un ataque aéreo. Una vez él y la reina se salvaron por un muy estrecho margen.»

«Fue muy útil para Inglaterra tener unos reyes tan buenos en aquellos trascendentales años.»

[En la festividad de San Jorge, Santo Patrono de Inglaterra, y onomástica del rey Jorge VI.]

Créditos:
Extractos del capítulo III «Londres puede aguantar», de Solos, libro segundo de Su hora mejor, parte segunda de La Segunda Guerra Mundial, obra de Sir Winston S. Churchill, según traducción de Juan G. de Luaces, publicado como volumen IV de la obra, y como número 15 de la colección Biblioteca de Historia, editada por Orbis en 1985, (pp. 52, 53, 58, 62 y 63), de la biblioteca del autor.
Fotografía del rey Jorge VI, visitando una zona bombardeada en el distrito londinense de Lambeth (sin fecha, probablemente 1940 ó 1941), tomada de Operation Sea Lion, de Peter Fleming (publicado originalmente en 1957 con el nombre Invasion 1940), según edición de Pan Books en 2003, de la biblioteca del autor.

Escribir y llorar, ¿todo es empezar?

«Escribir y crear en el centro de la civilización y de la publicidad, como Hugo y Lherminier, es escribir. Porque la palabra escrita necesita retumbar, y como la piedra lanzada en medio del estanque, quiere llegar repetida de onda en onda hasta el confín de la superficie; necesita irradiarse, como la luz, del centro a la circunferencia. Escribir como Chateaubriand y Lamartine en la capital del mundo moderno es escribir para la humanidad; digno y noble fin de la palabra del hombre, que es dicha para ser oída. Escribir como escribimos en Madrid es tomar una apuntación, es escribir en un libro de memorias, es realizar un monólogo desesperante y triste para uno solo. Escribir en Madrid es llorar, es buscar voz sin encontrarla, como en una pesadilla abrumadora y violenta. Porque no escribe uno siquiera para los suyos. ¿Quiénes son los suyos? ¿Quién oye aquí? ¿Son las academias, son los círculos literarios, son los corrillos noticieros de la Puerta del Sol, son las mesas de los cafés, son las divisiones expedicionarias, son las pandillas de Gómez, son los que despojan, o son los despojados?»

Una vez que se ha comprobado que la frase original no hace referencia a España, queda preguntarse: ¿y eso supone alguna diferencia?

Créditos:
Extracto (las negritas son del autor) del artículo Horas de invierno, de Mariano José de Larra, publicado en El Español. Diario de las Doctrinas y los Intereses Sociales, en su número 420, de 25 de diciembre de 1836, tomado de la edición en la Biblioteca virtual Miguel de Cervantes.
Fotografía de un tractor llevando por dentro de Valencia, un remolque cargado de cajas de cebollas recién cosechadas, esta mañana, del autor.

Del ingenioso humanista

«Que Cervantes fué hombre de mucha lectura no podrá negarlo quien haya tenido trato familiar con sus obras. Una frase aislada de un erudito algo pedante como Tamayo de Vagas no basta para afirmar que entre sus contemporáneos fuese corriente apellidar ingenio lego al que un humanista tan distinguido como López de Hoyos llamaba con fruición «su caro y amado discípulo» y escogía entre todos sus compañeros para llevar la voz en nombre del estudio que regentaba. Pudo Cervantes no cursar escuelas universitarias, y todo induce a creer que así fué; de seguro no recibió grados en ellas; carecía sin duda de la vastísima y universal erudición de D. Francisco de Quevedo; pudo descuidar en los azares de su vida, tan tormentosa y atormentada, la letra de sus primeros estudios clásicos y equivocarse tal vez cuando citaba de memoria; pero el espíritu de la antigüedad había penetrado en lo más hondo de su alma, y se manifiesta en él, no por la inoportuna profusión de citas y reminiscencias clásicas, de que con tanto donaire se burló en su prólogo, sino por otro género de influencia más honda y eficaz: por lo claro y armónico de la composición; por el buen gusto que rara vez falla, aun en los pasos más difíciles y escabrosos; por cierta pureza estética que sobrenada en la descripción de lo más abyecto y trivial; por cierta grave, consoladora y optimista filosofía que suele encontrarse con sorpresa en sus narraciones de apariencia más liviana; por un buen humor reflexivo y sereno, que parece la suprema ironía de quien había andado mucho mundo y sufrido muchos descalabros en la vida, sin que ni los duros trances de la guerra, ni los hierros del cautiverio, ni los empeños, todavía más duros para el alma generosa, de la lucha cotidiana y estéril con la adversa y apocada fortuna, llegasen a empañar la olímpica serenidad de su alma, no sabemos si regocijada o resignada. Esta humana y aristocrática manera de espíritu que tuvieron todos los grandes hombres del Renacimiento, pero que en algunos anduvo mezclada con graves aberraciones morales, encontró su más perfecta y depurada expresión en Miguel de Cervantes, y por esto principalmente fué humanista más que si hubiese sabido de coro toda la antigüedad griega y latina.»

Créditos:
Extracto del discurso leído por D. Marcelino Menéndez y Pelayo, en el Paraninfo de la Universidad Central (ahora, Complutense de Madrid), el 8 de mayo de 1905, en la solemne fiesta académica celebrada con motivo del III Centenario de la publicación (de la primera parte) del Quijote, y recogido bajo el título Cultura literaria de Miguel de Cervantes y elaboración del «Quijote», en la selección realizada por José María de Cossío con el título San Isidoro, Cervantes y otros estudios (de D. Marcelino), publicada por Espasa-Calpe como número 251 de en su colección Austral, tomado del ejemplar de la cuarta edición, de noviembre de 1959, (pp. 90-91), de la biblioteca del autor.
Fotografía de la placa de la calle Cervantes, en Valencia, colocada en conmemoración, también, del III Centenario del Quijote, en abril de 2009, del autor.

martes, 19 de abril de 2016

Pronóstico para mañana: En Valencia, Feria del Libro


(Bueno, más o menos.)

Créditos:
‘Pantallazo’ de la previsión de la AEMET para las próximas horas de este miércoles, día 20, en Valencia, día en el que se inaugura la 51º Feria del Libro de Valencia.

domingo, 17 de abril de 2016

¿Un país de fábula,…?

«Un día de invierno una Cigarra hambrienta pidió a una Hormiga un poco de la comida que esta había almacenado.
- ¿Y por qué – dijo la Hormiga – tú no almacenaste comida también, en vez de cantar todo el tiempo?
- Lo hice – dijo la Cigarra –, lo hice; pero vinisteis vosotras, las hormigas, y os llevasteis todo.»

¿… o, simplemente, fantástico, o fantasioso, o...?

Créditos:
Transcripción de la fábula nº 59 de las 99 fábulas fantásticas, de Ambrose Bierce, según traducción de Marcial Souto, tomada de la selcción realizada por éste y publicada por Libros del Zorro Rojo, en febrero de 216, de la biblioteca del autor.
Fotografía de un ‘bicho’, en septiembre de 2015, del autor.

miércoles, 13 de abril de 2016

«Yo he visto cosas que vosotros no creeríais…

»atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos C brillar en la oscuridad, cerca de la Puerta de Tannhäuser»


Y yo también he visto una cosa que vosotros no creeríais...



… una fila 13… en un avión.

Créditos:
En el título y en el cuerpo de la anotación, transcripción parcial de la famosa escena de Blade Runner, película dirigida por Ridley Scott, y basada en la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de Philip K. Dick.
Fotografía de la indicación correspondiente a la Fila 13, en un avión ATR 42, en marzo de 2016, del autor.