“Ved aquí lo que sucedió
al Rey de Francia con los Templarios: envidioso de sus tesoros, formó el
designio de estinguir una órden del modo mas iniquo que jamás vieron los
hombres: parece increible que de un trono cristianísimo, en donde estaba
depositada la nobleza de las primeras familias de la Europa, hubiesen sido
capaces de incurrir en unos escesos, que el nombrarlos solamente, ofenden al
nombre cristiano. En vano se cansó la misma Reyna y mûchos personages
principales, en abogar por la inocencia de los Templarios. Poseído este Rey de
una avaricia inagotable, excitada con empeño por algunos de sus Ministros, no
hubo quien pudiera evitar la total ruyna de aquella desgraciada Religion. (…)
Deseoso de proceder con
la claridad posible, en una causa de tanta consideracion, examinaré
instrumentalmente este ruidos proceso: oygamos á Gerardo Castel, autor bien
conocido, que dice lo siguiente.
Sucedió que dos Caballeros
de la misma órden, el uno llamado Monfocon, Prior de Montefalcon, en la
Provincia de Tolosa, y el otro llamado No-fedei, Florentin, huyeron de las cárceles
donde habian sido puestos por sus delitos, de órden del gran Maestre general,
los quales estaban condenados á muerte.
No quedándoles otro
recurso, se comunicaron el uno al otro sus íntimos secretos; y estos, ó por
vengarse de sus jueces, ó por vengar la impunidad de sus maldades, ó por uno y
otro, se aprovecharon de la buena ocasión que les proporcionaba las ideas del
Rey de Francia: á éste le descubrieron delitos tan horrendos y enormes, que ni
oídos lo oyeron, ojos lo vieron, ni en corazon de hombre se pusieron; y lo que
es mas, que los hacian comunes á toda la Religion. El Rey no tardó en manifestarselos
á el Papa Clemente V, quando se hallaron juntos en Poetiers, quien, por Bula de
13 de agosto de 1306, declaró el mismo Rey de Francia averiguacion que iba á mandar hacer sobre este
asunto. He aquí una carta muy conforme con lo dicho, dirigida por el Papa
Clemente V al Rey de Francia, copiada á la letra del Ballucio. Invitis Papar
Avenoniense,tom. 2, pág. 75. «Ciertamente (dice) creemos no te habrás olvidado
de lo que en Leon y Poetiers, lleno de zelo y devocion, nos hicistes saber del
hecho de los Templarios; y así por tu propia persona, como por los tuyos en
varias ocasiones, y tambien por el Prior del Monasterio nuevo de Poetiers; y
aunque apenas por entonces pudimos aplicar el ánimo á creer lo que decia, pareciéndonos
imposible é increible; sin embargo, porque desde entonces oímos muchas cosas increibles
é inauditas, nos es preciso reflexionar, aunque no sin amargura é inquietud y turbacion
de corazon, hacer en lo expresado con acuerdo de nuestros hermanos lo que el órden
y la razon dictáre. Mas por quanto e Maestre de Caballeria de Temple, y muchos
Comendadores de tu Reyno, y otros de la misma órden, habiendo llegado á
entender el peligro en que se hallaba su opinion, así para nosotros, como para
contigo y otros Señores Temporales, nos pidieron con mucha instancia una y
muchas veces, que sobre los cargos que falsamente se les imputaban, nos sirviésemos
averiguar la verdad, y absolverlos si se hallaban inocentes, como lo esperaban,
y en caso (que no lo esperaban de modo alguno) que algo se encontrase contra
ellos, condenarlos.
»Nos, porque en negocio
de fé nada se dexe por hacer, y por cuanto sobre estas cosas nos han
manifestado muchas veces, los contemplamos de no pequeña entidad, atendiendo á
la instancia de dichos Maestres y Templarios; por lo mismo, pensamos en el
inmediato viernes entrar en la Ciudad de Poetiers, á principiar con acuerdo de
nuestros hermanos, el exâmen de una diligente inquisicion, y proceder con el
mismo acuerdo en el negocio , y á lo demas que sea conveniente, lo que por
ahora hemos determinado, y ofreciendo hacer lo mismo á tu magnificencia en lo
que en adelante en este asunto obrarémos. Exôrtamos en el Señor á tu
sinceridad, que plena é íntegramente desde el principio, procures manifestarnos
tu dictamen en los sobredicho, y la sumaria que sobre ello recibiste, y todo lo
demas que en el asunto pareciere á tu advertencia convenirnos, lo que haréis
por medio de tus cartas &c.»
Ved aquí un auténtico testimonio
por el qual confima de los medios que se
valió Felipe el Hermoso (…)
(…) La mayor parte de los
demas testigos lo hicieron igualmente oprimidos en las carceles, obligandolos
por este medio á que confesasen los mismos delitos, ofreciendoles la vida que
perderian si no lo hacian. En vista de esto es de creer, que usando los malos agentes
de esta causa, de los medios que llevo dichos, y atendida la fragilidad humana,
á la mayor parte de los individuos de cualquiera religion, les sería muy facil
confesor delitos que no cometieron; pero es de notar tambien, que muchos de
estos, olvidados de las estrechas prisiones que padecian, y oída la voz de su
gran Maestre, á presencia del Rey y de todo el concilio, se desdijeron publicamente
diciendo, que todo quanto habian confesado contra su religion y su gran Maestre
era falso, que solo el rigor de los tormentos, les habia obligado á confesar
con la boca lo que negaba su corazon, y en prueba de ello, preferian morir en
un suplicio antes que confesar otra cosa.
Estos son los primeros documentos
que obraron la ruyna de los Templarios; pero atendidas las circunstancias, el
estado de los acusadores y la calidad de las personas de los mas de ellos, unos
y otros hacen muy poca fuerza. Estaba opulentísima la Religion de los
Templarios, y un Príncipe que se valia de estos medios, ¿qué no haria ofrecida
la ocasion de los despojos: y quién no hecha de ver que por inocentes que
estuvieran los Templarios, empeñado el Rey de Francia en hacerlos delincuentes,
no habian de faltarle testigos conformes á sus ideas? Las historias están
llenas de casos semejantes á cada paso, siempre que algun Prícipe por su mala
voluntad ha querido (observando la forma judicial) que se castigue como
malhechor algun vasallo inocente, tuvo testigos de sobra para quantos delitos
quiso acumularle. Ya le parecia al Rey que tardaba su Santidad en llevar con la
puntualidad que él queria, la inquisicion y captura contra los Templarios; y en
virtud de la carta ya referida, y sin esperar mas órden de su Santidad, dirigió
sus reales letras á Juan de Varenis, y al Baylío de Amien, mandándoles que todos los Templarios, sin distincion de personas, fuesen encarcelados; y sus bienes,
sin reserva de cosa alguna, se aplicasen al fisco, cuyas cartas se expidieron
con fecha de 14 de setiembre del año de 1307.
En efecto, la prision
general de quantos Templarios habia en Francia, se executó á la madrugada del
viernes 13 de octubre del año de 1307, casi á una misma hora se hizo en todo
aquel Reyno: con arreglo á lo mandado por el Rey, fueron presos en diferentes
carceles, entre los cuales fue puesto en prision en la casa del Temple de París,
el Maestre general trasmarino de toda la órden, embiando aviso á todos los Príncipes
de la Europa, para que hicieran lo mismo con los Templarios de sus Reynos, segun
nos refiere Nangis, continuador de la vida de Clemente V, año de 1307.”
Como podemos ver,
aprovechando la efemérides del arresto del Gran Maestre de los Templarios y de
todos los Caballeros de la Orden del Temple en Francia, sigue siendo de
actualidad algunos procedimientos judiciales de hace siete siglos… y algunos
aspectos de la naturaleza humana.
Y también,
lamentablemente, es de actualidad la general ausencia de «Fortaleza enérgica y
valentía serena para afrontar las dificultades y los riesgos», es decir, la
sexta acepción de la palabra… Temple.
Créditos:
Extracto del Discurso Tercero
De los medios de que se valió el Rey de Francia Felipe IV, llamado el Hermoso,
para la extincion de los Templarios: quién fueron los primeros acusadores
contra esta Religion, prision del Gran Maestre y de todos los Templarios en
Francia de órden de su Rey, de Historia y tragedia de los Templarios, publicada por Santiago López en 1813, tomado de la edición facsímil realizada por París-Valencia
en 1998 (pp. 50-57), en la biblioteca del autor.
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