sábado, 27 de junio de 2009

El sueño de una tarde de San Juan

Hace dos semanas, me acerqué por la sección de discos de El Corte Inglés, en su centro de la Avenida de Francia para que mi hija buscara un disco como regalo de cumpleaños para una amiga.

Estando allí, una de las muchachas de la sección (somos viejos conocidos desde que abrieron el centro hace cinco años) me ofreció dos invitaciones para asistir al Palau de les Arts a ver la representación en directo de Die Walküre, aunque en pantalla gigante, en el Auditorio del edificio.

Algo antes de las siete de la tarde del pasado día 24, ya estaba yo brujuleando junto al Palau de les Arts, aprovechando la luz de este día de San Juan, para hacer algunas fotos que no se pueden hacer en otros momentos. Sea de la “proa” del propio edificio (en su día, durante las obras, antes de que se le colocara la cubierta, era conocido como “el barco”, por la forma que adoptaba), sea de los visitantes al edificio a la ópera (incluso fotografiándose a uno mismo), o sea del Hemisferic, edificio vecino, al otro lado del puente, impasible ante los peatones del puente o ante las gaviotas que sobre él esperan el crepúsculo.



Al cabo de un rato, tras un breve viaje en ascensor (lo único breve en el conjunto de la velada), mi hermano y yo entrábamos en el Auditorio del Palau de les Arts, yo, por primera vez. Y en los entreactos, mientras nosotros y el público en general salíamos a las terrazas exteriores, aprovechando el momento, el sol, casi solsticiero, entraba en el Auditorio.



El primer acto de la ópera, tampoco revelamos nada especial para quien no conozca su trama, empieza una noche de tormenta, y durante él, tiene un cierto papel un fresno, alrededor del cual se ha construido la cabaña en la que el protagonista busca refugio de la tormenta.

Por nuestra parte, en los entreactos, también buscamos refugio: en el primero de ellos, en la terraza exterior, donde no había ningún fresno, pero sí cipreses y palmeras; y en el segundo, además de en la terraza, también en la cafetería vecina, donde sí pudimos apreciar el efecto de otras lluvias y tormentas sobre la cubierta de cristal.



Pero bueno, silencio, que empieza la representación.

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