Con este final del mes de junio se derrama una gran alegría en España, y es que finaliza el plazo para presentar la declaración de la renta.
Como persona responsable, en mi caso, no he esperado hasta el último día. Lo hice ayer.
En su día llamé a la Agencia Tributaria, también conocida por sus iniciales, que no son A.T. sino A.E.A.T., pues el nombre real y completo es Agencia Estatal de la Administración Tributaria. Pero ya que no ahorramos en impuestos, al menos ahorremos en palabras.
El motivo de la llamada era corregir el borrador que me habían remitido de la declaración, y poco después, eficaz y eficientemente, me lo hicieron llegar. Eso fue a mediados de abril. Desde entonces.
Como digo, al final me decidí hacerlo. Pues venga, y con las nuevas tecnologías: aproveché la opción que me daba mi entidad financiera (alias, banco) y a través de su página de Internet, confirmé el borrador facilitado por Hacienda.
Me tocaba pagar un poquito, y el banco, también eficaz, eficiente, y virtualmente, me hizo el cargo en cuenta del primer pago. Pero…
Pero resulta que esto se le tenía que comunicar a Hacienda mediante un código llamado NRC, el cual desconocía y para averiguarlo tuve que llamar por teléfono al banco. Y para comunicarlo a Hacienda, "vía telemática", se necesita el certificado digital o algo parecido, el cual yo no tengo. Así que…
Así que me tuve que presentar en Hacienda, en concreto en la Delegación Provincial, con mi papelito en el que tenía apuntado el NRC, y preguntando: “Señores de Hacienda, ¿cómo les digo este código que tengo aquí apuntado?”
En resumen, acabé en una oficina de mi banco, anulando el pago anterior, y presentando la declaración en papel, como antes, en el banco, para que fuera él quien informara a Hacienda de que yo ya había cumplido.
Y es que en Hacienda, somos todos… unos angelitos, sí, de verdad, aunque hay que buscarlos, existen angelitos en Hacienda, al menos, en la Delegación Provincial de Valencia.
Como ya comenté en su día, estoy pensando seriamente en pasarme al té.
Como persona responsable, en mi caso, no he esperado hasta el último día. Lo hice ayer.
En su día llamé a la Agencia Tributaria, también conocida por sus iniciales, que no son A.T. sino A.E.A.T., pues el nombre real y completo es Agencia Estatal de la Administración Tributaria. Pero ya que no ahorramos en impuestos, al menos ahorremos en palabras.
El motivo de la llamada era corregir el borrador que me habían remitido de la declaración, y poco después, eficaz y eficientemente, me lo hicieron llegar. Eso fue a mediados de abril. Desde entonces.
Como digo, al final me decidí hacerlo. Pues venga, y con las nuevas tecnologías: aproveché la opción que me daba mi entidad financiera (alias, banco) y a través de su página de Internet, confirmé el borrador facilitado por Hacienda.
Me tocaba pagar un poquito, y el banco, también eficaz, eficiente, y virtualmente, me hizo el cargo en cuenta del primer pago. Pero…
Pero resulta que esto se le tenía que comunicar a Hacienda mediante un código llamado NRC, el cual desconocía y para averiguarlo tuve que llamar por teléfono al banco. Y para comunicarlo a Hacienda, "vía telemática", se necesita el certificado digital o algo parecido, el cual yo no tengo. Así que…
Así que me tuve que presentar en Hacienda, en concreto en la Delegación Provincial, con mi papelito en el que tenía apuntado el NRC, y preguntando: “Señores de Hacienda, ¿cómo les digo este código que tengo aquí apuntado?”
En resumen, acabé en una oficina de mi banco, anulando el pago anterior, y presentando la declaración en papel, como antes, en el banco, para que fuera él quien informara a Hacienda de que yo ya había cumplido.
Y es que en Hacienda, somos todos… unos angelitos, sí, de verdad, aunque hay que buscarlos, existen angelitos en Hacienda, al menos, en la Delegación Provincial de Valencia.
Como ya comenté en su día, estoy pensando seriamente en pasarme al té.
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