Hace unos días, en una de las oficinas de información turística de Valencia (tal vez la del Teatro Principal, en Poeta Querol), me hice con un folleto informativo sobre unos conciertos del Ensemble de Violines. Obtuve el mismo resultado que en otras ocasiones, como ya comenté en su momento.
Este domingo, 28 de junio, por desajustes en la coordinación, no coincidí con mi hermano en el histórico edificio del Estudio General, más conocido éste como Universidad de Valencia (ahora) o Universidad Literaria (antes), y todavía conocido el edificio como el Rectorado (de la antedicha Universidad); ahora Centre Cultural La Nau de la Universitat de València (el nombre del centro es simplemente porque la calle de la Nave, o Carrer de la Nau, es la dirección de referencia del edificio - la puerta que se abría sobre la calle, sí, de la Universidad, en su momento era casi anecdótica, aunque esta vez era por donde se entraba)
La excusa para haber coincidido era un concierto de la Orquestra Filharmònica de la Universitat de València, dentro del ciclo 09 Serenates musicals.
En el folleto se dice que la Orquesta se creó en 1995, y tiene “una plantilla de 80 joves alumnes, majoritàriament universitaris” (creo que no es preciso traducir), con una edad media de 20 años (lo que tiene que suponer que los universitarios son, además, muy mayoritariamente, de los primeros cursos). En 1998 obtuvo el primer premio en la categoría de orquestas sinfónicas en el XXVII Concurso Internacional de Jóvenes Orquestas, en Viena. Sin embargo, podría decirse que el principal premio que está obteniendo es que más de quinientos jóvenes músicos han formado parte de ella, y muchos de ellos ocupan actualmente “places en orquestres professionals espanyoles i europees”.
Su director titular es, desde su creación, Cristóbal Soler, quien la dirigía cuando se ganó el premio en 1998 y también lo hizo en el concierto que nos ocupa. En el folleto se nos informa de que entre las orquestas que ha dirigido “destaquen les següents”, y se entra en una amplia relación que ocupa nueve líneas (y tres puntos suspensivos) de las dieciocho y un poco del párrafo a él dedicado (pero esto no es demérito suyo, sino del “universitario” que lo ha redactado).
El programa estaba dispuesto en dos partes, la I y la II (supongo que se habrán usado números romanos, por las letras,… porque era la “Universidad Literaria”).
Este domingo, 28 de junio, por desajustes en la coordinación, no coincidí con mi hermano en el histórico edificio del Estudio General, más conocido éste como Universidad de Valencia (ahora) o Universidad Literaria (antes), y todavía conocido el edificio como el Rectorado (de la antedicha Universidad); ahora Centre Cultural La Nau de la Universitat de València (el nombre del centro es simplemente porque la calle de la Nave, o Carrer de la Nau, es la dirección de referencia del edificio - la puerta que se abría sobre la calle, sí, de la Universidad, en su momento era casi anecdótica, aunque esta vez era por donde se entraba)
La excusa para haber coincidido era un concierto de la Orquestra Filharmònica de la Universitat de València, dentro del ciclo 09 Serenates musicals.
En el folleto se dice que la Orquesta se creó en 1995, y tiene “una plantilla de 80 joves alumnes, majoritàriament universitaris” (creo que no es preciso traducir), con una edad media de 20 años (lo que tiene que suponer que los universitarios son, además, muy mayoritariamente, de los primeros cursos). En 1998 obtuvo el primer premio en la categoría de orquestas sinfónicas en el XXVII Concurso Internacional de Jóvenes Orquestas, en Viena. Sin embargo, podría decirse que el principal premio que está obteniendo es que más de quinientos jóvenes músicos han formado parte de ella, y muchos de ellos ocupan actualmente “places en orquestres professionals espanyoles i europees”.
Su director titular es, desde su creación, Cristóbal Soler, quien la dirigía cuando se ganó el premio en 1998 y también lo hizo en el concierto que nos ocupa. En el folleto se nos informa de que entre las orquestas que ha dirigido “destaquen les següents”, y se entra en una amplia relación que ocupa nueve líneas (y tres puntos suspensivos) de las dieciocho y un poco del párrafo a él dedicado (pero esto no es demérito suyo, sino del “universitario” que lo ha redactado).
El programa estaba dispuesto en dos partes, la I y la II (supongo que se habrán usado números romanos, por las letras,… porque era la “Universidad Literaria”).
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