“CAPÍTULO 23
El miércoles 23 de junio me desperté cerca del mediodía. (…)Busqué en las páginas interiores alguna noticia sobre el semanario de Cambridge. Había apenas un suelto muy cauteloso, bajo el título «El Moby Dick de los matemáticos», en el que se enumeraba la larga cronología de fracasos en los intentos por demostrar el teorema de Fermat. El diario mencionaba al final que se estaban haciendo apuestas en Oxbridge sobre los que ocurriría esa tarde en la última de las tres conferencias y que estaban por el momento seis a uno, todavía en contra de Wiles.
(…)
Cuando salimos de las canchas vi en el reloj del club que eran casi las tres (…) Entré en la sala de computadoras, que estaba también vacía, y abrí mi cuenta de e-mail. Allí estaba el breve mensaje que se propagaba como una contraseña a todos los matemáticos a lo largo y ancho del mundo: ¡Wiles lo había conseguido! No había detalles sobre la exposición final; sólo se decía que la demostración había logrado convencer a los especialistas y que una vez escrita podría llegar a las doscientas páginas” (pp. 184-185)
El miércoles 23 de junio me desperté cerca del mediodía. (…)Busqué en las páginas interiores alguna noticia sobre el semanario de Cambridge. Había apenas un suelto muy cauteloso, bajo el título «El Moby Dick de los matemáticos», en el que se enumeraba la larga cronología de fracasos en los intentos por demostrar el teorema de Fermat. El diario mencionaba al final que se estaban haciendo apuestas en Oxbridge sobre los que ocurriría esa tarde en la última de las tres conferencias y que estaban por el momento seis a uno, todavía en contra de Wiles.
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Cuando salimos de las canchas vi en el reloj del club que eran casi las tres (…) Entré en la sala de computadoras, que estaba también vacía, y abrí mi cuenta de e-mail. Allí estaba el breve mensaje que se propagaba como una contraseña a todos los matemáticos a lo largo y ancho del mundo: ¡Wiles lo había conseguido! No había detalles sobre la exposición final; sólo se decía que la demostración había logrado convencer a los especialistas y que una vez escrita podría llegar a las doscientas páginas” (pp. 184-185)
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