Hojeando diversos libros para decidir cuál es el siguiente en el turno de lectura, me encuentro, omisión hecha del error que contiene y que es fácilmente subsanable por el resto del texto, lo siguiente:
“De repente me topé con un libro sobre el último teorema de Fermat. Se trataba de un relato más bien histórico, que no de pura teoría matemática, lo cual facilitaba para mí su comprensión. Sabía que el último teorema de Fermat era un problema difícil que aún no había sido resuelto; sin embargo, fue una sorpresa para mí que el contenido del teorema pudiera expresarse tan fácilmente.
«Para todos los números naturales n superiores a 3 no existen números naturales X, Y, Z que verifiquen la ecuación: Xⁿ+ Yⁿ= Zⁿ»
¿Eh, eso es todo?, estuve a punto de exclamar. Me daba la sensación de que encontraría cuantos números naturales quisiera capaces de cumplir con aquella fórmula. Mientras que si «n» era igual a 2, y se convertía en la maravilla que es el teorema de Pitágoras, ¿cómo se entendía que con sólo ser una unidad mayor, pudiera destruirse el orden? Según pude saber, hojeando de pie el libro, aquella proposición no había nacido de una tesis notoria sino que procedía de un apunte apresurado de Fermat. Al parecer omitió la demostración por falta de espacio suficiente en la página. A partir de entonces, muchos genios de las matemáticas intentaron dar con aquella demostración, la gran meta del mundo matemático, pero fracasaron. Me dio pena por ellos que el capricho de un hombre les hubiera estado atormentando a lo largo de tres siglos.” (pp. 202-203)
Naturalmente, terminé la búsqueda y quedó resuelta la cuestión (la mía, digo).
“De repente me topé con un libro sobre el último teorema de Fermat. Se trataba de un relato más bien histórico, que no de pura teoría matemática, lo cual facilitaba para mí su comprensión. Sabía que el último teorema de Fermat era un problema difícil que aún no había sido resuelto; sin embargo, fue una sorpresa para mí que el contenido del teorema pudiera expresarse tan fácilmente.
«Para todos los números naturales n superiores a 3 no existen números naturales X, Y, Z que verifiquen la ecuación: Xⁿ+ Yⁿ= Zⁿ»
¿Eh, eso es todo?, estuve a punto de exclamar. Me daba la sensación de que encontraría cuantos números naturales quisiera capaces de cumplir con aquella fórmula. Mientras que si «n» era igual a 2, y se convertía en la maravilla que es el teorema de Pitágoras, ¿cómo se entendía que con sólo ser una unidad mayor, pudiera destruirse el orden? Según pude saber, hojeando de pie el libro, aquella proposición no había nacido de una tesis notoria sino que procedía de un apunte apresurado de Fermat. Al parecer omitió la demostración por falta de espacio suficiente en la página. A partir de entonces, muchos genios de las matemáticas intentaron dar con aquella demostración, la gran meta del mundo matemático, pero fracasaron. Me dio pena por ellos que el capricho de un hombre les hubiera estado atormentando a lo largo de tres siglos.” (pp. 202-203)
Naturalmente, terminé la búsqueda y quedó resuelta la cuestión (la mía, digo).
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