La mañana de un domingo de hace cerca de dos meses (año arriba, año abajo) se comentó en el programa “Al sur de la semana” de COPE que uno de sus colaboradores (Fernando Marías) era el editor de una obra recién publicada sobre Poe. El volumen en cuestión recogía textos de diversos autores españoles re-creando relatos del señor Edgar Allan Poe.
El caso es que, en una de mis visitas periódicas a mi proveedor oficial de libros, allí estaba, en una de las obligadas mesas de novedades, y allí lo incorporé al grupo de los elegidos de ese momento.
“Puedes cerrar los ojos pero no puedes cerrar los oídos.
En la oscuridad sigo oyendo los gritos. No sé quién grita. Aprieto los ojos y me doy cuenta de que soy yo quien está gritando”
Así comienza el libro, y así lo hace La gata negra, relato de Eugenia Rico inspirado por El gato negro.
“En las noches insomnes de diciembre –el catorce
murió– las sombras tienen alas negras de cuervo
que invitan a viajar por el espacio libre,
por ese cielo azul que no es azul ni es cielo
(que diría Argensola), y surcar las etéreas
salas rumbo a la playa donde tanto lloramos
una tarde de agosto, sintiéndonos vencidos
por el amor y por sus trágicas ficciones,
indefensos, inermes ante las crueldades
del deseo, juguetes en manos del azar.”
Es una de las estrofas (especie de décimas -diez versos-, sin rima y con métrica mezclada de trece y catorce sílabas) del texto Sobre El cuervo de Poe, de Luis Alberto de Cuenca.
“- Trabajo para una agencia de malas noticias; por una suma módica, decimos lo que nadie más quiere decir. Nos presentamos provistos de sales contra desmayos, frases oportunas y pañuelos perfumados.
Yo no necesitaba ninguna de esas cosas. Antes de marcharse, Spatia sacó de su maletín de cuero una carta en la que los abogados me notificaban que era el dueño de la casa de Moran, en Baltimore.
- Esa no es una mala noticia – dije.
- Es que usted todavía no ha visto la casa – dijo Spatia, a modo de despedida.”
Y esto último, forma parte de El relato escondido, de Pablo de Santis, inspirado en La carta robada.
Las ilustraciones que acompañan los textos son las propias del volumen, de Harry Clarke, “por cortesía de Dover Publications, Inc., Mineola (Nueva York)”, con el copyright de 2009.
Y una cita. Repetida. En la contraportada y en la hoja anterior a los relatos. La refieren como de Poe, aunque no se especifica la procedencia.
Madrid. Parque del Retiro. Feria del Libro. Caseta del Grupo Luis Vives. 451 editores. Firma de libros. Un ilustrador. Creo. No sé el nombre. Pasan los días. Investigo. No consigo averiguarlo. Curioso. Se encuentra a “este” lado.
Me acerco. Atienden unas muchachas. Me dirijo a una. Felicidades. Por el libro. El de Poe. Pero. Las ilustraciones. El autor. No quién es. De cuándo es. No lo sé. No se dice. ¿De ahora? ¿De hace tiempo? ¿Alguna edición especial? Gracias. De nada. Lo comentaremos. Hasta otra. No comento. La cita.
“La ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no lo más sublime de la inteligencia”
Verano. Noche. San Juan. ¿Estoy soñando? Nunca la he leído. ¿Me basto yo solo?
Puck, ¿tú qué crees?
El caso es que, en una de mis visitas periódicas a mi proveedor oficial de libros, allí estaba, en una de las obligadas mesas de novedades, y allí lo incorporé al grupo de los elegidos de ese momento.
“Puedes cerrar los ojos pero no puedes cerrar los oídos.
En la oscuridad sigo oyendo los gritos. No sé quién grita. Aprieto los ojos y me doy cuenta de que soy yo quien está gritando”
Así comienza el libro, y así lo hace La gata negra, relato de Eugenia Rico inspirado por El gato negro.
“En las noches insomnes de diciembre –el catorce
murió– las sombras tienen alas negras de cuervo
que invitan a viajar por el espacio libre,
por ese cielo azul que no es azul ni es cielo
(que diría Argensola), y surcar las etéreas
salas rumbo a la playa donde tanto lloramos
una tarde de agosto, sintiéndonos vencidos
por el amor y por sus trágicas ficciones,
indefensos, inermes ante las crueldades
del deseo, juguetes en manos del azar.”
Es una de las estrofas (especie de décimas -diez versos-, sin rima y con métrica mezclada de trece y catorce sílabas) del texto Sobre El cuervo de Poe, de Luis Alberto de Cuenca.
“- Trabajo para una agencia de malas noticias; por una suma módica, decimos lo que nadie más quiere decir. Nos presentamos provistos de sales contra desmayos, frases oportunas y pañuelos perfumados.
Yo no necesitaba ninguna de esas cosas. Antes de marcharse, Spatia sacó de su maletín de cuero una carta en la que los abogados me notificaban que era el dueño de la casa de Moran, en Baltimore.
- Esa no es una mala noticia – dije.
- Es que usted todavía no ha visto la casa – dijo Spatia, a modo de despedida.”
Y esto último, forma parte de El relato escondido, de Pablo de Santis, inspirado en La carta robada.
Las ilustraciones que acompañan los textos son las propias del volumen, de Harry Clarke, “por cortesía de Dover Publications, Inc., Mineola (Nueva York)”, con el copyright de 2009.
Y una cita. Repetida. En la contraportada y en la hoja anterior a los relatos. La refieren como de Poe, aunque no se especifica la procedencia.
Madrid. Parque del Retiro. Feria del Libro. Caseta del Grupo Luis Vives. 451 editores. Firma de libros. Un ilustrador. Creo. No sé el nombre. Pasan los días. Investigo. No consigo averiguarlo. Curioso. Se encuentra a “este” lado.
Me acerco. Atienden unas muchachas. Me dirijo a una. Felicidades. Por el libro. El de Poe. Pero. Las ilustraciones. El autor. No quién es. De cuándo es. No lo sé. No se dice. ¿De ahora? ¿De hace tiempo? ¿Alguna edición especial? Gracias. De nada. Lo comentaremos. Hasta otra. No comento. La cita.
“La ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no lo más sublime de la inteligencia”
Verano. Noche. San Juan. ¿Estoy soñando? Nunca la he leído. ¿Me basto yo solo?
Puck, ¿tú qué crees?
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