Dado que el tiempo acompañaba, en el Parque del Retiro hicimos lo que tocaba: nos olvidamos del mundo y sus prisas, y, en paz con nuestro espíritu, nos fuimos a la Feria del Libro.Tal vez llevara cuatro o cinco años sin asistir a una Feria del Libro, y en concreto a la de Valencia (cuya celebración sí coincide con el Día del Libro). No es algo que me atraiga, simplemente porque ya frecuento mi librería de cabecera no menos de dos o tres veces al mes. Pero en este caso, ya que estábamos en el sitio y momento adecuados, pues…
Conseguimos un folleto que recogía un plano y la relación de los expositores, cuya utilidad no puedo acreditar pues el único caso que nos interesó, fuimos a consultarlo justo cuando estábamos al lado, y lo vimos a tiempo, antes de desplegar del todo el referido folleto. Pero bueno, la intención estaba ahí.Había varios bares donde se podía restituir algo las fuerzas al cuerpo, aunque nosotros, ya cerca del final de la mañana, nos limitamos a unas cervezas. Nos limitamos en todos los sentidos, por lo que no hubo necesidad de visitar otros puestos, muy propiamente identificados.
Habíamos llegado al Paseo de Coches sobre las doce menos diez, y nos alejábamos de la Feria del Libro poco más de dos horas después.Pero hasta entonces…, ¡ay, hasta entonces!
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