miércoles, 24 de junio de 2009

La Real de Oriente

Salimos del Cuartel del Conde-Duque, y fuimos, paseando con tranquilidad, hacia la Plaza de España, y, por Leganitos, alcanzamos finalmente la Plaza de Oriente.

La real, ya que la proyectada por Isidro Velázquez fue asolada a poco de iniciadas las obras, como ya hemos comentado.

Entre dos Reales (Palacio y Teatro), sentamos momentáneamente nuestros reales en una cafetería de la plaza para un breve refrigerio, y poco después, pudimos apreciar un montaje sobre el que carecíamos de información.



El caso es que la representación iba a ser ofrecida en pantalla gigante a un provisional “patio de butacas”, una “platea” con entrada gratuita, circunstancia que no se daba en las butacas a cuyo derecho nos daban las entradas que llevábamos en el bolsillo.

Al salir, finalizada la representación, en esa provisional “platea”, por lo que apreciamos, debió de haber estado funcionando más de lo deseado el “aire acondicionado” natural de Madrid.

Ello, no obstante, no impidió que se manifestara un muy importante calor cuando los intérpretes salieron a la terraza del Teatro a saludar al público externo… aunque no llegamos a tiempo de verlos.



De verlos… fuera, porque dentro, aunque de lado, sí los vimos y los oímos, a ellos y a la orquesta, a la letra y a la música, a Hugo, a Piave y a Verdi.

Y a la tragedia: al despotismo y a la justicia, al amor… y a la venganza.

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