jueves, 4 de diciembre de 2008

¿Hay osos panda en Luxemburgo?

Este pasado martes, día 2, ha tenido una cierta presencia en los medios de comunicación la decisión de un ilustre desconocido por el común de los mortales, el Gran Duque Enrique de Luxemburgo.

Lo que quiero comentar aquí es las diferentes formas de considerar la decisión. He elegido, es decir, he hecho uso de mi todavía libertad, y por tanto, he asumido plenamente la posibilidad de error, tres casos distintos:

Caso 1 – enfoque técnico de las consecuencias:
en la edición digital del periódico El Mundo, y con el antetítulo de “Reforma constitucional” para que no haya dudas sobre el enfoque, se expone suficientemente, al menos para mí, lego en la materia y totalmente en tierra extraña en el Gran Ducado, cuál es el problema institucional, cuál es la opción que se ha determinado para solucionarlo y cómo se va a desarrollar la misma. Finaliza con la exposición de antecendentes similares. Salvo por un par de palabras, la exposición es tan técnica que la causa última del problema podía ser, incluso, la cría en piscifactorías del mejillón en escabeche.

Caso 2 – escueta reseña destacando en un aparte lo que se considera más importante:
en la página digital de la cadena de emisoras COPE, se dedica un párrafo a exponer cada uno de los ‘momentos’ de la noticia: cuál y por qué ha sido la decisión, qué problemas y soluciones se han presentado, y qué antecedentes ha habido. En un recuadro, aparte del cuerpo de la noticia, y bajo la referencia “La clave”, se destaca, como importante, no la técnica jurídica a aplicar, ni los aspectos concretos de aquello que motivó la decisión (este medio de comunicación debe de considerar que, por su línea editorial, no necesita detallar mucho sobre este asunto), sino que “El Gran Duque ha dado un ejemplo de integridad moral”.

Caso 3 – breve reseña de la noticia, con referencias a su entorno:
en la edición impresa, accesible a través de Internet, del periódico El País se expone de manera breve, pero no escueta, la decisión, los motivos, los problemas, la solución y los antecedentes. En el desarrollo de la noticia, se incorporan detalles para ayudar a situar la noticia en su entorno: “a punto de concluir un periplo parlamentario de siete años”, “choque con la voluntad popular”, aunque haya habido “ajustada mayoría”, “país profundamente católico”, “años de debate”, “sociedad dividida”, “oposición del estamento médico”, “llegado ahora el momento de la definitiva votación”, “el proyecto sigue los ejemplos belga y holandés”.

Esto me recordó una efeméride que había leído pocos días antes en el New York Times, correspondiente al día 28 de noviembre de 1999, y que transcribo a continuación:
Hsing-Hsing, a giant panda who arrived at the National Zoo in 1972 as a symbol of U.S.-China detente, was euthanized at age 28 because of his deteriorating health

En otros tiempos, se hubiera dicho que el pobre bicho (regalo de Mao a Nixon) fue sacrificado; ahora se dice que fue ‘eutanasiado’.

En resumen, para que no se haga más largo aún.

Me reservé la efeméride para comentar, cuando tuviera tiempo u ocasión, el uso de la palabra en cuestión, el cual uso tiene la intención, en mi opinión, de transferir a la “eutanasia” las ideas positivas de bondadoso e indefenso (se trata de un oso panda, además, símbolo de una ‘detente’), unidas a las de remedio y solución (salud deteriorada, es decir, ni siquiera queda claro que hubiera, propiamente, enfermedad).

La ocasión me la ha facilitado el Gran Duque, y también me ha permitido extender la anotación contemplando esta noticia de actualidad.

Aprovecho para hacer una breve referencia a la entrevista a nuestro actual líder político (recordemos que líder es sinónimo de caudillo y de führer; es una mera curiosidad linguística, nada más) recogida por Jim Hoagland en The Washington Post, el pasado domingo día 23 de noviembre.

En ella se dice que “Signature issues for Zapatero's second term are legalizing assisted suicide [and more]”. La traducción más aceptada es “suicidio asistido”, y cabe entender que el sentido de “asistir” no será el recogido en su quinta acepción “Cuidar enfermos y procurar su curación”, sino el recogido en su cuarta acepción: “Socorrer, favorecer, ayudar”. Así pues, se asiste a quien, por sí mismo, no es capaz de algo.

Pues bien, parece que está muy claro lo que se quiere decir, pero en mi opinión, concluir eso es un gravísimo error. Lo único claro es lo que se quiere entender; lo que se quiere decir,…

Porque claro, quien no es capaz de algo, es un incapaz, y por tanto, si alguien lo insta, o incluso de oficio si es preciso, se puede declarar su incapacidad legal,... y, en ese momento, se le asiste en el suicidio ¿no?

Aunque sólo haya unas nubes, acordémonos de Santa Bárbara antes de que truene.

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