El otro día, al cambiar bastante la ruta habitual para llegar al kiosco, ya que quise acercarme a ver algo de lo que ya hablaré en otro momento, pasé por delante de un edificio, cuya entrada al garaje era de la siguiente guisa.
Como puede observarse, tiene dispuestos, uno a cada lado de la puerta, dos ángulos, formados mediante tubo doblado y encastrados en la pared.
Me quedé intrigado sobre el objeto de tales objetos... hasta ayer.
Ayer, con motivo del corrrespondiente partido de fútbol semanal de la liga escolar de mi hijo, vi lo que colmó el hueco de mis ignorancias. Simplemente, se trata de un artilugio que permite encarar la crisis actual obteniendo un mayor aprovechamiento de toda la superficie del garaje (aunque no alcanzo a ver cómo resolverán los diversos problemas que puedan surgir en su ejecución), y es que, si no propiamente Internet, sí es muy útil la red.
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