Como he dejado escrito, estoy ordenando la biblioteca.
En ese proceso, le llegó el turno al ejemplar que tengo de “Asesinato en la Catedral”, de Thomas Sterns Eliot, según traducción de Fernando Gutiérrez y José Mª Valverde, en la colección Creación Literaria, de Ediciones Encuentro (1997).
Como ya he referido hablando de la magia de los libros, no dejé de hojearlo y, en este caso, pues el libro ya lo leí a poco de comprarlo (en febrero de 2007), releer algún pasaje. El libro decidió dejarse abrir cerca del final de la Escena Primera de la Parte Segunda.
“Paz, y estad en paz con vuestros pensamientos y visiones.
Estas cosas llegaron a vosotras y tenéis que aceptarlas.
Es vuestra parte de la eterna aflicción,
de la gloria eterna. Este no es más que un momento,
pero sabed que otro
habrá de conmovernos con una alegría imprevista y dolorosa
cuando la hechura del designio de Dios esté completa.
Olvidaréis estas cosas trabajando junto al fuego,
lo recordaréis holgazaneando junto al fuego,
cuando la vejez y el olvido endulcen el recuerdo
hasta no ser más que un sueño que ha sido contado muchas veces
y muchas veces alterado al contarlo. Todo entonces será ilusorio.
La especie humana no soporta demasiada realidad”
Es vuestra parte de la eterna aflicción,
de la gloria eterna. Este no es más que un momento,
pero sabed que otro
habrá de conmovernos con una alegría imprevista y dolorosa
cuando la hechura del designio de Dios esté completa.
Olvidaréis estas cosas trabajando junto al fuego,
lo recordaréis holgazaneando junto al fuego,
cuando la vejez y el olvido endulcen el recuerdo
hasta no ser más que un sueño que ha sido contado muchas veces
y muchas veces alterado al contarlo. Todo entonces será ilusorio.
La especie humana no soporta demasiada realidad”
Tras lo que no pude dejar de recordar la portada de El Mundo del pasado jueves, de la que destaco la siguiente imagen.
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