martes, 16 de diciembre de 2008

Matemáticas rusas

Es conocida cierta tonadilla infantil popular que dice, en una de sus estrofas, lo siguiente:

dos y dos son cuatro,
cuatro y dos son seis,
seis y dos son ocho,
y ocho, dieciséis


[del resto de la tonadilla bien puede decirse que, más que no recordarlo, sencillamente no lo sé]

Tras ello, podemos concluir científica y matemáticamente que, siendo hoy dieciséis, se impone esta anotación en el diario. Así pues, procedo.

Los que hayan tenido contacto con el gremio técnico hace ya unos años recordarán, como referencias importantes, los libros de matemáticas y de resistencia de materiales, especialmente, de autores de la entonces URSS (en cirílico propio, CCCP). Su reconocido valor técnico y académico, iba acompañado, paradójicamente, de un reducido coste económico, al menos para el comprador.

Dichos libros estaban editados por la Editorial MIR, nombre que llevó también la posterior estación espacial soviética, y que, como ejemplo de la eficaz utilización del lenguaje que propugnaba Lenin ("la mentira es un arma revolucionaria", si no recuerdo mal), significa "paz" (también está el ejemplo de la nave espacial SOYUZ, cuyo significado es "unión", y que de hecho es la primera de las C -o S- de CCCP).

Como iba escribiendo, los libros eran de la Editorial MIR, y algunos de ellos tengo todavía, supongo, en casa de mi padre. Hace veinte años todavía existían en las librerías, pues fue entonces cuando compré dos librillos de una colección de matemáticas (Lecciones populares de matemáticas, obviamente), cuyas portadas adjunto: uno sobre variables aleatorias, y el otro sobre una geometría no euclídea (me ahorraré decir cuál es cuál).



En dichos libros (soviéticos) se refleja lo amplio del ámbito geográfico (no comentaremos las posibles razones) que abarcaba la publicación de esta Editorial; y una duda curiosa: ¿se expresa, en español, que está impreso en la URSS, y en ruso, que en Rusia?.




Bueno, pues expuesto todo esto, sólo queda por reseñar un ejemplo de matemática rusa.

Si consideramos que todos y cada uno de los días que transcurren tienen 24 horas (es decir, no hay ajustes de horarios de verano e invierno), y que la persona en cuestión nace justo al mediodía del día de su nacimiento y, también justo a mediodía, fallece el día de su fallecimiento (y no al revés, sea la geometría euclídea o no, y por muy aleatorias que resulten las variables), la pregunta es:

¿Cuántos días vivió el conde Lev Nikolayevich Tolstoi, sabiendo que nació el 28 de agosto de 1828 (o sea, el 9 de septiembre) y falleció el 7 de noviembre de 1910 (o sea, el 20 de noviembre)?

8 comentarios:

  1. Pero el 20 de noviembre ¿no había muerto Franco que lo acaba de descubrir Garzón?
    Si empezamos a liarlo ahora con rusos no nos vamos aclarar nunca.

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  2. Y ocho veinticuatro, y ocho treinta y dos, ánima bendita me arrodillo yo.
    Anda que no acordarse de la cancioncilla que cantaba la generación AF (antes de Franco).

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  3. Se me adelantó Vinagre63 en un par de años, porque iba a terminarte la cancioncilla... para no tener que comentar la entrada. Vaya lío. Voy a tomarme una aspirina...

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  4. ¡Un día!
    Por sólo un día de diferencia llevamos casi dos años sin que nadie termine de explicar esa diferencia.
    ¿Habrá que esperar al próximo cambio de calendario?
    Venga, aprovechad este próximo puente... que hace 428 años no existió (¡mira, 428... 4x2=8! - no, no es una pista. Es... matemática española)

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  5. Ah..., ¿pero había que contestar algo? ;-)

    Bueno, esta noche lo leo con atención y lo intento. Lo prometo. Que ayer..., si soy sincera..., leí en diagonal ;-)

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  6. Y esta noche ni en diagonal. Así que mejor contesto: no sé. Cero patatero. Hala, suspensa hasta la próxima convocatoria extraordinaria. :-(

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  7. Vamos a ver. No me vengas con que eres de letras, porque al fin y al cabo Tolstói era escritor...
    Venga, ánimo, que más tarde incluso di pistas.

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  8. Que no, que no..., que no me excuso tras las letras. Si fui de ciencias toda mi vida y, aunque ya no recuerdo cómo hacer integrales, mi cabeza no se arredra ante las ciencias, qué va.

    La cuestión es que no puedo responder a una pregunta si no he la he leído previamente. El primer día, lo confesé, lo hice en diagonal y anoche, también lo confesé, ni siquiera en ese sentido: no la leí, directamente. Y no lo tomes a mal, amigo Posodo. No fue, en ningún caso, un menosprecio, sino que estaba aturdida por una cabeza que a esas horas me gritaba: "No, ya estoy harta. He trabajado todo el día sin parar y quiero irme a dormir ¡ya!".

    Ataque de pereza. En cuanto recupere la energía perdida, me pondré a ello.

    Saludos y buen puente.

    Nos veremos a la vuelta.

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