Llevamos ya una semana de vacaciones en los colegios e institutos. Los chiquillos tienen sus correspondientes deberes o similares, y a pesar de que se quejen mucho o poco, hay una cosa que sí es positiva para ellos (y no me refiero a no ir al cole).
Se trata de que, durante dos semanas, dos, va a poder descansar su cuerpo de soportar o arrastrar la mochila con los ¿cinco? kilos en canal que pesa, de libros y libretas. Este año parecía que por fin iban a editar los libros en ‘fascículos’, pero… tampoco (aunque, de hecho, por nuestra parte, hace dos años los ‘fasciculizamos’ de motu proprio).
Y eso por no hablar de los más de trescientos euros que han costado este año (per capita) los libros de texto. Libros de texto que, en la práctica totalidad de los casos, bien por mal uso, bien por uso (por cómo está diseñado), o bien por capricho administrativo sobre los temarios, quedarán inservibles para los años posteriores y hermanos que haya.
Por eso, me ha llamado la atención el correo que recibí a principio de mes de Barnes&Noble sobre el negocio del libro de texto usado: no que los vendan, sino que son ellos quienes los compran.
Créditos:
Imagen del correo electrónico recibido.
Se trata de que, durante dos semanas, dos, va a poder descansar su cuerpo de soportar o arrastrar la mochila con los ¿cinco? kilos en canal que pesa, de libros y libretas. Este año parecía que por fin iban a editar los libros en ‘fascículos’, pero… tampoco (aunque, de hecho, por nuestra parte, hace dos años los ‘fasciculizamos’ de motu proprio).
Y eso por no hablar de los más de trescientos euros que han costado este año (per capita) los libros de texto. Libros de texto que, en la práctica totalidad de los casos, bien por mal uso, bien por uso (por cómo está diseñado), o bien por capricho administrativo sobre los temarios, quedarán inservibles para los años posteriores y hermanos que haya.
Por eso, me ha llamado la atención el correo que recibí a principio de mes de Barnes&Noble sobre el negocio del libro de texto usado: no que los vendan, sino que son ellos quienes los compran.
Créditos:
Imagen del correo electrónico recibido.
En cuanto a lo de los libros de texto, sí que es una gaita (lo del gasto). Yo estudié en libros que heredaba de mis hermanos. Lo que no entiendo muy bien es por qué ahora no se puede hacer. Por ley, los profesores no podemos cambiar los libros, una vez elegidos, hasta pasados 4 años, de modo que tiempo sí habría para que un hermano utilizara los libros de otro hermano mayor.
ResponderEliminarEn cuanto a lo del peso..., yo creo que era igual en mis tiempos..., pero entonces no teníamos mochilas con ruedas. Aunque lo de "fascicular" lo libros sería buena idea.
En cuanto a lo de las vacaciones..., sí, pobres niños. No hago más que pensar en ellos: ya sólo les queda una. Me dan más pena...