“Usted conoce esa historia del gran estadista a quien su jardinero oyó decir mientras paseaba por el jardín: «Si hubiera recibido la más pequeña insinuación, señor Presidente, de que esta tarde tendría que hablar…». Pues bien, ocurre lo mismo con los prestidigitadores. Lleva cierto tiempo preparar una improvisación.”
Lo mío, en realidad, más que improvisación, fue imprevisión. Hasta que no me comentó un compañero de trabajo que el sábado iban a ir al Teatro Olympia a ver el espectáculo Magia Potagia, de Juan Tamariz, no me acordé de que estaba, ya, en cartel. Menos mal que, sin recurrir, conscientemente, a la magia, el viernes conseguí entradas para el día siguiente, ese mismo sábado, de hace dos meses.
Sin embargo, algo de magia debió de haber, pues el patio de butacas se llenó según pudimos comprobar mis hijos y yo poco antes de empezar el espectáculo.
No es cuestión de descubrir a estas alturas el trabajo profesional de Juan Tamariz. La inmensa mayoría de los españoles de cierta edad lo conocemos de la televisión (‘la’, es decir, cuando sólo había una, aunque tuviera dos cadenas).
Y aunque sea un poco injusto con su profesionalidad, por lo que más se le recuerda y reconoce, es por su trabajada improvisación en su trato con el público (al que incluso baja al patio a buscarlo), convirtiéndolo en elemento activo en el espectáculo (interacuar, que se diría ahora): “Llama a tu mujer… ¿Te has equivocado de número? ¿Estás llamando a tu mujer? No contesta, ¿seguro que está en casa?”, y cosas así, introduciendo el humor en el espectáculo.
Era la primera vez que veía yo a Juan Tamariz en un teatro, y acostumbrado a verlo en la televisión, estaba la duda de ver cómo se resolvía la técnica de los números más “íntimos”, es decir, los que se hacen con las cartas encima de la mesa. Lógicamente, se hizo uso de cámaras y proyectores, con lo que quedaba resuelta la duda… hasta que uno se plantea en qué consistiría el espectáculo antes de que estos medios fueran suficientemente accesibles en el mercado.
Al entrar al teatro, a modo de folleto, se entregaba una tarjeta de baraja, con la figura de Juan Tamariz. Lógicamente, tras la celebración de números de magia como el del video…
… no es de extrañar que acabáramos, al menos nosotros (mis dos hijos y yo), con todas estas cartas.
Créditos:
Transcripción parcial (pág. 61) según la traducción de Vicente Corbí, de Magia, de G.K. Chesterton, edición del 13 de agosto de 2010, por Espuela de Plata, como número 5 de su colección El teatro moderno.
Imagen parcial del folleto de programación, y entrada para el espectáculo, del Teatro Olympia, de Valencia, y de las cartas de promoción.
Fotografías del cartel en el Teatro Olympia, y de momentos del espectáculo (de escasa calidad, pues las hice sin flash), de octubre de 2010, del autor.
Lo mío, en realidad, más que improvisación, fue imprevisión. Hasta que no me comentó un compañero de trabajo que el sábado iban a ir al Teatro Olympia a ver el espectáculo Magia Potagia, de Juan Tamariz, no me acordé de que estaba, ya, en cartel. Menos mal que, sin recurrir, conscientemente, a la magia, el viernes conseguí entradas para el día siguiente, ese mismo sábado, de hace dos meses.
Sin embargo, algo de magia debió de haber, pues el patio de butacas se llenó según pudimos comprobar mis hijos y yo poco antes de empezar el espectáculo.
No es cuestión de descubrir a estas alturas el trabajo profesional de Juan Tamariz. La inmensa mayoría de los españoles de cierta edad lo conocemos de la televisión (‘la’, es decir, cuando sólo había una, aunque tuviera dos cadenas).
Y aunque sea un poco injusto con su profesionalidad, por lo que más se le recuerda y reconoce, es por su trabajada improvisación en su trato con el público (al que incluso baja al patio a buscarlo), convirtiéndolo en elemento activo en el espectáculo (interacuar, que se diría ahora): “Llama a tu mujer… ¿Te has equivocado de número? ¿Estás llamando a tu mujer? No contesta, ¿seguro que está en casa?”, y cosas así, introduciendo el humor en el espectáculo.
Era la primera vez que veía yo a Juan Tamariz en un teatro, y acostumbrado a verlo en la televisión, estaba la duda de ver cómo se resolvía la técnica de los números más “íntimos”, es decir, los que se hacen con las cartas encima de la mesa. Lógicamente, se hizo uso de cámaras y proyectores, con lo que quedaba resuelta la duda… hasta que uno se plantea en qué consistiría el espectáculo antes de que estos medios fueran suficientemente accesibles en el mercado.
Al entrar al teatro, a modo de folleto, se entregaba una tarjeta de baraja, con la figura de Juan Tamariz. Lógicamente, tras la celebración de números de magia como el del video…
… no es de extrañar que acabáramos, al menos nosotros (mis dos hijos y yo), con todas estas cartas.
Créditos:
Transcripción parcial (pág. 61) según la traducción de Vicente Corbí, de Magia, de G.K. Chesterton, edición del 13 de agosto de 2010, por Espuela de Plata, como número 5 de su colección El teatro moderno.
Imagen parcial del folleto de programación, y entrada para el espectáculo, del Teatro Olympia, de Valencia, y de las cartas de promoción.
Fotografías del cartel en el Teatro Olympia, y de momentos del espectáculo (de escasa calidad, pues las hice sin flash), de octubre de 2010, del autor.
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