Entre 100 y 150 personas fallecidas, la mayoría asesinadas.
Aproximadamente 5.000 intentos lograron el éxito.
Se desconoce el número de intentos frustados, bien porque fracasan en su ejecución o porque fueran detectados a tiempo por los servicios de espionaje.
Estas cifras tienen, cabe esperar, mayor significado que los 155 km de anillo fronterizo, 106 de bloque de hormigón, 302 torres de vigilancia o 259 patrullas con perros.
Tanto unas como otras se refieren al entonces conocido como Muro de la Vergüenza, ahora Muro de Berlín, o simplemente el Muro.
Una tranquila madrugada del verano de 1961 se vio ligeramente alterada por un pequeño problema del S-Bahn, transporte público gestionado por la autoridades orientales. A falta de seis minutos para las dos de la madrugada, se informó de que uno de los convoyes que procedente del sector oriental también daba servicio al occidental, había quedado detenido antes de cruzar la frontera, y regresaba a su origen, habiendo sido desalojados los escasos pasajeros que, supongo, habría, a los que, eso sí, se les devolvió el dinero del billete.
Poco después, se informaba de que en otra línea, un convoy también presentaba problemas, y tampoco cruzaba la fontera. Esto ya alertó a las autoridades occidentales, muy sensibles a todo lo extraño procedente de la zona bajo control soviético desde el bloqueo de trece años antes. Y no se equivocaron.
A las dos y veinte, los informes ya no hablaban de problemas en el transporte público: pasaron a hablar de camiones militares, vehículos blindados y cientos de policías y soldados armados, incluso con ametralladoras, que convergían hacia todos los puntos de cruce de la frontera entre los sectores Oeste y Este de Berlín.
Mientras se daba la alarma, movilizando a la totalidad de los 13.000 policías de Berlín occidental, se observó que los soldados estaban erigiendo barreras e instalando alambradas en los puntos de cruce. La situación se hizo pública a través de una comunicado de Associated Press a las 3:37: “La Puerta de Brandemburgo está cerrada”. Sin embargo, los residentes en Berlín, en esos momentos, ignoraban su suerte: estaban durmiendo.
El domingo 13 de agosto de 1961 se produjo el segundo bloqueo comunista de Berlín, sólo que en esta caso no fue para aislarlo del resto del mundo libre, sino para aislarlo del mundo… oprimido: el objetivo también era impedir el acceso al Berlín libre, pero ahora, por parte de los residentes en el Berlín comunista.
Las barreras y alambradas empezaron a desmantelarse el martes, día 15, para ser sustituidas por un muro de hormigón, coronado, eso sí, con alambre de espino. Precisamente, ese mismo día 15, se produjo la primera y más famosa huída, la de Conrad Schumann, en Bernauer Strasse (junto al sector francés).
En esa calle y en muchas otras zonas, el límite fronterizo eran las mismas fachadas de los edificios, y esos primeros días mucha gente saltó desde las ventanas para huir al Berlín occidental, a la libertad. Aunque no siempre con fortuna.
El día 19 de agosto, Rudolf Urban saltó, cayó mal, y de las heridas acabó falleciendo. Tres días después, Ida Siekmann, de 59 años, también falleció a resultas de las heridas al caer desde un tercer piso. Que se tratara de accidentes no quita que sean ellos las primeras víctimas del Muro.
Conrad Schumann, guardia fronterizo, declaró que sólo tenían tres instrucciones, pero muy claras: no permitir que nadie atravesara la frontera camino de Occidente, no responder a las provocaciones occidentales y, aunque iban armados, no hacer fuego.
El día 22, sin embargo, el Politburó alemán dio la orden de que cualquier violación de la frontera, fuera respondida incluso con las armas. El día 24, se hizo real la orden: Günter Liftin, un sastre de 24 años, en su intento de huir cerca de la estación de Friedrichstrasse, llegó a oír varios disparos de advertencia… hasta que el último ya le apuntó a él. Flotando sobre las aguas del río Spree, se convirtió en el primer refugiado asesinado por querer cruzar el Muro camino de la libertad. Cinco días después, Roland Hoff acabó igual, mientras intentaba cruzar a nado el Canal Teltow.
El Muro, en su primer año de “vida”, exigió su tributo de vidas humanas, cobrándose las de.31 personas. El año acabó con el “tributo” más triste por lo vergonzoso de las circunstancias en que finalizó.
El 17 de agosto de 1962, un aprendiz de albañil de 18 años, llamado Peter Fechter, decidió dar el salto a la libertad, en el tramo del Muro de la Zimmerstrasse, cerca de la esquina con Friedichstrasse, donde se encontraba el mundialmente famoso punto de cruce del Muro Checkpoint Charlie.
Una descarga de treinta y cinco disparos de los guardias fronterizos comunistas acabó hiriéndolo en el estómago y la espalda, por lo que mortalmente herido cayó a los pies del Muro, en el lado oriental.
El que no se le pudiera ver no evitó que se le oyera gritar pidiendo ayuda durante los cincuenta minutos que duró su agonía. Desde el lado occidental, los soldados del Checkpoint Charlie sólo pudieron, acercándose al mismo Muro, lanzarle vendas con la que pudiera contener, al menos, la hemorragia. Pero él estaba demasiado débil para eso, y además fue inútil: desde el lado oriental esperaron, prácticamente, a que estuviera muerto para recogerlo.
Este cruel aniversario fue objeto de numerosas manifestaciones en el Berlín occidental, contrarias, claro, erigiéndose inmediatamente una cruz como modesto recuerdo de lo sucedido. A pesar de los cambios habidos tras la caída del Muro, el Memorial Peter Fechter, adaptado el nuevo entorno, sigue existiendo.
El Muro, asimismo, sigue existiendo, aunque lógicamente, sólo en algunos tramos, como ejemplo de lo que fue capaz el régimen comunista que lo construyó. El tramo de mayor longitud, unos 1.300 metros, se encuentra junto al río Spree, al lado del Oberbaumbrücke, otro punto de cruce, aunque no durante todos los 28 años que duró el bloqueo. Este tramo se ha recreado, convertido en una galería de arte, la East-Side-Gallery.
Créditos:
Datos tomados de Divided City. The Berlin Wall, de Christian Bahr, y Die Mauer. Es geschah am Checkpoint Charlie, de Alexandra Hildebrant.
Dibujo mostrando sobre el esquema de Berlín la división en Sectores, junto con el trazado del Muro.
Postales del Muro en Zimmerstrasse junto con Friedichtrasse, en 1961, y de la reparación de una parte del Muro junto a Bernauer Strasse, en Mayo de 1962.
Fotografías de Peter Fechter, mortalmente herido al pie del Muro, en Zimmerstrasse, y recogido, ya muerto, por los ‘vopos’, tomadas del referido libro Die Mauer.
Fotografía del tramo del Muro de la East Side Gallery, más cercano al Oberbaumbrücke, de enero de 2010, del autor.
Aproximadamente 5.000 intentos lograron el éxito.
Se desconoce el número de intentos frustados, bien porque fracasan en su ejecución o porque fueran detectados a tiempo por los servicios de espionaje.
Estas cifras tienen, cabe esperar, mayor significado que los 155 km de anillo fronterizo, 106 de bloque de hormigón, 302 torres de vigilancia o 259 patrullas con perros.
Tanto unas como otras se refieren al entonces conocido como Muro de la Vergüenza, ahora Muro de Berlín, o simplemente el Muro.
Una tranquila madrugada del verano de 1961 se vio ligeramente alterada por un pequeño problema del S-Bahn, transporte público gestionado por la autoridades orientales. A falta de seis minutos para las dos de la madrugada, se informó de que uno de los convoyes que procedente del sector oriental también daba servicio al occidental, había quedado detenido antes de cruzar la frontera, y regresaba a su origen, habiendo sido desalojados los escasos pasajeros que, supongo, habría, a los que, eso sí, se les devolvió el dinero del billete.
Poco después, se informaba de que en otra línea, un convoy también presentaba problemas, y tampoco cruzaba la fontera. Esto ya alertó a las autoridades occidentales, muy sensibles a todo lo extraño procedente de la zona bajo control soviético desde el bloqueo de trece años antes. Y no se equivocaron.
A las dos y veinte, los informes ya no hablaban de problemas en el transporte público: pasaron a hablar de camiones militares, vehículos blindados y cientos de policías y soldados armados, incluso con ametralladoras, que convergían hacia todos los puntos de cruce de la frontera entre los sectores Oeste y Este de Berlín.
Mientras se daba la alarma, movilizando a la totalidad de los 13.000 policías de Berlín occidental, se observó que los soldados estaban erigiendo barreras e instalando alambradas en los puntos de cruce. La situación se hizo pública a través de una comunicado de Associated Press a las 3:37: “La Puerta de Brandemburgo está cerrada”. Sin embargo, los residentes en Berlín, en esos momentos, ignoraban su suerte: estaban durmiendo.
El domingo 13 de agosto de 1961 se produjo el segundo bloqueo comunista de Berlín, sólo que en esta caso no fue para aislarlo del resto del mundo libre, sino para aislarlo del mundo… oprimido: el objetivo también era impedir el acceso al Berlín libre, pero ahora, por parte de los residentes en el Berlín comunista.
Las barreras y alambradas empezaron a desmantelarse el martes, día 15, para ser sustituidas por un muro de hormigón, coronado, eso sí, con alambre de espino. Precisamente, ese mismo día 15, se produjo la primera y más famosa huída, la de Conrad Schumann, en Bernauer Strasse (junto al sector francés).
En esa calle y en muchas otras zonas, el límite fronterizo eran las mismas fachadas de los edificios, y esos primeros días mucha gente saltó desde las ventanas para huir al Berlín occidental, a la libertad. Aunque no siempre con fortuna.
El día 19 de agosto, Rudolf Urban saltó, cayó mal, y de las heridas acabó falleciendo. Tres días después, Ida Siekmann, de 59 años, también falleció a resultas de las heridas al caer desde un tercer piso. Que se tratara de accidentes no quita que sean ellos las primeras víctimas del Muro.
Conrad Schumann, guardia fronterizo, declaró que sólo tenían tres instrucciones, pero muy claras: no permitir que nadie atravesara la frontera camino de Occidente, no responder a las provocaciones occidentales y, aunque iban armados, no hacer fuego.
El día 22, sin embargo, el Politburó alemán dio la orden de que cualquier violación de la frontera, fuera respondida incluso con las armas. El día 24, se hizo real la orden: Günter Liftin, un sastre de 24 años, en su intento de huir cerca de la estación de Friedrichstrasse, llegó a oír varios disparos de advertencia… hasta que el último ya le apuntó a él. Flotando sobre las aguas del río Spree, se convirtió en el primer refugiado asesinado por querer cruzar el Muro camino de la libertad. Cinco días después, Roland Hoff acabó igual, mientras intentaba cruzar a nado el Canal Teltow.
El Muro, en su primer año de “vida”, exigió su tributo de vidas humanas, cobrándose las de.31 personas. El año acabó con el “tributo” más triste por lo vergonzoso de las circunstancias en que finalizó.
El 17 de agosto de 1962, un aprendiz de albañil de 18 años, llamado Peter Fechter, decidió dar el salto a la libertad, en el tramo del Muro de la Zimmerstrasse, cerca de la esquina con Friedichstrasse, donde se encontraba el mundialmente famoso punto de cruce del Muro Checkpoint Charlie.
Una descarga de treinta y cinco disparos de los guardias fronterizos comunistas acabó hiriéndolo en el estómago y la espalda, por lo que mortalmente herido cayó a los pies del Muro, en el lado oriental.
El que no se le pudiera ver no evitó que se le oyera gritar pidiendo ayuda durante los cincuenta minutos que duró su agonía. Desde el lado occidental, los soldados del Checkpoint Charlie sólo pudieron, acercándose al mismo Muro, lanzarle vendas con la que pudiera contener, al menos, la hemorragia. Pero él estaba demasiado débil para eso, y además fue inútil: desde el lado oriental esperaron, prácticamente, a que estuviera muerto para recogerlo.
Este cruel aniversario fue objeto de numerosas manifestaciones en el Berlín occidental, contrarias, claro, erigiéndose inmediatamente una cruz como modesto recuerdo de lo sucedido. A pesar de los cambios habidos tras la caída del Muro, el Memorial Peter Fechter, adaptado el nuevo entorno, sigue existiendo.
El Muro, asimismo, sigue existiendo, aunque lógicamente, sólo en algunos tramos, como ejemplo de lo que fue capaz el régimen comunista que lo construyó. El tramo de mayor longitud, unos 1.300 metros, se encuentra junto al río Spree, al lado del Oberbaumbrücke, otro punto de cruce, aunque no durante todos los 28 años que duró el bloqueo. Este tramo se ha recreado, convertido en una galería de arte, la East-Side-Gallery.
Créditos:
Datos tomados de Divided City. The Berlin Wall, de Christian Bahr, y Die Mauer. Es geschah am Checkpoint Charlie, de Alexandra Hildebrant.
Dibujo mostrando sobre el esquema de Berlín la división en Sectores, junto con el trazado del Muro.
Postales del Muro en Zimmerstrasse junto con Friedichtrasse, en 1961, y de la reparación de una parte del Muro junto a Bernauer Strasse, en Mayo de 1962.
Fotografías de Peter Fechter, mortalmente herido al pie del Muro, en Zimmerstrasse, y recogido, ya muerto, por los ‘vopos’, tomadas del referido libro Die Mauer.
Fotografía del tramo del Muro de la East Side Gallery, más cercano al Oberbaumbrücke, de enero de 2010, del autor.
Venir aquí siempre es una delicia. ¡Cuánto aprendería de ti, si fuera capaz de recordar la mitad de la mitad de todo aquello que te leo!
ResponderEliminar¡Ah, memoria desafecta que me muestras tanta indiferencia!
S. Cid: si hubieras ido a verlo en enero, con el fresquito que hacía no se olvidaría nada de esto.
ResponderEliminarPero nada de nada.
Caraguevo: ¿Se cincelaba el conocimiento en el cerebro con una estalactita o algo así? Porque en mi caso necesito métodos de este tipo..., duros..., solidos..., incluso hasta un poco despiadados. Por eso las suaves formas docentes de Posodo se me escurren entre las neuronas y, hala, se derrama el conocimiento por el suelo. ¡Qué desperdicio, mon Dieu!
ResponderEliminarAy... reminiscencias francesas..., tan lejanas ya :-( ¿Ubi sunt, felices días estivales..., ubi sunt...? Jajajaja, que se me va la olla de nuevo. Me voy.
Ayer, en el foro de Isaac Jiménez, Murphy nos recordó este ejemplo de crueldad totalitaria, junto con que la canción Libre, de Nino Bravo, es un pequeño homenaje a Peter Fechter.
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