“-¿Escribes?
- Sí
… … …
- ¿Lo llevas ya muy adelantado?
- Mucho…
… … …
- ¿Qué? ¿Avanzas?
- ¡Uf!
… … …
- ¿Vas a acabar pronto el primer acto?
- En seguida.
… … …
- ¿Cómo va ese primer acto?
- Colosal
… … …
- Que tenemos que estrenar en San Sebastián.
- ¡Ya, ya!
… … …
- Mira que quiero llevarme el primer acto.
- ¡No faltaba más!
… … …
Y el primer acto de la obra, ni empezado, claro.
Y la obra, ni pensada siquiera.
Era una situación muy mona.”
De esta forma describe Enrique Jardiel Poncela cómo se empezó a gestar a finales de un mes de julio, la obra cuya adaptación y representación fuimos a ver, mi hermano y yo, hace una semana, en Madrid, en el Teatro Galileo (mejor dicho, los Jardines del Centro Cultural): Un marido de ida y vuelta.
Aunque efectivamente la obra se estrenó durante la gira de verano por provincias, finalmente no lo hizo a finales de agosto en San Sebastián, sino en septiembre en Barcelona (y es que hasta el 26 de agosto no la terminó de escribir Jardiel). Como es natural, el estreno lo hizo con el primer título con que fue bautizada, es decir, Lo que le ocurrió a Pepe después de muerto. Sin embargo, no le gustaba a Isabel Garcés, quien asumía el papel protagonista (Leticia, sí, con ‘c’), y, la verdad sea dicha, tampoco a su autor.
En Madrid tuvo lugar el estreno propiamente dicho de la obra, ya con el título definitivo por el que la conocemos, el 21 de octubre de 1939, en el Teatro Infanta Isabel, y tuvo cien representaciones, con Isabel(ita) Garcés como Leticia, Rafael Bardem como Pepe y Emilio Espinosa como Paco Yepes (el único personaje que dispone tanto de nombre como de apellido). La crítica, de Madrid, elogió la obra. El autor mismo, nos dice de ella:
“Está considerada en mi interior como una obra de arte todo lo perfecta que permite nuestra imperfecta condición humana de creadores. (…) Fue escrita sometiéndola a un sentido del juicio y a un gusto personales e intransferibles, sin pensar para nada ni en el gusto ajeno ni el ajeno sentido del juicio: razón, tal vez, de su éxito ruidoso y general. (…) Tiene padre y madre: (…) El padre se llama humorismo y la madre, poesía.”
La obra empieza con los últimos preparativos antes de una fiesta de disfraces, y uno de los personajes es una especie de asesor en disfraces, lo que motiva el siguiente diálogo entre Gracia y Leticia:
“- Oye, ¿quién es este señor?
- Un especialista en trajes antiguos.
- ¿Y a qué se dedica?
- Nunca se lo he preguntado.
- ¿Ha venido a decirnos cómo teníais que poneros los trajes antiguos?
- Ha venido a ver si Pepe lo coloca en su compañía de seguros.
- Entonces, ¿vive de los seguros?
- No. Vive de los trajes antiguos.
- Es que, al parecer, no sabe una palabra de trajes antiguos.
- Por eso querrá colocarse en la compañía de seguros.
- ¿No sabiendo de seguros?
- No sabiendo de trajes antiguos.
- Pero, vamos a ver… Para colocarse en una compañía de seguros, ¿importa algo que no sepa nada de trajes antiguos?
- No… Pero, ¿quieres decirme qué obstáculo hay para que, no sabiendo de trajes antiguos, se coloque en una compañía de seguros?
- ¡Caramba! ¡El que no sabe nada de seguros!
- ¡Pero, mujer, tampoco sabe nada de trajes antiguos!”
Pepe, el marido de Leticia, en cambio, no va con traje antiguo, sino de torero. Afectado del corazón, se encuentra ante la tesitura de tener que afeitarse una barba a la que, tras veinte años con ella, le tiene cariño, lo que le causa una gran impresión, debiéndose llamar a Ansúrez, el médico. En ese momento, Pepe dice una frase para la posteridad (“Que no entre el médico, que quiero morirme de muerte natural”), y una página después, cae Pepe sobre un sillón simultáneamente con el telón del primer acto.
Quien conozca el teatro de Jardiel Poncela sabrá que siempre hay unos personajes secundarios o de reparto, que en sus escasas intervenciones, marcan el momento. En este caso podría decirse que tenemos a la tía Etelvina, quien hace su aparición durante esa página que acabamos de decir:
“He visto morir a toda la familia y, si Pepe se va a morir, usted comprenderá que no voy a hacer una excepción con Pepe… ¡A ver! Ponedme en un sitio donde lo vea bien.”
Como cabe esperar, la obra está totalmente recomendada, y la representación en concreto, también. Desde luego, destaca, con luces propias (claro), Joaquín Kremel, en su papel de Pepe, completando el trío protagonista Julia Torres y Xavier Olza. También deben ser destacados los dos personajes a los que la adaptación deja reducida la servidumbre: Pedro Javier, como Elías, el mayordomo (personaje que, en opinión de Jardiel, supuso el mayor éxito para José Orjas, quien lo representó en el estreno), y Lola Velacoracho, como Amelia, reconvertida en criada para todo. Asimismo, cabe señalar la presencia, emotiva, en el papel de Gracia, de Paloma Paso Jardiel, nieta del autor de la obra.
Finalmente, cabe comentar que el pasado día 10, en En casa de Herrero entrevistaron a Francisco Vidal, director de la obra.
Créditos:
Transcripciones parciales del Tercer Intermedio Circunstancias en que se imaginó, se escribió y se estrenó «Un marido de ida y vuelta», que forma parte de la recoplicación Dos farsas y una opereta, en la que se recoge la citada obra, tomadas del Tomo II de las Obras completas de Enrique Jardiel Poncela, editadas por A.H.R. (pp. 119-120 y 134-135 de la séptima edición , de 1973)
Extractos del primer Acto de Un marido de ida y vuelta, tomados de la misma edición (pp. 146-147, 166 y 167).
Programa de la representación en el Teatro Galileo.
Fotografías de la ‘platea’ y del escenario, y de los saludos finales, del autor.
- Sí
… … …
- ¿Lo llevas ya muy adelantado?
- Mucho…
… … …
- ¿Qué? ¿Avanzas?
- ¡Uf!
… … …
- ¿Vas a acabar pronto el primer acto?
- En seguida.
… … …
- ¿Cómo va ese primer acto?
- Colosal
… … …
- Que tenemos que estrenar en San Sebastián.
- ¡Ya, ya!
… … …
- Mira que quiero llevarme el primer acto.
- ¡No faltaba más!
… … …
Y el primer acto de la obra, ni empezado, claro.
Y la obra, ni pensada siquiera.
Era una situación muy mona.”
De esta forma describe Enrique Jardiel Poncela cómo se empezó a gestar a finales de un mes de julio, la obra cuya adaptación y representación fuimos a ver, mi hermano y yo, hace una semana, en Madrid, en el Teatro Galileo (mejor dicho, los Jardines del Centro Cultural): Un marido de ida y vuelta.
Aunque efectivamente la obra se estrenó durante la gira de verano por provincias, finalmente no lo hizo a finales de agosto en San Sebastián, sino en septiembre en Barcelona (y es que hasta el 26 de agosto no la terminó de escribir Jardiel). Como es natural, el estreno lo hizo con el primer título con que fue bautizada, es decir, Lo que le ocurrió a Pepe después de muerto. Sin embargo, no le gustaba a Isabel Garcés, quien asumía el papel protagonista (Leticia, sí, con ‘c’), y, la verdad sea dicha, tampoco a su autor.
En Madrid tuvo lugar el estreno propiamente dicho de la obra, ya con el título definitivo por el que la conocemos, el 21 de octubre de 1939, en el Teatro Infanta Isabel, y tuvo cien representaciones, con Isabel(ita) Garcés como Leticia, Rafael Bardem como Pepe y Emilio Espinosa como Paco Yepes (el único personaje que dispone tanto de nombre como de apellido). La crítica, de Madrid, elogió la obra. El autor mismo, nos dice de ella:
“Está considerada en mi interior como una obra de arte todo lo perfecta que permite nuestra imperfecta condición humana de creadores. (…) Fue escrita sometiéndola a un sentido del juicio y a un gusto personales e intransferibles, sin pensar para nada ni en el gusto ajeno ni el ajeno sentido del juicio: razón, tal vez, de su éxito ruidoso y general. (…) Tiene padre y madre: (…) El padre se llama humorismo y la madre, poesía.”
La obra empieza con los últimos preparativos antes de una fiesta de disfraces, y uno de los personajes es una especie de asesor en disfraces, lo que motiva el siguiente diálogo entre Gracia y Leticia:
“- Oye, ¿quién es este señor?
- Un especialista en trajes antiguos.
- ¿Y a qué se dedica?
- Nunca se lo he preguntado.
- ¿Ha venido a decirnos cómo teníais que poneros los trajes antiguos?
- Ha venido a ver si Pepe lo coloca en su compañía de seguros.
- Entonces, ¿vive de los seguros?
- No. Vive de los trajes antiguos.
- Es que, al parecer, no sabe una palabra de trajes antiguos.
- Por eso querrá colocarse en la compañía de seguros.
- ¿No sabiendo de seguros?
- No sabiendo de trajes antiguos.
- Pero, vamos a ver… Para colocarse en una compañía de seguros, ¿importa algo que no sepa nada de trajes antiguos?
- No… Pero, ¿quieres decirme qué obstáculo hay para que, no sabiendo de trajes antiguos, se coloque en una compañía de seguros?
- ¡Caramba! ¡El que no sabe nada de seguros!
- ¡Pero, mujer, tampoco sabe nada de trajes antiguos!”
Pepe, el marido de Leticia, en cambio, no va con traje antiguo, sino de torero. Afectado del corazón, se encuentra ante la tesitura de tener que afeitarse una barba a la que, tras veinte años con ella, le tiene cariño, lo que le causa una gran impresión, debiéndose llamar a Ansúrez, el médico. En ese momento, Pepe dice una frase para la posteridad (“Que no entre el médico, que quiero morirme de muerte natural”), y una página después, cae Pepe sobre un sillón simultáneamente con el telón del primer acto.
Quien conozca el teatro de Jardiel Poncela sabrá que siempre hay unos personajes secundarios o de reparto, que en sus escasas intervenciones, marcan el momento. En este caso podría decirse que tenemos a la tía Etelvina, quien hace su aparición durante esa página que acabamos de decir:
“He visto morir a toda la familia y, si Pepe se va a morir, usted comprenderá que no voy a hacer una excepción con Pepe… ¡A ver! Ponedme en un sitio donde lo vea bien.”
Como cabe esperar, la obra está totalmente recomendada, y la representación en concreto, también. Desde luego, destaca, con luces propias (claro), Joaquín Kremel, en su papel de Pepe, completando el trío protagonista Julia Torres y Xavier Olza. También deben ser destacados los dos personajes a los que la adaptación deja reducida la servidumbre: Pedro Javier, como Elías, el mayordomo (personaje que, en opinión de Jardiel, supuso el mayor éxito para José Orjas, quien lo representó en el estreno), y Lola Velacoracho, como Amelia, reconvertida en criada para todo. Asimismo, cabe señalar la presencia, emotiva, en el papel de Gracia, de Paloma Paso Jardiel, nieta del autor de la obra.
Finalmente, cabe comentar que el pasado día 10, en En casa de Herrero entrevistaron a Francisco Vidal, director de la obra.
Créditos:
Transcripciones parciales del Tercer Intermedio Circunstancias en que se imaginó, se escribió y se estrenó «Un marido de ida y vuelta», que forma parte de la recoplicación Dos farsas y una opereta, en la que se recoge la citada obra, tomadas del Tomo II de las Obras completas de Enrique Jardiel Poncela, editadas por A.H.R. (pp. 119-120 y 134-135 de la séptima edición , de 1973)
Extractos del primer Acto de Un marido de ida y vuelta, tomados de la misma edición (pp. 146-147, 166 y 167).
Programa de la representación en el Teatro Galileo.
Fotografías de la ‘platea’ y del escenario, y de los saludos finales, del autor.
Ni qué decir tiene que felicitaros por haber conseguido ir a ver una obra de teatro de Jardiel Poncela. Era yo muy pequeña cuando tuve la suerte de conocer las novelas de Jardiel Poncela de manos de la bibloteca de mi padre; recuerdo uno que se me quedó muy grabado cuyo título era "Para leer mientras sube el ascensor" que espero volver a leer, pero esta vez con gafas porque el libro era de una colección de libros con un tamaño muy, muy pequeño y la letra era proporcional del tamaño del libro. Ya de mayor Los Reyes Magos me trajeron la colección completa de sus obras; debí ser muy buena esa año porque ¡vaya regalazo!; prometo releerlas. Y por favor, si os enteráis que la compañía de teatro viene a Valencia, "chivarlo".
ResponderEliminar