Hace un año, en una anotación sobre la exposición de Juan Muñoz en el Reina Sofía, daba mi opinión sobre esta clase de obras:
“Efectivamente uno se queda pensando que este tipo de obras son, desde su propia concepción, “institucionales”, orientadas directamente a Museos y Fundaciones, porque a ver quién va a tener en su casa un salón capaz de albergar una performance como la de los ‘orientales’.”
Esta pasada semana hemos podido leer unas manifestaciones de Eduardo Arroyo al hilo de un curso en la Universidad Menéndez y Pelayo, en Santander.
Entre otras cosas hemos leído, según recoge El Mundo la noticia de EFE:
“El pintor, escritor, escenógrafo y periodista Eduardo Arroyo ha criticado este miércoles la "sovietización del arte" contemporáneo, que ha achacado, en España, a la "fuerte presencia del Estado y de las Administraciones autonómicas", y ha abogado porque el sector se rija por el "libre mercado".
En este sentido, Arroyo ha censurado que haya "pintores que no han pasado de venta pública en subasta" y que sólo "trabajan para el Estado", ya que su producción artística se basa únicamente en encargos y no pasa por "el filtro terrible y doloroso de la ley de la oferta y la demanda".
(…)
Arroyo ha criticado que el destinatario de los trabajos de creadores como el estadounidense Richard Serra, cuya calidad no ha negado, sea el director de un museo, o el Estado, "que hace el encargo y dice: aquí tienes esta sala" u "organízame esta instalación".
En cambio, se ha mostrado a favor de la "brutalidad" de las ferias de arte, donde montones de obras se exhiben al público al mismo tiempo, porque rápidamente quitan "la vanidad" a los autores; y a favor de las subastas, ya que uno tiene que aceptar que se licite una obra suya y "que no haya nadie que levante la mano".”
Este fin de semana, como ya he comentado, hemos estado en Madrid, en principio para ver la exposición sobre Turner en el Museo del Prado. Una sorpresa de la exposición fue conocer que ya entonces, existía esa “"brutalidad" de las ferias de arte, donde montones de obras se exhiben al público al mismo tiempo”.
“Dentro de la palestra de competición feroz que era el mundo artítico del período georgiano tardío, elardor del combate alcanzaba su mayor intensidad en las exposiciones públicas con que se abría la temporada londinense. (…) Fue allí [en la Royal Academy] donde [Turner] hizo sus mayores esfuerzos por eclipasar a sus coetáneos.
(…) En un espacio atestado por una multitud ruidosa, con centenares de cuadros reclamando atención desde las paredes, los paisajistas tenían que sacar el máximo partido de sus recursos relativamente limitados para captar la vista del espectador y retenerla.
(…) A veces Turner avivaba sus colores en el breve lapso de tiempo que mediaba entre la instalación de los cuadros en las paredes y la apertura de la exposición al público, los llamados varnishing days o días de barnizado. El caso más sonado tuvo lugar en la Royal Academy en 1832, cuando insertó una boya roja en una marina gris casi monocroma para desviar la atención de los tonos chillones de la pintura contigua de John Constable, La inauguración del puente de Waterloo.”
Y aunque no se aprecie bien, aquí están las dos obras en cuestión (la de Turner, sin la boya, ya no existe, claro).
Es curioso el desarrollo que ha habido, que hace que la vanguardia reivindique los funcionamientos de hace dos siglos.
Créditos:
Fotografía de Eduardo Arroyo, de EFE, tomada de la noticia de El Mundo.
Transcripción parcial del artículo La competición con sus contemporáneos, de David Solkin (pp- 183-184), e imágenes de La inauguración del puente de Waterloo, de John Constable y de Helvoetsluys; el Ciudad de Utrecht, 64, haciéndose a la mar, de J.M.W. Turner, tomados del catálogo de la exposición Turner y los maestros, actualmente en el Museo del Prado, en Madrid.
“Efectivamente uno se queda pensando que este tipo de obras son, desde su propia concepción, “institucionales”, orientadas directamente a Museos y Fundaciones, porque a ver quién va a tener en su casa un salón capaz de albergar una performance como la de los ‘orientales’.”
Esta pasada semana hemos podido leer unas manifestaciones de Eduardo Arroyo al hilo de un curso en la Universidad Menéndez y Pelayo, en Santander.
Entre otras cosas hemos leído, según recoge El Mundo la noticia de EFE:
“El pintor, escritor, escenógrafo y periodista Eduardo Arroyo ha criticado este miércoles la "sovietización del arte" contemporáneo, que ha achacado, en España, a la "fuerte presencia del Estado y de las Administraciones autonómicas", y ha abogado porque el sector se rija por el "libre mercado".
En este sentido, Arroyo ha censurado que haya "pintores que no han pasado de venta pública en subasta" y que sólo "trabajan para el Estado", ya que su producción artística se basa únicamente en encargos y no pasa por "el filtro terrible y doloroso de la ley de la oferta y la demanda".
(…)
Arroyo ha criticado que el destinatario de los trabajos de creadores como el estadounidense Richard Serra, cuya calidad no ha negado, sea el director de un museo, o el Estado, "que hace el encargo y dice: aquí tienes esta sala" u "organízame esta instalación".
En cambio, se ha mostrado a favor de la "brutalidad" de las ferias de arte, donde montones de obras se exhiben al público al mismo tiempo, porque rápidamente quitan "la vanidad" a los autores; y a favor de las subastas, ya que uno tiene que aceptar que se licite una obra suya y "que no haya nadie que levante la mano".”
Este fin de semana, como ya he comentado, hemos estado en Madrid, en principio para ver la exposición sobre Turner en el Museo del Prado. Una sorpresa de la exposición fue conocer que ya entonces, existía esa “"brutalidad" de las ferias de arte, donde montones de obras se exhiben al público al mismo tiempo”.
“Dentro de la palestra de competición feroz que era el mundo artítico del período georgiano tardío, elardor del combate alcanzaba su mayor intensidad en las exposiciones públicas con que se abría la temporada londinense. (…) Fue allí [en la Royal Academy] donde [Turner] hizo sus mayores esfuerzos por eclipasar a sus coetáneos.
(…) En un espacio atestado por una multitud ruidosa, con centenares de cuadros reclamando atención desde las paredes, los paisajistas tenían que sacar el máximo partido de sus recursos relativamente limitados para captar la vista del espectador y retenerla.
(…) A veces Turner avivaba sus colores en el breve lapso de tiempo que mediaba entre la instalación de los cuadros en las paredes y la apertura de la exposición al público, los llamados varnishing days o días de barnizado. El caso más sonado tuvo lugar en la Royal Academy en 1832, cuando insertó una boya roja en una marina gris casi monocroma para desviar la atención de los tonos chillones de la pintura contigua de John Constable, La inauguración del puente de Waterloo.”
Y aunque no se aprecie bien, aquí están las dos obras en cuestión (la de Turner, sin la boya, ya no existe, claro).
Es curioso el desarrollo que ha habido, que hace que la vanguardia reivindique los funcionamientos de hace dos siglos.
Créditos:
Fotografía de Eduardo Arroyo, de EFE, tomada de la noticia de El Mundo.
Transcripción parcial del artículo La competición con sus contemporáneos, de David Solkin (pp- 183-184), e imágenes de La inauguración del puente de Waterloo, de John Constable y de Helvoetsluys; el Ciudad de Utrecht, 64, haciéndose a la mar, de J.M.W. Turner, tomados del catálogo de la exposición Turner y los maestros, actualmente en el Museo del Prado, en Madrid.
En la definición de Eduardo Arroyo te ha faltado que es un gran amante del boxeo.Políticamente incorrecto a todas luces. Yo, a veces, no entiendo cómo Eurosport sigue emitiendo boxeo para cuatro que quedamos en este país a los que nos gusta este deporte tan denigrado.
ResponderEliminarRespecto a su idea de sovietización del arte, con el Estado como gran mecenas, esa idea la he comentado en alguna tertulia con amigos pero no con esa palabra tan rotunda y definitoria.
Se ve que él es más políticamente incorrecto que tú.
ResponderEliminarO tiene más eeecoooo... oooo... ooo...
"sovietización del arte", como dice Caraguevo, palabras rotundas y definitorias. Lo que no alcanzo a comprender del textpo es que defina la venta directa a manos privadas como "el filtro terrible y doloroso de la ley de la oferta y la demanda". En todo caso, doloroso, ya que hablamos de supervivencia, pero no, terrible. No puede ser terrible lo que se intenta elevar y ensalzar. Me refiero, efectivamente, al contexto que enmarca el señor Arroyo.
ResponderEliminarVaya royo que te he soltado, Posodo.
Bate: tienes razón en cuestionar los calificativos. Muchas veces, por querer dar un mayor énfasis, no se acaba aplicando el calificativo que corresponde, y con ello se pierde la precisa función del lenguaje.
ResponderEliminar¿Ves? Para rollo el mío (y para juego de palabras, el tuyo).
Un saludo.