Hace una semana llegábamos a Madrid, y a estas horas, ya teníamos dispuesta la cena. Y no en un sitio cualquiera.
El caso es que veníamos ya con unas entradas reservadas para el teatro. Y al llegar, nos encontramos con que la platea estaba dispuesta en los Jardines del Centro Cultural Galileo,… y en ella se podía cenar.
Decidimos hacerlo (decisión acertada, porque la representación finalizaba a medianoche), elegimos el menú, nos lo sirvieron, repetimos la ración de cervezas,… en definitiva, dimos buena cuenta de la cena. Por cierto, muy bien el servicio y el producto.
Como anécdota, cabe señalar el primero de los platos que figura en el tique: las croquetas de Amelia. Podemos decir que Amelia es uno de los personajes de la obra que se representaba.
En ésta, a principios del tercer acto, dice el protagonista:
“Aquí tiene usted, amigo Ansúrez, una servidumbre modelo. Pocos amos pueden decir otro tanto con la absoluta seguridad que yo, porque ningún amo sabe lo que hacen sus criados cuando él no los ve. Mientras que yo he estado tres meses largos conviviendo con ellos, sin que ellos me vieran.”
Y con una mujer de la servidumbre, continúa con este diálogo:
“- [Ella] es la única que, en la cocina, a veces, hace cosas que no están bien…
- ¿Qué yo hago cosas que no están bien? ¿Qué dice el espectro del señor? Yo lo único que hago en la cocina son guisados…
- Y desaguisados… En fin: a mí me da lo mismo, porque yo ya no como. Pero después de verte guisar cuando tú creías que estabas sola, si comiese, te aseguro que no volvería a tomar croquetas…”
En la representación se dirigía a Amelia, convertida en criada para todo, pues en la obra original, la servidumbre era más extensa, y la cocinera se llamaba Damiana.
Sin embargo, estos matices los desconocíamos en ese momento (en todo caso, yo ya no recordaba los detalles de la obra, leída hace muchos, muchos años), y, desde luego, las croquetas… estaban muy buenas.
Así pues, disfrutamos de la cena, disfrutábamos de la noche, y nos dispusimos a disfrutar de la representación (cosa que, efectivamente, hicimos; pero lo contaremos luego).
Créditos:
Fotografías de las banderolas del Teatro Galileo y durante la cena, del autor.
Tiques de la cena.
El caso es que veníamos ya con unas entradas reservadas para el teatro. Y al llegar, nos encontramos con que la platea estaba dispuesta en los Jardines del Centro Cultural Galileo,… y en ella se podía cenar.
Decidimos hacerlo (decisión acertada, porque la representación finalizaba a medianoche), elegimos el menú, nos lo sirvieron, repetimos la ración de cervezas,… en definitiva, dimos buena cuenta de la cena. Por cierto, muy bien el servicio y el producto.
Como anécdota, cabe señalar el primero de los platos que figura en el tique: las croquetas de Amelia. Podemos decir que Amelia es uno de los personajes de la obra que se representaba.
En ésta, a principios del tercer acto, dice el protagonista:
“Aquí tiene usted, amigo Ansúrez, una servidumbre modelo. Pocos amos pueden decir otro tanto con la absoluta seguridad que yo, porque ningún amo sabe lo que hacen sus criados cuando él no los ve. Mientras que yo he estado tres meses largos conviviendo con ellos, sin que ellos me vieran.”
Y con una mujer de la servidumbre, continúa con este diálogo:
“- [Ella] es la única que, en la cocina, a veces, hace cosas que no están bien…
- ¿Qué yo hago cosas que no están bien? ¿Qué dice el espectro del señor? Yo lo único que hago en la cocina son guisados…
- Y desaguisados… En fin: a mí me da lo mismo, porque yo ya no como. Pero después de verte guisar cuando tú creías que estabas sola, si comiese, te aseguro que no volvería a tomar croquetas…”
En la representación se dirigía a Amelia, convertida en criada para todo, pues en la obra original, la servidumbre era más extensa, y la cocinera se llamaba Damiana.
Sin embargo, estos matices los desconocíamos en ese momento (en todo caso, yo ya no recordaba los detalles de la obra, leída hace muchos, muchos años), y, desde luego, las croquetas… estaban muy buenas.
Así pues, disfrutamos de la cena, disfrutábamos de la noche, y nos dispusimos a disfrutar de la representación (cosa que, efectivamente, hicimos; pero lo contaremos luego).
Créditos:
Fotografías de las banderolas del Teatro Galileo y durante la cena, del autor.
Tiques de la cena.
Qué buena pinta tiene todo.
ResponderEliminarEmpezando por las croquetas, y acabando por el lugar escogido para la representación.
¡Qué bien os cuidais! ;-)
ResponderEliminarLo mejor, lo mejor de la picaeta, el ambiente.
ResponderEliminarTeatro y cena, sin duda la mejor combinación.
ResponderEliminarA ver si se extiende al resto de los teatros, que luego una tiene que andar buscando lugares para cenar y es un rollo.