martes, 24 de agosto de 2010

Hay tipos… y tipos

El otro día traje a estas páginas una anotación sobre la primera impresión de un libro realizada en España, en concreto, en Valencia.

En el referido libro de Serrano Morales sobre las imprentas valencianas, se comenta:
La generalidad de los bibliógrafos, hasta fecha muy reciente, han supuesto que dichos libros se estamparon en las prensas de aquel tipógrafo y de Lamberto Palmart, no faltaban algunos que pusieran en tela de juicio esta hipótesis, fundados principalmente en la diferencia que se observaba entre los caracteres redondos ó venecianos con que aparecen impresas aquellas obras, y los góticos que se usaron en las que se conocían estampadas á nombre de cada uno de dichos maestros. Hoy consideramos ya completamente resuelta esta cuestión (…) La comparación de los tipos con que se estampó este libro, indubitado de Palmart, con los de los otros tres, anónimos de impresor, acusa la más exacta identidad, y demuestra, á nuestro juicio de modo evidente, que á Lamberto corresponde el honor de haber sido el primero que ejerció en España el arte tipográfico.
Pero ¿de dónde procedía y cuál fué la causa de su venida á Valencia? Con sinceridad hemos de confesar que nos faltan datos completos y seguros para responder categóricamente á esta pregunta; si bien por el hecho de traer tipos iguales ó muy semejantes á los que á la sazón se usaban en Italia, nos inclinamos á creer que desde allí vino á establecerse en esta ciudad, cuya importancia mercantil y cuyo florecimiento literario en aquella época no hemos de detenernos á examinar, seguros, sin embargo, de que bajo tales conceptos, nada tenía que envidiar á ninguna otra de las poblaciones de España.


El segundo impulso para el enriquecimiento de la puntuación vino en el Renacimiento italiano, cuando los humanistas instauraron un sistema de escritura manuscrita fácilmente legible. Sus aportaciones fueron asimiladas y multiplicadas por una invención coetánea que fue el auténtico factor de extensión y uniformización de los escritos: la imprenta. El italiano Aldo Manuzio (1450-1515), el mejor de los impresores de la época –equivalentes casi a los editores actuales–, fue el instaurador de un modelo de libro que de hecho es el que se ha mantenido hasta nuestros días. Debemos al taller veneciano de Manuzio la aparición de la letra cursiva, más fácilmente legible que la gótica que se venía usando en imprenta (y que se basó en la letra humanista manuscrita). Pero también aportó una puesta en página equilibrada, con un sabio uso de los espacios en blanco en los márgenes, e incluso un formato nuevo: el libro de bolsillo. Su emblema fue el ancla y el delfín –luego utilizado repetidamente– y el lema festina lente: ‘apresúrate despacio’, auténtica clave del trabajo editorial (y de muchos otros).

La verdad es que resulta más fácil, o nos hemos acostumbrado mucho más, leer la letra con tipos redondos que con tipos góticos, aunque a éstos también haya quien se acostumbrara, pues si no, no se entiende la pervivencia de ellos hasta bien entrado el siglo XX, al menos en Alemania.

Todo esto no viene sino a cuento de que tal día como hoy, pero de 1456, se completaba por parte de Gutenberg, en Maguncia, la primera impresión ‘moderna’ de la Biblia.

En marzo de 1478 se completaba, también en Valencia, la primera impresión de la Biblia en España, traducida al valenciano por Fr. Bonifacio Ferrer, hermano de San Vicente Ferrer. Sin embargo, no me consta que tal hecho esté celebrado en las calles de Valencia.

Supongo que, para compensar, es por lo que hay no menos de tres placas en Venecia recordando al impresor Manuzio.

Créditos:
Transcripción parcial de la entrada correspondiente a Lamerto Palmart, de Reseña histórica… de las imprentas… en Valencia, de José Enrique Serrano Morales, obra re-editada por el Ayuntamiento de Valencia en 2000.

Imagen del principio de la primera obra impresa en España, Les Trobes en lahors de la Verge, tomada de la referida obra Reseña histórica… de las imprentas… en Valencia, de José Enrique Serrano Morales.

Portada en letra gótica de una edición de las obras de Heine, en Berlín, c.1933.

Transcripción parcial del final del capítulo I La carta asesina, de Perdón, imposible, de José Antonio Millán, en edición de RBA Bolsillo, primera, de septiembre de 2006 (pág. 23)

Fotografías de las placas en recuerdo de Aldo Manuzio y familia y su labor como impresores, en Venecia, de septiembre de 2009, por el autor.

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