“Dicese que en el año 1350, uno de los Alfonsos, familia antigua de Ruzafa, se encontraba de soldado en Jerusalen, tal vez procedente de Trípoli ó de Tolemaida, último asilo de los cristianos y cuyas fortalezas habían sido demolidas por Galisa, rey de Egipto. El soldado Alfonso cayó prisionero de los moros; y hallándose cautivo en la Palestina, resolvió fugarse por huir del mal trato que recibia. Para llevar á cabo su resolucion se retiró una tarde hácia el monte; preocupado por las dificultades que se le ofrecian en un pais enemigo y además desconocido, sintió amenguarse su valor y empezó á invocar la proteccion de la Santísima Virgen Maria. En medio de su aflixion y de sus ruegos, se le apareció la imágen de Nuestra Señora sobre un olivo, y lleno de fé subió al árbol y se encomendó de nuevo á la Reina de los Angeles. Concluida su plegaria, trató de llevarse la imagen; pero observando que era una pintura sobre tabla, y ésta pesada, que no le seria fácil trasportar sin ser apercibido, desistió del propósito y la dejó en el árbol. Habia dado apenas algunos pasos cuando oyó una voz que le decia: «¿Tan poca fé tienes?» Avergonzado el cautivo retrocedió, subió de nuevo al árbol y bajó la pintura, y sentándose un momento al pié de aquel se quedó dormido.
Despertóle un ruido de caballerias, y abrió los ojos dispuesto á huir, cuando, al esclarecer el dia, observó con terror que no se hallaba en el mismo sitio donde se habia quedado dormido. Examinó, observó y dudó, hasta que por fin vió venir alguna gente de conocido traje; dudando todavia preguntó á los transeuntes dónde se hallaba y contestáronle que en la huerta de Ruzafa. Alfonso al oir el nombre de su pais natal, lleno de asombro, de entusiasmo y de gratitud se postró de rodillas dando gracias á Dios y á la Santísima Virgen por su infinita proteccion.
Esparcióse luego en Ruzafa la noticia de esta aparicion, y las autoridades, clero y millares de personas dispusieron la traslacion de la imagen al pueblo, en cuya iglesia parroquial, por ocho dias consecutivos, se festejó y obsequió á la Virgen con la invocacion de Monte Olivete. Pasado este tiempo, añade la tradicion que la Santa Imágen volvióse á buscar su nicho en el olivo, por donde convinieron todos en que alli en el mismo punto del hallazgo era donde debia venerarse. En breve con las dádivas de los devotos, levantóse un casilicio, en cuya construccion se señalaron piadosamente todos los vecinos, y con especialidad los pescadores del Palmar.
(…)
Frecuentada esta capilla perennemente por un numeroso concurso que recibia por mediacion de la Virgen lo que pedia en su fervor, originó el empezarse hacia 1767 la obra de la iglesia que hoy existe y que se terminó en Diciembre de 1771, celebrándose solemnes fiestas en su bendicion: dicha iglesia es de una nave con tres capillas á cada lado, crucero y cúpula, sin linterna, pero en todo muy simétrica.
(…)
La fachada de la iglesia nada ofrece de notable: sobre la puerta hay una imágen de la Virgen, pintada sobre azulejos, caracterizándola un tanto las dos torrecillas de los lados con que termina y su centro en forma triangular.
(…)
El altar mayor es de órden corintio y consta de dos cuerpos. (…)
En el nicho del primero, blanco y fileteado de oro, se eleva un pequeño olivo imitado al natural y su tronco sirve como de peana al relicario que contiene la imágen de Nuestra Señora, pintada sobre tabla, de unos tres palmos, con su guarnición. El rostro de la Virgen y el del Niño, son de un color moreno, casi igual al que tienen otras pinturas antiguas: la piedad ha sobrepuesto corona de plata a la Virgen, y al Niño Jesús las potencias y el mundo, del mismo mental.
El portentoso olivo de la aparicion conservábase frente al pozo, como a veinte palmos de la actual iglesia en el ángulo que describia, con el óvalo frente á esta. Créese que por estar muy inmediata una balsa, para apagar la cal, que se abrió durante la obra, se secó el árbol. Su tronco se repartió como reliquia y uno de sus renuevos se plantó á diez y ocho palmos á la derecha de la puerta de la iglesia, donde todavía existe y produce algunas olivas. Son de tamaño regular, mas su ovalado tuerce mucho en ellas hácia la punta, y habiendo tenido especial cuidado de cotejarlas el P. Vicente Palau, se halló que difieren siempre de todas las variedades y castas que se cultivan en el pais.”
Esta mañana me he acercado a esta iglesia de Monteolivete para oír misa con mis hijos, para que, además, conocieran la historia que la tradición nos ha hecho llegar.
Como bien dice el Marqués de Cruilles, el exterior de la iglesia”nada ofrece de notable”, por lo que más de uno se extrañará de que aún siga en pie, y precisamente en una zona de Valencia tan evolucionada, desarrollada y moderna como es la que justo empieza a continuación de la iglesia: la Ciudad de las Artes y las Ciencias.
Y es que la iglesia ya es, en su historia, superviviente: “Arrancaba precisamente de este santuario la decantada linea de circunvalacion, en la guerra de la Independencia, (…) y es de admirar que al demolerla los franceses durante la ocupacion de la ciudad, respetasen y no demoliesen esta iglesia.”
Créditos:
Transcripción parcial, respetando la ortografía de la época, del apartado dedicado a la iglesia de Monte Olivete por el Marqués de Cruilles, en su obra Guia urbana de Valencia, antigua y moderna, impresa en Valencia, en 1876, en la Imprenta de José Rius (pp. 288-291).
Fotografía de Féliz Bonfils, Ruta de Belén, desde la Puerta de Jaffa, en Jerusalén, década de 1870, tomada del catálogo de la exposición Jardines de arena.
Fotografías del exterior e interior de la iglesia de Monteolivete, en Valencia, de agosto de 2010, del autor.
Imagen de Nuestra Señora de Monteolivete, tomada del catálogo de la exposición La Gloria del Barroco.
Despertóle un ruido de caballerias, y abrió los ojos dispuesto á huir, cuando, al esclarecer el dia, observó con terror que no se hallaba en el mismo sitio donde se habia quedado dormido. Examinó, observó y dudó, hasta que por fin vió venir alguna gente de conocido traje; dudando todavia preguntó á los transeuntes dónde se hallaba y contestáronle que en la huerta de Ruzafa. Alfonso al oir el nombre de su pais natal, lleno de asombro, de entusiasmo y de gratitud se postró de rodillas dando gracias á Dios y á la Santísima Virgen por su infinita proteccion.
Esparcióse luego en Ruzafa la noticia de esta aparicion, y las autoridades, clero y millares de personas dispusieron la traslacion de la imagen al pueblo, en cuya iglesia parroquial, por ocho dias consecutivos, se festejó y obsequió á la Virgen con la invocacion de Monte Olivete. Pasado este tiempo, añade la tradicion que la Santa Imágen volvióse á buscar su nicho en el olivo, por donde convinieron todos en que alli en el mismo punto del hallazgo era donde debia venerarse. En breve con las dádivas de los devotos, levantóse un casilicio, en cuya construccion se señalaron piadosamente todos los vecinos, y con especialidad los pescadores del Palmar.
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Frecuentada esta capilla perennemente por un numeroso concurso que recibia por mediacion de la Virgen lo que pedia en su fervor, originó el empezarse hacia 1767 la obra de la iglesia que hoy existe y que se terminó en Diciembre de 1771, celebrándose solemnes fiestas en su bendicion: dicha iglesia es de una nave con tres capillas á cada lado, crucero y cúpula, sin linterna, pero en todo muy simétrica.
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La fachada de la iglesia nada ofrece de notable: sobre la puerta hay una imágen de la Virgen, pintada sobre azulejos, caracterizándola un tanto las dos torrecillas de los lados con que termina y su centro en forma triangular.
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El altar mayor es de órden corintio y consta de dos cuerpos. (…)
En el nicho del primero, blanco y fileteado de oro, se eleva un pequeño olivo imitado al natural y su tronco sirve como de peana al relicario que contiene la imágen de Nuestra Señora, pintada sobre tabla, de unos tres palmos, con su guarnición. El rostro de la Virgen y el del Niño, son de un color moreno, casi igual al que tienen otras pinturas antiguas: la piedad ha sobrepuesto corona de plata a la Virgen, y al Niño Jesús las potencias y el mundo, del mismo mental.
El portentoso olivo de la aparicion conservábase frente al pozo, como a veinte palmos de la actual iglesia en el ángulo que describia, con el óvalo frente á esta. Créese que por estar muy inmediata una balsa, para apagar la cal, que se abrió durante la obra, se secó el árbol. Su tronco se repartió como reliquia y uno de sus renuevos se plantó á diez y ocho palmos á la derecha de la puerta de la iglesia, donde todavía existe y produce algunas olivas. Son de tamaño regular, mas su ovalado tuerce mucho en ellas hácia la punta, y habiendo tenido especial cuidado de cotejarlas el P. Vicente Palau, se halló que difieren siempre de todas las variedades y castas que se cultivan en el pais.”
Esta mañana me he acercado a esta iglesia de Monteolivete para oír misa con mis hijos, para que, además, conocieran la historia que la tradición nos ha hecho llegar.
Como bien dice el Marqués de Cruilles, el exterior de la iglesia”nada ofrece de notable”, por lo que más de uno se extrañará de que aún siga en pie, y precisamente en una zona de Valencia tan evolucionada, desarrollada y moderna como es la que justo empieza a continuación de la iglesia: la Ciudad de las Artes y las Ciencias.
Y es que la iglesia ya es, en su historia, superviviente: “Arrancaba precisamente de este santuario la decantada linea de circunvalacion, en la guerra de la Independencia, (…) y es de admirar que al demolerla los franceses durante la ocupacion de la ciudad, respetasen y no demoliesen esta iglesia.”
Créditos:
Transcripción parcial, respetando la ortografía de la época, del apartado dedicado a la iglesia de Monte Olivete por el Marqués de Cruilles, en su obra Guia urbana de Valencia, antigua y moderna, impresa en Valencia, en 1876, en la Imprenta de José Rius (pp. 288-291).
Fotografía de Féliz Bonfils, Ruta de Belén, desde la Puerta de Jaffa, en Jerusalén, década de 1870, tomada del catálogo de la exposición Jardines de arena.
Fotografías del exterior e interior de la iglesia de Monteolivete, en Valencia, de agosto de 2010, del autor.
Imagen de Nuestra Señora de Monteolivete, tomada del catálogo de la exposición La Gloria del Barroco.
Por cierto, aunque de la familia de los Alfonsos, el soldado se llamaba Pedro Aleixandre, como la calle que desde el centro d ela ciudad, permite llegar a la iglesia.
ResponderEliminarBienvenido, Lucas.
ResponderEliminarAunque las referencias en la anotación son al olivo como árbol, y no al aceite y toda su simbología, gracias por el comentario y la información que aporta, en cierto modo, relacionada con el título de la anotación, pues como seguro que conoce, es uno de los lemas de la llamada Profecía de San Malaquías.
Un saludo.
Posodo, muchas gracias por su tolerancia y deferencia. Le felicito por su objetividad.
ResponderEliminarPosodo, muchas gracias por su tolerancia y deferencia. Le felicito por su objetividad.
ResponderEliminarDe nada. Gracias a usted por su contribución a estas páginas.
ResponderEliminarUn saludo.