Ayer pudimos asistir a uno de los conciertos de la XII Semana de Música Sacra de Requena.
Conseguimos hacerlo merced a dos pequeños milagros y medio: uno, comprar las entradas en esa multinacional francesa que es FNAC, pues tras hacerlo ya sólo les quedaban seis; y el otro, llegar a tiempo, y eso que conseguimos evitar el atasco de la A-3 hasta Requena, describiendo multitud de curvas por en medio del monte (que sólo pude apreciar por el parabrisas) a través de Turís, Yátova, Hortunas y La Portera, hasta El Pontón y Requena.
El medio milagro fue que, a pesar de la cola (luego pregunté y me contestaron que se habían puesto a la venta 500 entradas, todas vendidas), pudimos entrar antes de que empezara el concierto (hubo otras personas que llegaron para aplaudir… el final del concierto – aunque menos mal que hubo un bis).
El programa tenía por título Mare Nostrum y lo integraban diversas composiciones, instrumentales o cantadas, de diversos orígenes (hispanos, sefardíes de Rodas, Esmirna., Sarajevo,…, griegos,…, todo de alrededor del Mar Mediterráneo). Los intérpretes, Hespèrion XXI con Jordi Savall y Montserrat Figueras.
El programa estaba estructurado en unas cuatro partes. Al final de la tercera, hubo una explicación por parte de los intérpretes de los distintos instrumentos que estaban utilizando, lo que nos permitió comprobar que toda la buena acústica que estaba demostrando la nave de la iglesia con los instrumentos, la perdía cuando, simplemente, hablaban. De hecho, yo apenas conseguía, no ya entender, sino incluso, a veces, oír qué decían.
El concierto fue un éxito, que es lo que se suele decir, cuando no se sabe qué decir. Pues tengo que reconocer que la música medieval o renacentista, o étnico-folklórico-costumbrista, no es que me atraiga en demasía. Pero tras esta experiencia, veré en interesarme más.
Tras los aplausos, hubo un bis. Según explicaron, la pieza que nos ofrecían se basaba en una melodía típica de… todos los sitios: habían comprobado que en Grecia continental o insular, Balcanes, Turquía,… esa misma melodía formaba parte de la tradición musical de la región. Así pues, hago extensivos 50 segundos de ese bis tan extendido.
Finalizado el concierto, hubo acercamientos al estrado, donde se profundizó en las explicaciones de los instrumentos, en particular, por parte de Dimitri Psonis.
Lo que se me pasó comentar con alguien de allí fue que más bien se trataba de música antigua, en vez de sacra.
Conseguimos hacerlo merced a dos pequeños milagros y medio: uno, comprar las entradas en esa multinacional francesa que es FNAC, pues tras hacerlo ya sólo les quedaban seis; y el otro, llegar a tiempo, y eso que conseguimos evitar el atasco de la A-3 hasta Requena, describiendo multitud de curvas por en medio del monte (que sólo pude apreciar por el parabrisas) a través de Turís, Yátova, Hortunas y La Portera, hasta El Pontón y Requena.
El medio milagro fue que, a pesar de la cola (luego pregunté y me contestaron que se habían puesto a la venta 500 entradas, todas vendidas), pudimos entrar antes de que empezara el concierto (hubo otras personas que llegaron para aplaudir… el final del concierto – aunque menos mal que hubo un bis).
El programa tenía por título Mare Nostrum y lo integraban diversas composiciones, instrumentales o cantadas, de diversos orígenes (hispanos, sefardíes de Rodas, Esmirna., Sarajevo,…, griegos,…, todo de alrededor del Mar Mediterráneo). Los intérpretes, Hespèrion XXI con Jordi Savall y Montserrat Figueras.
El programa estaba estructurado en unas cuatro partes. Al final de la tercera, hubo una explicación por parte de los intérpretes de los distintos instrumentos que estaban utilizando, lo que nos permitió comprobar que toda la buena acústica que estaba demostrando la nave de la iglesia con los instrumentos, la perdía cuando, simplemente, hablaban. De hecho, yo apenas conseguía, no ya entender, sino incluso, a veces, oír qué decían.
El concierto fue un éxito, que es lo que se suele decir, cuando no se sabe qué decir. Pues tengo que reconocer que la música medieval o renacentista, o étnico-folklórico-costumbrista, no es que me atraiga en demasía. Pero tras esta experiencia, veré en interesarme más.
Tras los aplausos, hubo un bis. Según explicaron, la pieza que nos ofrecían se basaba en una melodía típica de… todos los sitios: habían comprobado que en Grecia continental o insular, Balcanes, Turquía,… esa misma melodía formaba parte de la tradición musical de la región. Así pues, hago extensivos 50 segundos de ese bis tan extendido.
Finalizado el concierto, hubo acercamientos al estrado, donde se profundizó en las explicaciones de los instrumentos, en particular, por parte de Dimitri Psonis.
Lo que se me pasó comentar con alguien de allí fue que más bien se trataba de música antigua, en vez de sacra.
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