Hace un año, compré, tras encargarlo donde suelo hacer estas cosas, el libro Cuentos de sombras, selección de cuentos y relatos que giran alrededor de la sombra, física o no, en edición de José María Parreño, con traducciones realizadas por diversos autores, y publicado por Siruela como número 208 de su colección Libros del Tiempo, en el año 2005.
Como suele suceder, aunque el libro está esperando su turno, en esta ocasión se ha presentado ante mí cuando buscaba otro libro, incitándome a una rápida hojeada.
Aun rápida, sí me detuve a leer el primer relato, Fábula de la sombra del burro, de Esopo, cuya brevedad me permite transcribirlo, según la traducción de Luis Alberto de Cuenca:
“Demóstenes el orador, en una ocasión en que los atenienses le quitaron el uso de la palabra en la asamblea, alegó que sólo quería decirles dos palabras, y cuando guardaron silencio, dijo: «Un joven alquiló en verano un burro para ir desde la ciudad hasta Megara. En el centro del día, cuando el sol calentaba con más fuerza, tanto el alquilador como el propietario del burro quisieron ponerse a su sombra. Cada uno intentó entonces impedírselo al otro, sosteniendo el propietario que había alquilado el burro, no su sombra, y manteniendo el alquilador que tenía plenos poderes sobre el animal». Dicho esto, se retiró. Y cuando los atenienses lo retuvieron, instándolo a que contara el resto de la historia, les dijo: «De modo que queréis oírme hablar de la sombra de un burro y, en cambio, cuando os hablo de asuntos importantes, no queréis escucharme».”
Lo que se me escapa es la posible actualidad de este relato de hace tanto tiempo. Creo.
Por cierto, en la Introducción de José María Parreño, se hace referencia a un suceso que narra Plinio el Viejo en el libro XXV de su Historia natural, pero esto, es otra historia.
Como suele suceder, aunque el libro está esperando su turno, en esta ocasión se ha presentado ante mí cuando buscaba otro libro, incitándome a una rápida hojeada.
Aun rápida, sí me detuve a leer el primer relato, Fábula de la sombra del burro, de Esopo, cuya brevedad me permite transcribirlo, según la traducción de Luis Alberto de Cuenca:
“Demóstenes el orador, en una ocasión en que los atenienses le quitaron el uso de la palabra en la asamblea, alegó que sólo quería decirles dos palabras, y cuando guardaron silencio, dijo: «Un joven alquiló en verano un burro para ir desde la ciudad hasta Megara. En el centro del día, cuando el sol calentaba con más fuerza, tanto el alquilador como el propietario del burro quisieron ponerse a su sombra. Cada uno intentó entonces impedírselo al otro, sosteniendo el propietario que había alquilado el burro, no su sombra, y manteniendo el alquilador que tenía plenos poderes sobre el animal». Dicho esto, se retiró. Y cuando los atenienses lo retuvieron, instándolo a que contara el resto de la historia, les dijo: «De modo que queréis oírme hablar de la sombra de un burro y, en cambio, cuando os hablo de asuntos importantes, no queréis escucharme».”
Lo que se me escapa es la posible actualidad de este relato de hace tanto tiempo. Creo.
Por cierto, en la Introducción de José María Parreño, se hace referencia a un suceso que narra Plinio el Viejo en el libro XXV de su Historia natural, pero esto, es otra historia.
Qué bien me hubiese venido conocer esta historia, y todo el libro, para completar el comentario que hice sobre la exposición de LA SOMBRA.
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