jueves, 2 de abril de 2009

Tras el ocaso, el caso

Llegado, y superado, el ocaso, en Madrid, lo primero que hicimos al llegar, tras bajar del tren, ir al metro, esperar al convoy correspondiente, subirnos a uno de los vagones, bajar en la estación pertinente, llegarnos al hotel, formalizar la entrada, subir a la habitación, dejar el equipaje, bajar de la habitación, salir a la calle, parar un taxi, subirnos a él, y decirle el destino deseado; lo primero que hicimos al llegar a Madrid, como digo, fue ir al teatro.

Posiblemente no sea a causa del tráfico de Madrid, pero el caso es que a pesar de ir en taxi, llegamos al teatro 63 años y un mes exacto después del estreno de la obra, y además, a un teatro distinto: y es que el 20 de febrero de 1946 se estrenaba en el María Guerrero, aunque nosotros llegábamos el 20 de marzo de 2009 al Centro Cultural de la Villa de Madrid (ahora Teatro Fernán Gómez), la obra El caso de la mujer asesinadita, original de Miguel Mihura, “escrita en colaboración con Álvaro de la Iglesia”.

En el folleto editado para la ocasión, se reflejaban diversas frases descriptoras (ahora, descriptivas) de la obra, obra de Miguel Mihura, que en su día de 1955 se publicaron como “Advertencia” en la edición de la obra hecha por Ediciones Alfil, las cuales han sido ya recogidas por quien me acompañaba.



Posiblemente no sea a causa del transcurrir del tiempo, pero el caso es que si bien el reparto en el estreno lo componían catorce personas, para cuando llegamos, ya sólo lo hacían siete, aunque la calidad no se resintiera.

Posiblemente, tampoco sea a causa del transcurrir del tiempo, pero el caso es que las frases de la “Advertencia” ya no volvieron a publicarse hasta hace muy poco; es más, el caso es que El caso… tampoco se ha vuelto a publicar individualmente (o al menos, yo no lo he localizado).

Y el caso es que, en el folleto, no se reflejaba la última frase de la “Advertencia”, cuyo tenor (mudo, pero escrito) es el siguiente:
“El caso de la mujer asesinadita no tiene nada que ver con el humor de La Codorniz”

Y claro, uno se queda pensando en cómo será el humor del “ave gallinácea, de unos dos decímetros de largo, con alas puntiagudas, la cola muy corta, los pies sin espolón, el pico oscuro, las cejas blancas, la cabeza, el lomo y las alas de color pardo con rayas más oscuras, y la parte inferior gris amarillenta”, que “es común en España, de donde emigra a África en otoño.

Y en si el motivo de la diferencia estriba en haber sido estrenada en invierno, y vista recién estrenada la primavera.

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