domingo, 12 de abril de 2009

Luces,...

Esta noche, mientras preparaba la cena, tenía puesta la radio, por la que retransmitían los actos que se estaban celebrando en la Catedral de Orihuela con motivo de la Semana Santa. En concreto, naturalmente, se trataba de la celebración del Sábado Santo, con los prolegómenos inmediatos a la Pascua de Resurrección, en definitiva, la Vigilia Pascual.

De pronto, escucho que “la iglesia ha quedado totalmente a oscuras” y que “se está procediendo a la bendición del lucernario”.

Estas palabras me traen recuerdos y comienzo a prestar más atención. Conforme sigue la retransmisión, se recrean los recuerdos de tal día como hoy, es decir, Sábado Santo, pero de 2008 (entonces, el 22 de marzo), aunque en Florencia.

Esa noche, al pasar junto a la Catedral, o sea, el Duomo, vimos que entraba gente, por lo que, como buenos turistas, decidimos entrar, con determinación.

Tanta determinación, que tuvimos que frenar para saber dónde estábamos,… además de en medio de una oscuridad, claro, que comprendía toda el edificio.




Y muy cerca de la entrada o atrio, un fuego encendido.

La escena se desarrolló de manera similar a como la estaban describiendo en la radio, pues al fin y al cabo, la liturgia sólo cambia en el idioma.



Así, una vez bendecido el fuego, y encendido el Cirio Pascual, éste iniciaba su camino hacia el presbiterio con tres paradas para ser presentado a los fieles, momento en el que se cantaba, en italiano, algo así como “Luz de Cristo, demos gracias a Dios”, y se encendían unas cuantas de las luces de la Catedral. Con la finalización del recorrido, ya estaban todas las luces encendidas. Asimismo, los fieles encendían sus candelas de ese fuego bendecido.

En resumen, que todo este acto litúrgico muestra bien a las claras una decisión que, como se dice en el cine, podría resumirse en: “Luces,… ¡Acción!

Como comentaron durante la retransmisión:

Es el paso de las tinieblas a la Luz de Dios.

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