sábado, 4 de abril de 2009

Sol y Sombra

Como cualquiera que tenga unos cuantos años sabe, Sol y Sombra es la distinción básica de los asientos en una plaza de toros.

Sin embargo, como se puede observar en la foto aérea obtenida de la página del Ayuntamiento de Valencia, no siempre hay suficiente sombra en una plaza de toros. Y es que, como pueden suponer los mismos que tengan esos años (para los de menos años, no me atrevo a generalizar), se trata de una cuestión meramente astronómica (bueno, “y con permiso de la autoridad y si el tiempo no lo impide”).

Para apreciar en directo este contraste entre sol y sombra, al común de los mortales le cuesta dinero. Sin embargo, pasear por la calle aún no cuesta un dinero adicional (recordemos que no es gratis, hay impuestos de por medio), y lo único que se requiere es fijarse un poco (y estar en el sitio y momento oportunos, claro).

Sin embargo, empecemos por el principio. Desayunando en el hotel en un viaje anterior a Madrid (en noviembre), el sol asomaba por encima de Atocha, entraba por la ventana del comedor del hotel, se reflejaba en un espejo de la pared, y se conseguía este efecto de mi propia sombra contra el sol que es quien la genera.

Esta vez en Valencia, podemos apreciar cuán impresionante llega a ser la sombra de la administración (en este caso, de una de las torres del Ayuntamiento) o lo preciso que es El Corte Inglés, incluso en las sombras de su edificio de Francia.



Regresando a Madrid, y a este último viaje, ya conocemos (si alguien se ha fijado, claro) la sombra de un paseante en la explanada junto al Museo del Prado, o las sombras que delatan lo que está oculto.



No hay que olvidar lo útil que, bien aprovechada, puede resultar una sombra. Pero también es cierto que en ciertos momentos, cuando el sol es intenso (hay amaneceres de agosto, así, en Madrid), además de útil, se agradece un poco de sombra en los ojos, incluso aunque uno sea una estatua.



Y de otras sombras, ya hablaremos más adelante.

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