En el folleto en cuestión, se dice, en general, que “en estas Casas, historia y cultura madrileña se unen al placer de un buen plato”, y respecto Lhardy, que es el caso que nos ocupa, “su nombre va asociado a la historia”.
El local tiene, y es, aspecto, como he dicho, de un ultramarinos, aunque existe una barra donde se puede degustar algunos de los productos. Una viga recuerda al visitante dónde se encuentra.
Desde la calle, la puerta de la derecha, con su vidrio traslúcido como muestra de discreción, permite el acceso al restaurante.
Pero eso, ya, será objeto de otra historia,… espero.
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