martes, 22 de noviembre de 2011

El predicador

El pasado lunes día 14 publiqué una anotación en la que comentaba, al final de ella, que me alegraba por la salud de don César Vidal Manzanares, ya que, tras su ausencia el viernes anterior, por enfermedad, ese lunes pude decir que, “por lo que parece, se encuentra recuperado”.

Lo cierto es que dicha expresión no terminaba de ser cierta, pues en el editorial de ese día, el rey Salomón se expresó en español, pero también es cierto que en ese mismo programa recuperó fuerzas en seguida (el señor Vidal, no el rey Salomón), y desde entonces no ha dejado de mostrarnos su capacidad políglota.

Hoy, lo ha vuelto a hacer.

Para ilustrar su opinión de que el resultado electoral del Partido Socialista es consecuencia de lo desnortado, diríase, de su política social, cultural, (anti)terrorista y nacionalista (en vez de que, en mi opinión, simplemente, es consecuencia de la crisis económica -«la economía lo es todo», que diría aquél-, pues en 2008, con la mismas políticas antedichas y sin crisis evidente, volvió a ganar); para ilustrar su opinión (equivocada, en la mía, como he dicho) de ello ha referido una cita del Eclesiatés, eso sí, en raro.

Luego, la ha venido a traducir: “Cualquiera que cave un hoyo, caerá en él”, y también sobre un muro y una serpiente. La cita es del capítulo 10, versículo 8, y en la versión de la Biblia que tengo yo en casa, es como sigue: “El que cava una fosa, cae en ella, y al que rompe el muro le muerde la serpiente”.

El versículo, hay que reconocerlo, tiene tela. Leído así, en una interpretación directa y propia, (¿sola scriptura?), casi parece incitar a la pereza, porque si haces algo, te verás perjudicado por ello. Pero no, o yo creo que no: el versículo se inscribe en un fragmento dedicado a hablar de la sabiduría y la necedad, y entiendo que el versículo, y otros similares, se refiere a que quien actúa neciamente, se ve perjudicado por sus actos.

Buscando la cita, he hojeado el Eclesiastés, nombre derivado del griego ekklesia, 'asamblea' (y origen de la palabra 'iglesia'), por hacer referencia a Cohélet, el hombre de la asamblea, es decir, el Maestro, el Predicador.

Este libro del Antiguo Testamento de la Sagrada Biblia es el que comienza con la famosa advertencia: “¡Vanidad de vanidades! –dice Cohélet–, ¡vanidad de vanidades, todo es vanidad!

Otros versículos curiosos son los siguientes:
¿Qué saca el hombre de toda la fatiga con que se afana bajo el sol?” (1, 3)

Donde abunda sabiduría, abundan penas, quien acumula ciencia, acumula dolor.” (1, 18)

No hay mayor felicidad para el hombre que comer y beber, y disfrutar en medio de sus fatigas.” (3, 24)

No quieras ser honrado en demasía, ni te vuelvas demasiado sabio. ¿A qué destruirte?” (7, 16)

Lógicamente, los he seleccionado a propósito para que su lectura resulte más impactante, como por ejemplo, el antepenúltimo del libro:
Para acabar, hijo mío, ten cuidado: escribir muchos libros es cosa de nunca acabar, y estudiar demasiado daña la salud.” (12, 12)

Pero mejor quedémonos con los dos últimos:
Basta de palabras. Todo está dicho. Teme a Dios y guarda sus mandamientos, que eso es ser hombre cabal. Porque toda obra será juzgada por Dios, también todo lo oculto, a ver si es bueno o malo.” (12, 13-14)

Créditos:
Extractos del libro del Eclesiastés, según según edición de 1998 de la Nueva Biblia de Jerusalén, de Editorial Descleé de Brouwer.

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