En carta del 1º de agosto de 1856, Franz Liszt decía a Richard Wagner:
“¡Qué agradecido te estoy, muy querido, amigo único, por haberme enviado tus partituras del Oro del Rhin y de la Walkyria! Tu obra tiene para mí la atracción fabulosa de la montaña de imán que atrae irresistiblemente. La tengo desde hace algunos días; no he podido privarme del placer de admirar tu Walhalla.” (op.cit.)
El Walhalla no, pues no era El Oro del Rhin, pero igualmente se pudo hablar del “placer de admirar” La Valquiria.
Hay que tener en cuenta que se trataba de ver la representación en directo, pero en una pantalla gigante, por lo que el sonido (fundamental en una ópera aunque, como ya he comentado, el libro del Palau de les Arts sobre El Anillo del Nibelungo no opine lo mismo), el sonido, digo, no es igual; y la visión del conjunto está condicionada al gusto del realizador, si bien, por el contrario, se pueden apreciar mejor los detalles, aunque el subtitulado en la misma pantalla pueda molestar.
Bueno, como la cuestión no es quejarse dado que fui con una invitación, vamos a dar una sinopsis de la obra.
Como ya hemos dicho anteriormente, el Acto I se inicia con la orquesta mostrándonos una huida en medio de una tormenta. Se trata de Siegmund quien, huyendo de sus enemigos, llega agotado a una cabaña en medio del bosque construida alrededor de un fresno.
Allí es atendido por Sieglinde, esposa de Hunding, dueño de la cabaña… y de ella. Recuperado, Siegmund va a marcharse pero se queda, y al poco llega Hunding, a quien, durante la cena, le narra sus desventuras. De esta manera se sabe que Hunding es uno de los enemigos que perseguían a Siegmund: “las leyes de la hospitalidad dan asilo por esta noche al huésped, que es sagrado; pero mañana, en el combate, pagará su deuda de sangre” (E.L.Ch. op.cit.)
Sieglinde prepara un narcótico para Hunding, le cuenta su historia a Siegmund, y naturalmente, se enamoran. Una de las escenas del disco de “Escenas de La Valquiria” es precisamente ésta en la que se declaran su amor, y es también un ejemplo de lo poco musical comentado en el referido libro editado por el Palau, la aliteración.
“Winterstürme wichen / dem Wonnemond / in mildem Lichte / leuchtet der Lenz”
es decir, que Siegmund dice algo así como “el tormentoso invierno huyó / y en la deliciosa luna / de apacible luz / resplandece la primavera” (Más adelante, Sieglinde contesta a Siegmund que “Du bist der Lenz”, o sea, “Tú eres la primavera”, y todo queda muy bonito.)
Puede observarse la secuencia inicial de palabras con ‘W’ y a continuación, la secuencia con ‘L’. Con este ritmo, el texto se adapta mejor a la música, prescindiendo del ritmo que propio de la rima en los versos. (K.P. op.cit.)
Sieglinde, no obstante, está intrigada por la historia de Siegmund, y acaban dándose cuenta de que no sólo son hermanos sino que su padre (Wälse, aunque más conocido como Wolf – Lobo) fue quien durante las bodas de Sieglinde hundió en el tronco del fresno una espada que nadie pudo arrancar pues estaba destinada a un Wälsungo, a Siegmund.
Efectivamente, Siegmund arranca la espada, a la que bautiza como Nothung, y abrazando amorosamente a Sieglinde, finaliza el Acto I.
Y nosotros, tras una hora y cuarto, nos vamos a descansar un poco.
“¡Qué agradecido te estoy, muy querido, amigo único, por haberme enviado tus partituras del Oro del Rhin y de la Walkyria! Tu obra tiene para mí la atracción fabulosa de la montaña de imán que atrae irresistiblemente. La tengo desde hace algunos días; no he podido privarme del placer de admirar tu Walhalla.” (op.cit.)
El Walhalla no, pues no era El Oro del Rhin, pero igualmente se pudo hablar del “placer de admirar” La Valquiria.
Hay que tener en cuenta que se trataba de ver la representación en directo, pero en una pantalla gigante, por lo que el sonido (fundamental en una ópera aunque, como ya he comentado, el libro del Palau de les Arts sobre El Anillo del Nibelungo no opine lo mismo), el sonido, digo, no es igual; y la visión del conjunto está condicionada al gusto del realizador, si bien, por el contrario, se pueden apreciar mejor los detalles, aunque el subtitulado en la misma pantalla pueda molestar.
Bueno, como la cuestión no es quejarse dado que fui con una invitación, vamos a dar una sinopsis de la obra.
Como ya hemos dicho anteriormente, el Acto I se inicia con la orquesta mostrándonos una huida en medio de una tormenta. Se trata de Siegmund quien, huyendo de sus enemigos, llega agotado a una cabaña en medio del bosque construida alrededor de un fresno.
Allí es atendido por Sieglinde, esposa de Hunding, dueño de la cabaña… y de ella. Recuperado, Siegmund va a marcharse pero se queda, y al poco llega Hunding, a quien, durante la cena, le narra sus desventuras. De esta manera se sabe que Hunding es uno de los enemigos que perseguían a Siegmund: “las leyes de la hospitalidad dan asilo por esta noche al huésped, que es sagrado; pero mañana, en el combate, pagará su deuda de sangre” (E.L.Ch. op.cit.)
Sieglinde prepara un narcótico para Hunding, le cuenta su historia a Siegmund, y naturalmente, se enamoran. Una de las escenas del disco de “Escenas de La Valquiria” es precisamente ésta en la que se declaran su amor, y es también un ejemplo de lo poco musical comentado en el referido libro editado por el Palau, la aliteración.
“Winterstürme wichen / dem Wonnemond / in mildem Lichte / leuchtet der Lenz”
es decir, que Siegmund dice algo así como “el tormentoso invierno huyó / y en la deliciosa luna / de apacible luz / resplandece la primavera” (Más adelante, Sieglinde contesta a Siegmund que “Du bist der Lenz”, o sea, “Tú eres la primavera”, y todo queda muy bonito.)
Puede observarse la secuencia inicial de palabras con ‘W’ y a continuación, la secuencia con ‘L’. Con este ritmo, el texto se adapta mejor a la música, prescindiendo del ritmo que propio de la rima en los versos. (K.P. op.cit.)
Sieglinde, no obstante, está intrigada por la historia de Siegmund, y acaban dándose cuenta de que no sólo son hermanos sino que su padre (Wälse, aunque más conocido como Wolf – Lobo) fue quien durante las bodas de Sieglinde hundió en el tronco del fresno una espada que nadie pudo arrancar pues estaba destinada a un Wälsungo, a Siegmund.
Efectivamente, Siegmund arranca la espada, a la que bautiza como Nothung, y abrazando amorosamente a Sieglinde, finaliza el Acto I.
Y nosotros, tras una hora y cuarto, nos vamos a descansar un poco.
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