sábado, 25 de julio de 2009

Cuando ya no vale una paz "Todo a cien"...

Tenía el imperio de los moros Abderrahman Segundo de este nombre , príncipe de suyo feroz , y que la prosperidad le hacia aun mas bravo ; (…) Resuelto de revolver contra el rey don Ramiro , le envió una embajada para requerirle le pagase las cien doncellas que conforme al asiento hecho con Mauregato se le debian en nombre de parias ; que era llanamente amenazalle con la guerra y declararse por enemigo , si no le obedecia en lo que demandaba. Grande era el espanto de la gente , mayor el afrenta que desta embajada resultaba ; así los embajadores fueron luego despedidos : valióles el derecho de las gentes para que no fuesen castigados como merecia su loco atrevimiento y demanda tan indigna é intolerable. Tras esto todos los que eran de edad á propósito en todo el reino , fueron forzados á alistarse y tomar las armas , fuera de algunos pocos que quedaron para labor de los campos por miedo que si la dejaban , serian afligidos no menos de la hambre , que de la guerra. (…)
Para ganar reputacion , y mostrar que hacian de voluntad lo que les era forzoso , acordaron de romper primero y correr las tierras de los enemigos , en particular se metieron por la Rioja que á la sazon estaba en poder de moros. Al contrario Abderrahman juntaba grandes gentes de sus estados , aparejaba armas , caballos y provisiones con todo lo demás que entendia ser necesario para la guerra y para salir al encuentro á los nuestros. Juntáronse los dos campos de moros y de cristianos, cerca de Alvelda ó Alveyda pueblo en aquel tiempo fuerte , y después muy conocido por un monasterio que edificó allí don Sancho rey de Navarra con advocación de San Martin : al presente está casi despoblado. La renta del monasterio y la libreria que tenia muy famosa , trasladaron el tiempo adelante á la iglesia de Santa María la Redonda de la ciudad de Logroño , de la cual Alvelda dista por espacio de dos leguas. En aquella comarca se dió la batalla de poder á poder , que fue de las mas sangriententas y señaladas que se dieron en aquel tiempo. Nuestro ejército como juntado de priesa no era igual en fuerzas y destreza á los soldados víejos y ejercitados que traian los enemigos. Perdiérase de todo punto la jornada , si no fuera por diligencia de los capitanes , que acudian á todas partes y animaban á sus soldados con palabras y con ejemplo. Cerró la noche , y con las tinieblas y oscuridad se puso fin al combate. No hay cosa tan pequeña en la guerra que á las veces no sea ocasion de grandes bienes ó males ; y así fue que en aquella noche estuvo el remedio de los cristianos.
” (Padre Mariana, Historia General de España, Gaspar y Roig, Madrid, 1852 – pág. 223)

No hay comentarios:

Publicar un comentario