viernes, 10 de julio de 2009

De paseo, un colegio

El otro día, aprovechando que se cumplía el primer mes tras su celebración, recordé una anécdota de las recientes elecciones al Parlamento Europeo. Ahora, voy a recordar otra, más personal, más ligera.

Ese domingo, como bien saben los lectores habituales de estas líneas, mi hermano y yo estábamos en Madrid. La mañana nos la habíamos organizado con varias visitas a museos: la originalidad estribaba en que, esta vez, no íbamos al Thyssen.

La jornada empezaba en el Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Mentalmente, ajustamos, más o menos, las cuestas hacia arriba y hacia abajo, y decidimos llegar a la calle de Alcalá desde la Puerta del Sol.

El problema fue que al llegar a las puertas de la Academia, nos encontramos con un cartel; mejor dicho, el problema no era el cartel sino lo que en él estaba escrito. Por muy escrito que estuviera, sigo sin saber qué tiene que ver una cosa con la otra, pero era lo que había (o lo que no había).

Al menos, gracias a lo temprano de ese domingo, y al Plan E, pudimos disfrutar en su casi totalidad de ese tramo de la calle. Y de esa forma, no recordamos (pues no lo hemos llegado a vivir, al menos en mi memoria no lo localizo) sino que nos trasladamos a la época en que circulaba el tranvía por esa calle. No sé qué línea sería, ni si por ahí iba o venía, el tranvía (sí, así, reunimos unas cuantas íes con tilde).

Cambiamos, pues, de destino, y aprovechando que lo abrían una hora más tarde, es decir, teníamos unos 3.600 segundos de tiempo por delante, fuimos a poner el acento cultural en el Reina Sofía (aquí, en una sí, y en la otra no, la tilde, digo), Paseo del Prado abajo.

Al cabo de un rato de paseo por el Paseo, me llamó la atención una señal de tráfico (cosa realmente curiosa, ya que últimamente se están especializando en poner señales que apenas se ven, bueno, eso, las que existen, claro), y algo más adelante, se recordaba el objeto de la señal anterior. Poco después, vimos, efectivamente, el motivo del peligro, pues de peligro era la señal.



Y es que, tal día como ése, las señales no podían sino avisarnos del peligro derivado de la proximidad de un colegio… electoral.

No dejo de pensar que los raíles del tranvía eran como una premonición del retorno de una época en la que los colegios electorales eran un peligro, no tanto por lo que pasaba en ellos, sino por lo que luego decían que había pasado o, incluso, por el poco caso que se acababa haciendo a lo que realmente había pasado en ellos. Pero ¡quiá!

Pues ya tenemos dos anécdotas… que no hay por qué elevarlas a categoría, en España, digo.

1 comentario:

  1. ¿El peligro que describe la señal es que los niños vayan a aprender a la izquierda?

    ResponderEliminar