En Las aventuras prodigiosas, novela asidua en estas páginas, como suelo decir, en una conversación entre los dos hermanos, Pepe y Lorenzo, dicen:
“– El tipo [un periodista gringo] estaba haciendo un reportaje sobre el teatro de vanguardia en París, y María me presentó como uno de los jóvenes directores escénicos con futuro.
– ¡Joder! ¡Los tanques soviéticos aplastan la insurrección húngara, estamos al borde de una guerra mundial, y el tipo se interesa por Ionesco!
– Y Ionesco se interesa por Hungría. No digas chorradas, Lorenzo. Incluso en plena guerra los periódicos informan sobre los estrenos en teatro o cine, y hasta de los partidos de fútbol.” (pág. 175)
Estos comentarios me vinieron a la memoria en el Centro de Arte Reina Sofía.
Una de esas exposiciones que ahí ayudan a que haya “más tiempo para ver el resto del Museo” respondía al título “The Atlas Group (1989-2004). Un proyecto de Walid Raad”, y que es parte de la Sección Oficial de PhotoEspaña 2009.
Según el folleto, “The Atlas Group es un proyecto artístico de raíz archivística desarrollado por Walid Raas entre 1989 y 2004 con el objetivo de investigar y documentar la historia contemporánea del Líbano, sobre todo durante las guerras de 1975 a 1990.”
“Todas las obras, que pueden ser instalaciones, vídeo, fotografías e incluso performance, muestran la vida cotidiana del Líbano en una fase crucial de su historia y se incluyen en un proyecto que promueve la reflexión acerca de cómo la historia puede ser contada y organizada, pero también construida como ficción.”
La foto que acompaña, tomada del folleto, tiene por título “Decidimos dejarles decir «estamos convencidos», dos veces”.
Y según la página correspondiente del MNCARS, “El proyecto reflexiona sobre el límite entre ficción e historia, recuperando y archivando situaciones y acontecimientos aparentemente banales y cotidianos, que habitan en la memoria de quienes los han vivido. Los cuales de manera paradójica, algunas veces construyen memorias o en otras generan amnesia colectiva. Sin embargo no recurre a imágenes explícitas de la guerra, sino a su entorno físico y subjetivo, por medio de imágenes que no han llegado a hacer parte de la historia política y social del Líbano.”
Pues bien, según se cuenta en algún momento en la exposición, cuando estalla un coche bomba, lo único que se mantiene sensiblemente entero, por sus propias características, es el motor del coche. Y es en la serie de fotografías correspondiente a los coches bomba donde recordé la conversación (literaria) transcrita. Las fotografías no eran del coche bomba o de sus criminales consecuencias, sino del motor: la carrera informativa, digamos, era localizar dónde había ido a parar el motor.
Pues eso, “situaciones y acontecimientos aparentemente banales y cotidianos, que habitan en la memoria de quienes los han vivido. Los cuales de manera paradójica, algunas veces construyen memorias o en otras generan amnesia colectiva.”. En mi caso, no recuerdo nada más de la exposición.
“– El tipo [un periodista gringo] estaba haciendo un reportaje sobre el teatro de vanguardia en París, y María me presentó como uno de los jóvenes directores escénicos con futuro.
– ¡Joder! ¡Los tanques soviéticos aplastan la insurrección húngara, estamos al borde de una guerra mundial, y el tipo se interesa por Ionesco!
– Y Ionesco se interesa por Hungría. No digas chorradas, Lorenzo. Incluso en plena guerra los periódicos informan sobre los estrenos en teatro o cine, y hasta de los partidos de fútbol.” (pág. 175)
Estos comentarios me vinieron a la memoria en el Centro de Arte Reina Sofía.
Una de esas exposiciones que ahí ayudan a que haya “más tiempo para ver el resto del Museo” respondía al título “The Atlas Group (1989-2004). Un proyecto de Walid Raad”, y que es parte de la Sección Oficial de PhotoEspaña 2009.
Según el folleto, “The Atlas Group es un proyecto artístico de raíz archivística desarrollado por Walid Raas entre 1989 y 2004 con el objetivo de investigar y documentar la historia contemporánea del Líbano, sobre todo durante las guerras de 1975 a 1990.”
“Todas las obras, que pueden ser instalaciones, vídeo, fotografías e incluso performance, muestran la vida cotidiana del Líbano en una fase crucial de su historia y se incluyen en un proyecto que promueve la reflexión acerca de cómo la historia puede ser contada y organizada, pero también construida como ficción.”
La foto que acompaña, tomada del folleto, tiene por título “Decidimos dejarles decir «estamos convencidos», dos veces”.
Y según la página correspondiente del MNCARS, “El proyecto reflexiona sobre el límite entre ficción e historia, recuperando y archivando situaciones y acontecimientos aparentemente banales y cotidianos, que habitan en la memoria de quienes los han vivido. Los cuales de manera paradójica, algunas veces construyen memorias o en otras generan amnesia colectiva. Sin embargo no recurre a imágenes explícitas de la guerra, sino a su entorno físico y subjetivo, por medio de imágenes que no han llegado a hacer parte de la historia política y social del Líbano.”
Pues bien, según se cuenta en algún momento en la exposición, cuando estalla un coche bomba, lo único que se mantiene sensiblemente entero, por sus propias características, es el motor del coche. Y es en la serie de fotografías correspondiente a los coches bomba donde recordé la conversación (literaria) transcrita. Las fotografías no eran del coche bomba o de sus criminales consecuencias, sino del motor: la carrera informativa, digamos, era localizar dónde había ido a parar el motor.
Pues eso, “situaciones y acontecimientos aparentemente banales y cotidianos, que habitan en la memoria de quienes los han vivido. Los cuales de manera paradójica, algunas veces construyen memorias o en otras generan amnesia colectiva.”. En mi caso, no recuerdo nada más de la exposición.
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